INTRODUCCIÓN
La COVID-19 fue reconocida como pandemia el 11 de marzo de 2020, pero su control y prevención han resultado difíciles, por la globalización y concentración urbana.(1,2,3) La epidemia comenzó en Cuba en esa fecha, al confirmarse el primer caso de la infección. Ese mismo mes se diseñó un Protocolo de actuación para el manejo de casos de COVID-19 y un Plan para la Prevención y Control del nuevo coronavirus (COVID-19), que involucraba a todos los Organismos, las Empresas y la población en general.(4)
La comunidad científica ya ha logrado aislarlo, secuenciarlo, identificarlo y desarrollar pruebas para su diagnóstico. Sin embargo, como sucede con toda nueva epidemia, sigue habiendo muchas incógnitas que se irán resolviendo a medida que esta evolucione.(5,6,7,8)
Entre los factores de riesgo relacionados con la COVID-19 se han descrito: factores de riesgo para la aparición de la enfermedad, factores pronósticos de hospitalización, de enfermedad grave y admisión a Unidad de Cuidados Intensivos (UCI), de mortalidad y en niños. Se han documentado síndromes clínicos asociados con la infección por COVID-19. La infección vírica de las vías respiratorias altas cursa con síntomas inespecíficos. Puede tener varias presentaciones clínicas y diversas complicaciones, y llegar hasta la muerte del paciente.(9,10,11,12)
La pandemia de COVID-19 ha causado enormes costos humanos y económicos en todo el mundo. La alta tasa de propagación y mortalidad la ha convertido en una gran prioridad de salud pública global. El nuevo coronavirus se ha combatido mediante una amplia gama de fármacos, que ha logrado mitigar la enfermedad en un 97,8 % de los casos a nivel mundial.(13,14,15)
Los factores de riesgo relacionados con la pandemia de COVID-19 varían de acuerdo con las condiciones socios demográficas y económicas de cada contexto. Al respecto, se han descrito: la edad, el sexo, las enfermedades crónicas no trasmisibles, vínculo laboral en un centro de salud y los viajeros internacionales, entre otros.(14,15,16)
En la Atención Primaria de Salud, el reconocimiento temprano de estos factores de riesgo ayudará a identificar a los pacientes en una etapa temprana de la enfermedad, lo cual, unido a la participación interdisciplinaria e intersectorial, permite implementar mejores estrategias y reducir la morbimortalidad.
En el mundo todavía existen pocos trabajos publicados sobre el tema; por ello, basados en la incidencia y la morbimortalidad elevadas, la magnitud y trascendencia de la enfermedad, la vulnerabilidad de los pacientes y su factibilidad de estudiarse, se realizó el presente estudio, con el objetivo de determinar los factores de riesgo relacionados con la aparición de COVID-19.
MÉTODOS
Se realizó un estudio de casos y controles, en el período comprendido entre abril de 2020 y diciembre de 2021, para determinar los factores de riesgo relacionados con la aparición de COVID-19, y que incluyó a pacientes pertenecientes al área de Salud del Policlínico Comunitario Turcios Lima, los cuales conformaron el universo de estudio. La selección de la muestra tuvo carácter aleatorio 3:6 (3000 casos/6000 controles, pareados por edad y sexo).
Definición de casos: Personas con la enfermedad objeto de estudio.
Definición de controles: Personas sin la enfermedad objeto de estudio.
Se solicitó a los pacientes su consentimiento para formar parte del estudio. Solo fueron excluidos aquellos con: enfermedad quirúrgica o trauma agudo en los últimos tres meses; sepsis generalizada aguda en los últimos tres meses; o enfermedad psiquiátrica aguda en los últimos tres meses.
Para la recolección de los datos, se aplicó una encuesta, con apoyo en los profesionales de Salud del Policlínico, previo consentimiento informado. Los datos se recogieron en una base de datos en Microsoft Excel 2013 confeccionada para ello. El análisis estadístico se basó en una estrategia multivariada, que consistió en la determinación del Odds Ratio (OR) para cada factor de riesgo hipotéticamente influyente en la aparición de la enfermedad, así como en la estimación de sus intervalos de confianza al 95 % (IC 95 %), así como la prueba de X2, con un nivel de significación estadística de p<0,05. Se empleó el paquete estadístico EpiInfo 2000.
Las variables estudiadas según la encuesta aplicada fueron: edad (menor o mayor de 60 años); sexo (masculino y femenino); lugar de residencia (urbana o rural); ocupación (preescolar, estudiante, trabajador, ama de casa, jubilado y desocupado); obesidad (IMC>30Kg/m2) como factor premórbido (si, no); antecedentes patológicos personales (hipertensión arterial, diabetes mellitus, cardiopatía isquémica, asma bronquial, insuficiencia cardiaca, enfermedad pulmonar obstructiva crónica, accidente vascular encefálico), así como el número de enfermedades crónicas asociadas (una enfermedad; dos o más enfermedades).
Para su publicación, el estudio fue aprobado por el Consejo Científico de la institución.
RESULTADOS
En el análisis de los factores sociodemográficos fue evidente que el sexo masculino constituyó un factor de riesgo relacionado con la aparición de la enfermedad, con probabilidad de más de 6 veces (OR = 6,49; IC= 5,66-7,44; p<0,001); seguido por la zona de residencia urbana (OR = 3,06; IC=0,36-25,79; p<0,001), y la ocupación (estudiar o trabajar) (OR = 2,63; IC=2,29-3,02; p<0,001), siendo altamente significativos, mientras que la edad mayor de 60 años no representó un factor de riesgo (OR = 0,05; IC=0,04-0,06; p<0,001). (Tabla 1).
La obesidad como factor premórbido no constituyó un factor de riesgo relacionado con la aparición de la enfermedad (OR = 0,79; IC=0,69-0,91; p<0,001), siendo, no obstante, altamente significativa. (Tabla 2).
Al analizar los antecedentes patológicos personales, la diabetes mellitus constituyó un factor de riesgo relacionado con la aparición de COVID-19, en más de 15 veces (OR = 15,88; IC=11,07-22,79; p< 0,001), seguida por la hipertensión arterial (OR=13,50; IC= 10,40-17,53; p<0,001) y la cardiopatía isquémica (OR =8,75; IC=5,69-13,44; p=<0,001). Estas y el resto de enfermedades crónicas listadas, excepto el accidente vascular encefálico (AVE), resultaron altamente significativas. (Tabla 3).
En cuanto al número de enfermedades crónicas no trasmisibles asociadas a la COVID-19, presentar más de dos de estas, no constituyó un factor de riesgo relacionado con la aparición del virus (OR = 1,15; IC= 0,98-1,34; p>0,05). (Tabla 4).
DISCUSIÓN
Desde inicios de la pandemia del nuevo coronavirus, la Organización Mundial de la Salud (OMS)(1) alertó que la COVID-19 puede afectar a cualquier persona, no obstante, existen factores que influyen en su progresión y pueden hacer que las personas sean más vulnerables. Una de cada cinco personas en todo el planeta cuenta con algunos de los factores de riesgo, por lo que están en peligro de padecer un caso grave del nuevo coronavirus. Las patologías previas y la edad avanzada son los principales factores de riesgo aceptados y demostrados para que la COVID-19 pueda derivar en su forma más grave y mortal.(1,2,3)
En Cuba, los adultos mayores (>80 %), el sexo masculino (4,7 %), las enfermedades cardiovasculares (13,2 %), la diabetes mellitus (9,2 %), la hipertensión arterial (HTA) (8,4 %), la enfermedad pulmonar obstructiva crónica (EPOC) (8,0 %), el cáncer (7,6 %), la enfermedad renal crónica (3,0 %), la hepatopatía crónica (1,0 %), el AVE (2,8 %), la obesidad (11,9 %), y la inmunosupresión llegaron a constituir los factores de riesgo más importantes en 2021.(4)
Las investigaciones indican que los niños y adolescentes tienen las mismas probabilidades de infectarse que cualquier otro grupo de edad, y pueden también propagar la enfermedad.(2) El principal factor que implica riesgo de morir por COVID-19 es la edad. Por otro lado, los estudios señalan también que los hombres tienen el doble de riesgo de morir por coronavirus que las mujeres.(5,6,7)
Tal y como ocurrió en la presente serie de pacientes, los hombres se ven, por lo general, más afectados por la enfermedad del coronavirus que las mujeres. Según autores consultados, los hombres tienen entre un 50 % y un 80 % más de probabilidades de morir por el virus actual, que las mujeres. Existen profundas diferencias sexuales en los sistemas inmunológicos, y esta pandemia los está revelando.(8,9,10)
Los científicos creen haber dado con la clave del paso de grave a mortal, lo cual se debe a que las mujeres llevan dos cromosomas X, mientras que los hombres poseen un Y-cromosoma aparte del X. Por ende, ellos solo disponen de una copia de los genes X-cromosómicos.(11,12,13)
Por otro lado, existe la hipótesis de que las divergencias por sexo podrían relacionarse con diferencias en la expresión de la enzima convertidora de angiotensina 2 (ECA2), la cual permite que el virus entre en las células humanas. El consecuente agotamiento de la ECA2 tras la infección de las células huésped, deja sin oposición la estimulación proinflamatoria de la angiotensina II y la consiguiente lesión pulmonar y de otros órganos.(11,12,13)
Las explicaciones genéticas deberán considerar la interacción de la edad, el sexo y los factores de riesgo mencionados anteriormente a lo largo del curso de la vida, incluida la expresión genética y la epigenética. En este sentido, un estudio en la prestigiosa revista científica Nature Medicine,(14) determinó que por cada 1000 personas infectadas con el coronavirus menores de 50 años, casi ninguna morirá. De las personas de 50 y 60 años, morirán alrededor de cinco, más hombres que mujeres. Luego, el riesgo aumenta abruptamente a medida que se acumulan los años.(14,15)
En el presente estudio el sexo masculino, así como la zona de residencia urbana y la ocupación (estudiar o trabajar), constituyeron factores de riesgo relacionados con la aparición de COVID-19, debido posiblemente a diferencias sexuales en los sistemas inmunológicos, a no guardar el debido distanciamiento social, unido a la contaminación ambiental, la rápida urbanización, la expansión urbana incontrolada y el crecimiento espontáneo de la ciudad, lo cual facilita la transmisión. La edad avanzada se asocia significativamente más con la forma severa de la enfermedad, lo que está en correspondencia con lo reportado por varios autores.(14,15)
El riesgo de ser hospitalizado a causa de COVID-19 es más elevado en pacientes con obesidad, sobre todo mórbida, porque presentan una tasa más alta de complicaciones graves. Este mayor riesgo se ha atribuido a sus niveles aumentados de citoquinas pro-inflamatorias, y por la alteración basal de los volúmenes respiratorios dada por factores mecánicos. A pesar de estos resultados, los investigadores se muestran cautos y afirman que los datos que relacionan obesidad y coronavirus “son inconsistentes” todavía.(8,9,10)
En este estudio la obesidad no constituyó un factor de riesgo relacionado con la aparición de la enfermedad. Algunos autores la asocian significativamente más con la enfermedad severa.(14,15)
La lista de enfermedades previas que pueden agravar los síntomas de la COVID-19 se clasifica según el nivel de evidencia científica. Las enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT) tendrían alteración basal de los niveles de ECA2, desregulación del sistema inmune, disfunción endotelial e inflamación crónica, lo cual se asociaría al aumento de susceptibilidad y gravedad de COVID-19.(9,10,11)
Las personas que padecen enfermedades pulmonares crónicas son las que más riesgo tienen de desarrollar síntomas muy graves si se contagian de coronavirus. La EPOC, la bronquitis crónica o la fibrosis pulmonar son enfermedades graves que requieren tratamiento médico continuo.(11,12,13) La HTA y las cardiopatías incrementan también el riesgo de que la COVID-19 cause síntomas graves. En Italia, el 67 % de las personas que fallecieron a causa del nuevo coronavirus, tenían HTA; y en España, el 43 % de las personas que desarrollaron la COVID-19 padecían de cardiopatías.(2)
En este estudio, los antecedentes patológicos personales de diabetes mellitus, HTA, cardiopatía isquémica, asma bronquial, insuficiencia cardiaca y EPOC constituyeron factores de riesgo relacionados con la aparición COVID-19, no así el AVE que se asocia significativamente más con la enfermedad severa, en correspondencia con lo reportado por otros autores.(8,9,10,11,12)
Varios estudios relacionados con el nuevo virus han evidenciado que el tipo de sangre influye en la evolución de la enfermedad que este provoca. Una investigación publicada en la revista Annals of Hematology,(17) sostenía que los pacientes con el tipo O tenían menos probabilidades de dar positivo en una prueba de COVID-19, notificándose además la ausencia de interferón.
Según algunos autores como Ornstein,(18) Prados,(19) y Jürisson,(20) en promedio el 31,93 % de los pacientes tiene una enfermedad crónica; y el 34,53 % más de dos enfermedades. La multimorbilidad en este contexto se define como la presencia en un paciente de más de dos enfermedades crónicas. En relación al número de enfermedades crónicas asociadas, la prevalencia de la multimorbilidad se incrementa con la edad de los pacientes.
Aunque la asociación entre ECNT y la infección por SARS-CoV-2 es indudable, aún quedan muchas interrogantes por resolver, por lo que se requiere mayor cantidad de estudios clínicos bien diseñados, con protocolos estandarizados y con muestras significativas en mayor diversidad de poblaciones.
En el presente estudio, la presencia de dos o más enfermedades crónicas no constituyó un factor de riesgo relacionado con la aparición de COVID-19. Esta condición se asocia más con la enfermedad en su forma severa, debido a que dichas entidades crónicas suman más de 20, y sobre ello no existe evidencia suficiente para arribar a conclusiones.
Aunque se identificaron factores de riesgo relacionados con la COVID-19, tales como el sexo, la residencia, la ocupación, y los antecedentes patológicos personales, la información acerca del impacto de muchos factores es todavía limitada. Se recomienda realizar estudios epidemiológicos urgentes sobre los factores de riesgo influyentes en la aparición de la enfermedad en diferentes poblaciones y entornos de riesgo.
Conflicto de intereses:
Los autores declaran que no existen conflictos de intereses.
Contribución de los autores:
Conceptualización: Jorge Félix Rodríguez Ramos
Análisis formal: Jorge Félix Rodríguez Ramos
Investigación: Jorge Félix Rodríguez Ramos, Gema Chávez Ivizate, Raquel Piloto González
Curación de datos: Jorge Félix Rodríguez Ramos
Administración de proyecto: Jorge Félix Rodríguez Ramos
Supervisión: Jorge Félix Rodríguez Ramos
Redacción-borrador original: Jorge Félix Rodríguez Ramos, Gema Chávez Ivizate, Raquel Piloto González
Redacción-revisión y edición: Jorge Félix Rodríguez Ramos, Gema Chávez Ivizate, Raquel Piloto González
Financiación:
El estudio no requirió ninguna financiación para su realización.