Sr. director:
Con el inicio de la pandemia por un virus completamente nuevo y desconocido, y ante la situación de emergencia sanitaria, los profesionales de la salud fueron tomando decisiones según el conocimiento existente en cada momento, escaso inicialmente y creciente con el decursar de los días.
Cuando no hay medicamentos autorizados para una determinada enfermedad y mientras se desarrollan estudios, una de las estrategias es usar fármacos de eficacia conocida para otras enfermedades, y que podrían ser utilizados en el tratamiento de la nueva enfermedad (uso off- label). Esto es lo que ha ocurrido esencialmente con la hidroxicloroquina fuera de las indicaciones autorizadas.(1)
La hidroxicloroquina, derivada de la cloroquina, se ha usado para tratar enfermedades autoinmunes. Por su capacidad de actuar como inmunomodulador se le ha propuesto como un tratamiento potencial para la infección provocada por el nuevo coronavirus SARS-CoV-2. Inicialmente este fármaco fue utilizado para el tratamiento de la malaria, y más tarde en enfermedades como el lupus o la artritis reumatoide.
El mecanismo por el cual este medicamento ejerce su efecto inmunomodulador es complejo y no completamente aclarado. Se destaca su capacidad por interferir con la presentación de autoantígenos, bloquear la respuesta de linfocitos T inducida por antígenos, disminuir la producción de mediadores inflamatorios e inhibir la activación de los receptores Toll-like.(2)
Pero la eficacia de un producto como medicamento va más allá de las teorías científicas y la creencia popular, por lo que es necesario realizar ensayos clínicos aleatorios que demuestren la verdadera eficacia y seguridad de este producto para poder ser utilizado como terapéutica eficaz ante la nueva enfermedad.
Varios son los estudios realizados en el mundo con este fin, y la incertidumbre científica en este campo ha llevado a realizar revisiones sistemáticas que han analizado más de 200 ensayos clínicos con hidroxicloroquina. Pese al elevado número de ensayos clínicos prospectivos, aleatorizados, enmascarados y controlados, la evidencia aún es escasa y contradictoria Entre los más relevantes se encuentran el Recovery y el Solidarity, los cuales se han realizado a una velocidad sin precedentes, con más de 11 000 sujetos en 175 hospitales del Reino Unido, y en cuyas conclusiones no se demostró efecto beneficioso de la hidroxicloroquina en pacientes hospitalizados con COVID-19, y sí la asociación a un mayor riesgo de mortalidad, por la aparición de reacciones adversas como arritmias graves, así como en menor proporción los trastornos neuropsiquiátricos.
Es importante señalar que los estudios publicados o en marcha han evidenciado en sus conclusiones que la relación beneficio-riesgo es prácticamente nula, y que aumentan sobremanera la aparición de eventos cardiovasculares y arritmias graves.(3,4,5)
Por estas razones, el uso de este fármaco no debe ser recomendado en ningún protocolo post-infección por COVID-19, lo cual estará en consonancia, además, con el uso racional de los medicamentos y con las buenas prácticas clínicas.