INTRODUCCIÓN
El incremento en el consumo de tabaco a edades tempranas es un problema de salud pública mundial. Se estima que uno de cada diez adolescentes consume de forma habitual alguna forma de tabaco, en su mayoría en países de ingresos bajos y medios.(1)
La Organización Mundial de la Salud (OMS) reporta el tabaquismo como principal causa prevenible de enfermedad y muerte prematura. El tabaco se considera el único producto de consumo masivo, vendido legalmente, con capacidad para producir la muerte a la mitad de sus consumidores crónicos.(2)
Es la segunda causa de muerte y constituye uno de los factores de riesgo involucrados en seis de los ocho primeros motivos de defunción. Aproximadamente cinco millones de personas fallecen al año por dolencias relacionadas con el hábito de fumar.(2, 3)
Se estima que, a nivel mundial, entre 80 000 y 100 000 jóvenes se hacen adictos al tabaco cada día; la mayoría han probado el tabaco a la edad de 15 años, y casi la tercera parte de ellos son fumadores activos antes de cumplir los 18 años.(4)
En Cuba, la edad promedio de inicio como fumador activo está comprendida entre los 12-16 años (40,0 %), y la cantidad de cigarrillos consumidos por cada joven oscila entre 6 y 10 diarios. Estudios realizados muestran una prevalencia variable en adolescentes según las característica sociodemográficas y culturales de cada región (11,4 % a 41,1 %).(3, 5, 6)
La adolescencia es una etapa clave para la incorporación de modelos de consumo de sustancias adictivas. Es la fase del desarrollo humano donde se produce generalmente la «experimentación» con el tabaco y alcohol, y se perfilan las actitudes ante las drogas de uso no institucionalizado.(5, 7)
Se considera el periodo «cantera» por la mayoría de las industrias del tabaco, para reclutar nuevos consumidores. Las estadísticas reportan que aproximadamente el 60 % de los fumadores inició alrededor de los 13 años, y más del 90 % antes de los 20; solo un 10 % de los fumadores actuales se inició en la adultez, por lo que se puede aseverar que se aprende a fumar durante la infancia y la adolescencia.(5)
Abordar el problema del tabaquismo en adolescentes es todo un reto. A pesar de los esfuerzos realizados por los diferentes sectores públicos y sociales, no se han podido cumplir la mayoría de los objetivos trazados. Los jóvenes continúan incorporándose al consumo del tabaco, y se espera, a menos que las tendencias actuales cambien, que en un futuro inmediato el 40 % de los niños y adolescentes del mundo fumen.(2)
Al fallar el primer nivel de intervención centrado en la promoción de salud y prevención del tabaquismo, corresponde pasar a la intervención activa con el objetivo de ayudar a dejar de fumar. El primer paso es diagnosticar los pacientes según el grado de motivación, lo cual permite trazar estrategias individualizadas de acuerdo a la carga tabáquica y el nivel de dependencia física, aspectos que se miden generalmente al arribar a la consulta multidisciplinaria de cesación tabáquica.(2)
La mayoría de los artículos publicados abordan el problema solo desde el punto de vista epidemiológico, por lo que se decidió realizar la investigación con el objetivo de describir el comportamiento del tabaquismo en una población de adolescentes.
MÉTODOS
Se realizó un estudio de corte transversal, en el periodo comprendido entre septiembre-diciembre de 2022. El universo estuvo constituido por los 1561 adolescentes de 15-19 años de edad, pertenecientes al Instituto Preuniversitario (IPU) Antonio López Jiménez, y a los Institutos Politécnicos (IP) José Antonio Boizan y 26 de Junio, centros docentes del municipio de Moa, provincia de Holguín.
La muestra se conformó con el 92,50 % del universo (1444 estudiantes). Se excluyeron los que no emitieron el consentimiento para participar y que no respondieron correctamente las encuestas.
La fuente primaria de datos fue la encuesta sobre tabaquismo aplicada a todos los participantes. Se confeccionó una planilla de recolección de datos, donde se resumió la información obtenida al aplicar las encuestas.
Se establecieron como variables: edad (grupos etarios: 15-16 años, 17-18 años, >19 años), sexo (masculino, femenino), fumador (si, no), exfumador (si, no), edad en que comenzaron a fumar (<12 años, 12 a 14 años de edad, 15 a 17 años de edad), años fumando (<1 año, 1-2 años, 2-3 años, > 3 años), número de cigarrillos/día consumidos habitualmente (< 5 cigarrillos por día, 6 a 10 cigarrillos por día, 11 a 20 cigarrillos por día), carga tabáquica (0,25-0,50 cajetillas/día, 0,51-1,00, 1,01-1,50, 1,51-1,75), dependencia física (baja, moderada, alta) y motivación para dejar de fumar (baja, moderada, alta).
Se consideró como fumador todo adolescente que consumió de forma habitual alguna forma de tabaco en los últimos 30 días previos al llenado de la encuesta; y exfumador todo aquel con antecedente de haber sido fumador y llevara un año o más sin consumir.
Para determinar la carga tabáquica (estimación del consumo de tabaco anual), se multiplicó el número de cigarrillos consumidos diariamente por el número de años que lleva consumiendo esa cantidad, dividido entre 20 (cantidad de cigarrillos por caja).
Con vistas a determinar el grado de dependencia física en los adolescentes que llevaban fumando un año o más, se utilizó el test de Fageströn; y con el fin de medir la motivación interna para dejar de fumar, el test de motivación interna de Richmond.(2)
Las encuestas fueron sometidas a un proceso de revisión con la finalidad de detectar errores, duplicidades u omisiones. Se confeccionó una base de datos (Microsoft Excel), donde fueron volcados los resultados. El procesamiento estadístico se llevó a cabo importando la base de datos hacia el paquete estadístico SPSS versión 17.0.
Como estadígrafos descriptivos para las variables cualitativas se utilizaron la distribución en frecuencia absoluta (FA) y porcentaje (%). Se determinó la prevalencia aparente y real de adolescentes fumadores para un 99 % sensibilidad y especificidad.
El Comité de Ética y el Consejo Científico de la institución aprobaron la realización del estudio, así como el acceso a los datos médicos de los pacientes. La investigación cumplió con los principios de la Declaración de Helsinki.
RESULTADOS
Durante el periodo analizado fueron encuestados 1444 adolescentes de edades comprendidas entre 15-19 años de edad, 595 (48,13 %) estudiantes del IPU Antonio López Jiménez, y 749 (51,87 %) de los Institutos Politécnicos 26 de Junio y José Antonio Boizán, del municipio de Moa, provincia de Holguín. La distribución por grupos etarios mostro que el 43,98 % tenían entre 15-16 años; 47,51 % entre 17-18 años y 8,52 % más de 19 años de edad. Según sexo, 755 (52,29 %) eran varones y 689 (47,71 %) hembras. (Tabla 1).
El 17,94 % (259 adolescentes) refirió haber fumado de forma habitual, cigarro o alguna otra forma de tabaco en los 30 días previos a la encuesta (prevalencia aparente 17,94 %, mientras que para un 99 % sensibilidad y especificidad del diagnóstico la prevalencia real fue 17,28 %); y 12 (0,83 %) expresaron haber sido fumadores y llevar al menos un año sin consumir.
El 39,0 % de los adolescentes fumadores tenían entre 15-16 años, el 55,98 % entre 17-18 años y 5,02 % más de 19 años de edad. El 77,61 % eran varones y el 22,39 % hembras. En todos los grupos etarios predominó el sexo masculino. (Tabla 2).
El 64,86 % de los adolescentes fumadores comenzaron a consumir entre los 12 y 14 años, y solo 28 casos fumaron por primera vez antes de los 12 años de edad. La mayoría (52,51 %) llevaban fumando entre 1-2 años, el 18,75 % menos de un año, 15,83 % entre 2-3 años y solo 35 de ellos (13,51%) más de tres años. El 59,85 % refirió fumar entre 6-10 cigarrillos diarios, y solo 22 adolescentes expresaron consumir entre 11 y 20 diariamente. La media de cigarrillos consumidos fue de 8,3 por día. (Tabla 3).
Al calcular la carga tabáquica o años/paquetes consumidos por los 212 adolescentes que llevaban fumando uno o más años, se evidenció que el 44,34 % había recibido una carga entre 0,25-0,50 cajetillas/día, seguidos de la carga entre 0,51-1,00 (32,55 %). La mayoría expresó una dependencia física baja (57,08 %), y 62 casos (29,24 %) mostraron dependencia moderada. El 81,13 % expresó tener una motivación baja para dejar de fumar, el 13,68 % moderada y solo 11 casos (5,19 %) alta. (Tabla 4).
DISCUSIÓN
Los adolescentes incluidos en el estudio constituyeron una muestra representativa, por lo que los resultados reflejan las características socio-demográficas del universo. La mayoría tenían entre 15 y 18 años de edad, en correspondencia con la edad media necesaria para matricular en estos centros educacionales.
Se constató un ligero predomino de adolescentes de sexo femenino, datos que difieren con los valores demográficos publicados en el Anuario Estadístico de Salud de Cuba 2021,(8) el cual refleja predominio de varones entre 15-19 años de edad tanto a nivel nacional, como en la provincia Holguín.
La prevalencia del tabaquismo se comportó de forma similar a lo reportado en la mayoría de los estudios realizados en Cuba, los cuales evidencian que oscila entre el 11,4 % y el 41,1 %.(3)
Loja reflejó en su investigación que en el periodo comprendido entre 2018-2022, la prevalencia media del tabaquismo en adolescentes a nivel mundial fue 21,24 %, según los artículos publicados en las diferentes bases científicas de datos.(9)
Cubas y colaboradores(10) encontraron que el 39,3 % de los adolescentes de 14 a 18 años de edad, que estudiaban en el Instituto Preuniversitario José Miguel Gómez, del municipio de Plaza de la Revolución, en 2021, consumían cigarrillos de forma habitual.
El número de adolescentes que expresaron ser exfumadores fue ínfimo, según se muestra en la presente investigación. Un estudio publicado recientemente por Tian Hu y colaboradores,(11) reveló que los fumadores adolescentes tienen menos probabilidades de dejar el hábito.
No se hallaron evidencias que permitan comparar los resultados obtenidos en la investigación, sin embargo, varios estudios afirman que quienes inician el consumo a edad temprana son más propensos a desarrollar dependencia y a tener mayor dificultad para dejarlo.(12)
Toda exposición de los adolescentes a la nicotina es preocupante. El cerebro, aún en desarrollo, sufre los efectos negativos producidos por ella, sobre todo en el sistema de recompensa, fundamentalmente en las áreas que participan en las funciones emocionales y cognitivas. Las investigaciones sugieren que los cambios relacionados con la nicotina en esas zonas del cerebro durante la adolescencia pueden perpetuar el consumo continuo de tabaco hasta la edad adulta.(13, 14)
La serie estudiada evidenció que la mayoría de los adolescentes fumadores tenían menos de 17 años de edad y eran varones. Los autores coinciden en que la edad y el sexo masculino, asociados a la opinión sobre el tabaquismo y la percepción de que los compañeros de escuela fuman, constituyen factores de riesgo favorecedores para que los adolescentes consuman cigarrillos y tenga dependencia de la nicotina.(13, 14)
La investigación mostró que más de la mitad de los adolescentes fumadores se iniciaron entre los 12 y 14 años de edad, datos que coindicen con otros reportes.(3, 9)
Frómeta(15) y colaboradores identificaron en su investigación que el 30 % de los estudiantes encuestados eran fumadores, de ellos, el 56 % comenzó a fumar después de los 15 años de edad, una vez iniciados los estudios preuniversitarios; mientras que el 44 % comenzó antes, cursando estudios en la Secundaria Básica, datos que no coinciden con la presente investigación.
La mayoría de los adolescentes refirieron llevar fumando entre 1-2 años y haber consumido habitualmente entre 6-10 cigarrillos durante el último año. Zurbarán y colaboradores(16) indican que el 30,8 % de los adolescentes incluidos en su estudio consumían esa misma cantidad de cigarrillos por día.
Hernández(3) plantea que en Cuba el 40 % de los adolescentes comienza a fumar entre los 12-16 años de edad, y que la cantidad consumida por adolescente oscila entre 6 y 10 cigarrillos diarios, datos que se corresponden con los obtenidos en esta investigación.
Al calcular los años/paquetes consumidos por los adolescentes que llevaban fumando uno o más años, fue evidente que la mayoría había recibido una carga tabáquica entre 0,25-0,50, mostraban una dependencia física baja y contradictoriamente manifestaron baja motivación para dejar de fumar.
No se constató la presencia de referencias que permitan comparar los resultados obtenidos en la presente investigación. Los estudios que abordan habitualmente estos aspectos se realizan en adultos, fundamentalmente como requisito para definir la mejor conducta o tratamiento para cada paciente fumador de forma individual. Todos los autores coinciden en que el grado de motivación interna constituye un predictor de éxito en el intento por dejar de fumar.(17, 18)
la prevalencia del tabaquismo en los adolescentes de Moa fue similar a la reportada por otras investigaciones. Resulta preocupante que más de la mitad de la población estudiada consuma cigarros desde los 12-14 años, y que, a pesar de mostrar bajos niveles de dependencia, no sientan motivación por abandonar este mal hábito.
Conflicto de intereses:
El autor declara que no existe ningún conflicto de interés en torno a la investigación.
Contribución del autor:
Conceptualización: Alexander Torres Molina
Curación de datos: Alexander Torres Molina
Análisis formal: Alexander Torres Molina
Investigación: Alexander Torres Molina
Metodología: Alexander Torres Molina
Administración de proyecto: Alexander Torres Molina
Recursos: Alexander Torres Molina
Validación: Alexander Torres Molina
Visualización: Alexander Torres Molina
Redacción-borrador original: Alexander Torres Molina
Redacción-revisión y edición: Alexander Torres Molina
Financiación:
Hospital General Intermunicipal Guillermo Luis Fernández- Baquero. Moa, Holguín, Cuba