INTRODUCCIÓN
En diciembre de 2019, se informaron casos de neumonía potencialmente mortal en Wuhan, provincia de Hubei, China. Para enero de 2020, esta enfermedad, denominada COVID-19, se había extendido a 19 países con 11.791 casos confirmados, incluyendo 213 muertes.(1)
Al cierre del 8 de junio de 2020, en el mundo se registraban 7 231 485 de casos confirmados de la enfermedad, y 409 390 fallecidos. En las Américas, 3 366 251 casos confirmados, con 183 950 fallecidos. En Cuba, 2 205 pacientes diagnosticados con la enfermedad, y 83 fallecidos. En la provincia Sancti Spíritus se recogen 68 casos y 4 fallecidos.(2)
Las cifras muestran que, a efectos de la salud pública, la gravedad no es únicamente el virus en sí mismo, sino la rapidez de contagio a la población y la llegada a los grupos de riesgo, lo que conlleva a una inadecuada capacidad de respuesta de los servicios de urgencia ante una alta demanda en poco tiempo.
Una revisión bibliográfica sistemática realizada durante el periodo de diciembre de 2019 a abril de 2020, señala que, de 7 346 artículos y documentos publicados en revistas nacionales e internacionales en relación con el coronavirus, 36 responden a las palabras clave “gestión de la seguridad psicológica”, “personal sanitario en condiciones de emergencia por pandemia de COVID-19” y “contexto hospitalario o de aislamiento”; y de ellos, solo 11 relacionan los problemas de salud mental y la necesidad de acciones para la seguridad psicológica.(3)
El Grupo Nacional de Psicología, como comisión asesora del Ministerio de Salud Pública de Cuba (MINSAP), en coordinación con representantes de la Junta Directiva de la Sociedad Cubana de Psicología de la Salud, en el documento La psicología de la salud en el enfrentamiento a la COVID-19, circulado a los grupos provinciales de Psicología, hace referencia a que un asunto que debe ocupar a los psicólogos de la salud, es la atención a los propios profesionales sanitarios y personal de apoyo que están en la primera línea de combate asistiendo a enfermos y sospechosos.
La literatura refiere que, desde el brote de la enfermedad muchos trabajadores de la Salud han sido infectados con el virus. Un estudio realizado en China destaca como las principales preocupaciones de los trabajadores de la salud fueron, en primer lugar, la infección de sus colegas (72,5 %); en segundo lugar, la infección de miembros de la familia (63,9 %); tercer lugar, medidas de protección (52,3 %); y finalmente, la violencia médica (48,5 %). Por otra parte, un 39 % de los trabajadores sanitarios presentaba problemas psicológicos, principalmente los que ya habían pasado por aislamiento y contagio a familiares o colegas.(4)
Estas premisas, la revisión realizada buscando información en el manejo de los posibles desajustes emocionales que pueden presentarse tanto en la población como en los trabajadores de la salud que la afrontan directamente, y nuestras propias experiencias de años trabajando la psicología de la salud, han motivado a realizar esta investigación, con el objetivo de identificar el estado psicológico de los trabajadores de la salud al salir de la primera línea de trabajo con enfermos de COVID-19.
MÉTODOS
Se realizó un estudio descriptivo, transversal, con los 52 trabajadores de la salud de la provincia Sancti Spíritus, los cuales laboraron en la primera línea de atención a personas contagiadas de la COVID- 19. El trabajo de campo fue realizado durante el periodo de aislamiento que debieron cumplir en el centro turístico Rancho Hatuey, habilitado para esta actividad, en el mes de mayo de 2020.
Se analizaron las variables: sexo (femenino, masculino), edad (en grupos etarios: menos de 30 años, 30-50 años, más de 50 años), años de experiencia (1-3 años, 4-10 años, más de 10 años), profesión (médico, enfermero, estomatólogo, psicólogo, paramédico), necesidad de apoyo psicológico, impacto emocional.
Métodos de investigación: se utilizaron tres instrumentos de investigación; dos de ellos orientados en la Estrategia para la prevención y apoyo psicológico a los profesionales y personal de salud para la seguridad psicológica, emitida por el MINSAP para el enfrentamiento a la COVID-19: 1) Cribado para la identificación de necesidades de apoyo psicológico en personal de salud trabajando con sospechosos y enfermos de COVID-19; 2) Lista de chequeo para la identificación de impactos emocionales en la COVID- 19 en personal de salud trabajando con sospechosos y enfermos; y 3) Cuestionario de Estrés Traumático Secundario (CETS), validado para la población cubana en Tesis de Maestría Validación del Cuestionario de Estrés Traumático Secundario en personal de emergencias médicas de La Habana, defendida en la Universidad Médica de La Habana, Facultad de Ciencias Médicas Miguel Enríquez, en 2018, por la Lic. Lian Martínez García y Tutorada por el Dr.C. Alexis Lorenzo Ruiz.
A todos los participantes se les tomó el consentimiento informado para su participación en el estudio.
El trabajo forma parte de un proyecto del Grupo Provincial de Psicología de Sancti Spíritus, Cuba.
RESULTADOS
En la población estudiada predominó el sexo masculino y el rango de edad de 30 a 50 años. Respecto a la profesión, se distribuyeron en 19 médicos, 14 paramédicos, 13 Licenciados en Enfermería, 5 Estomatólogos y 1 Psicólogo; 28 tenían más de 10 años de experiencia. Al interpretar el instrumento de Cribado para la identificación de necesidad de apoyo psicológico, no se encontraron personas necesitadas de ayuda psicológica. Fue llamativo como la ansiedad es común a todas las personas, pues indicaron en el ítem 13 del instrumento que se han notado ansiosos, angustiados. (Tabla 1).
La aplicación de la Lista de chequeo para la identificación de impactos emocionales de la COVID-19 en personal de la salud que trabaja con sospechosos o enfermos arrojó los siguientes datos:
Personas con señales de alarma leve:
1. Una señal: 50 personas con ansiedad
2. Dos señales: 1 personas (ansiedad y tristeza)
3. Tres señales: 1 personas (ansiedad + incapacidad para relajarse + demandante de atención excesiva)
Personas con señales de alarma relevante:
Una señal: 5 personas (1 con actitud hipercrítica; 1 con trastorno del sueño; 3 con descontrol de la tensión arterial).
Las respuestas también sugirieron que la afectación por esferas, evaluada por la Lista de chequeo, fue muy baja, siendo la ansiedad el síntoma referido por la totalidad de estas personas.
Los resultados del Cuestionario de Estrés Traumático Secundario (Tabla 2) indicaron, en sentido general, que estos trabajadores presentaban muy pocas manifestaciones de estrés secundario a su trabajo con personas contagiadas por la COVID-19. Los porcentajes de respuestas en las 4 dimensiones del cuestionario son muy bajos, aunque fue posible observar la prevalencia de los recursos personológicos (12,02 %) respecto al resto. En las respuestas de 26 trabajadores se refirió que, cuando atienden a alguien piensan que podrían ser ellos, o que eso mismo le podría suceder a alguien cercano. Hubo 25 que expresaron la posibilidad de contagiarse con los sentimientos experimentados por sus pacientes; mientras que otros 12 respondieron que cuando terminan una intervención, creen sentir como propia la angustia manifestada por su paciente.
El 4,28 % tuvo respuestas predictoras de síndrome de trauma secundario (solo 67 respuestas predictoras de manifestaciones de estrés secundario en esta dimensión de 1 560 posibles a responder por el total de participante). Una (1) persona expresó que el trabajo la desajusta emocionalmente; otra que se siente agotada física y mentalmente; y dos (2), que les cuesta trabajo concentrarse.
El 1,20 % tuvo respuestas (15 respuestas de 1248 posibles) predictores de consecuencias de estrés traumático secundario. Las consecuencias manifestadas fueron: 7 sufrían malestares estomacales desde hacía algún tiempo; 3 padecían dolores de cabeza frecuentes; 2 habían tenido problemas recientes con la pareja; una (1) persona había sentido la necesidad de aislarse con frecuencia; otra (1), frecuentemente sufría erupciones o lesiones en la piel sin explicación aparente; y una (1) tercera, desde que trabajaba en este servicio, aumentó su necesidad de consumir bebida, tabaco u otro tipo de sustancias (en este caso tabaco).
El 8,36 % de sus respuestas estuvieron en correspondencia con la dimensión antecedentes organizacionales (113 de 1 352 posibles respuestas predictoras de estrés en esta dimensión). Las más representativas fueron tener que trabajar tantas horas seguidas (20 respuestas); considerar que cuando el familiar o el paciente es también trabajador de emergencias resulta incómodo realizar su trabajo (14 respuestas); y que, cuando se recibe un aviso, la presión por llegar en el menor tiempo posible es muy grande (10 respuestas).
DISCUSIÓN
Fue llamativo como la ansiedad es común a todas las personas, pues los encuestados indicaron, mediante uno de los instrumentos aplicados, que se han notado ansiosos, angustiados. Esta ansiedad está asociada al hecho de continuar en aislamiento y el deseo de reencontrarse con la familia, y no a reacciones motivadas por el trabajo realizado, para el cual refieren que estaban preparados y se sentían seguros. Cada uno de estos elementos fue referido en las entrevistas. Así mismo, la afectación por esferas se mostró muy baja, y fue también la ansiedad el síntoma referido por la totalidad de estas personas.
En Cuba, un trabajo realizado en la provincia de Holguín propone un protocolo para la atención psicológica a distancia al personal de la salud, elaborado e implementado por psicólogos de ese territorio, liderados desde el Grupo de Neuropsicología del Hospital Lucía Íñiguez Landín. En el presente artículo, el diagnóstico realizado a los profesionales de la salud que se encontraban laborando en la primera línea de atención a pacientes con COVID-19, mediante los instrumentos ya referidos, evidenció que las personas identificadas con necesidades de atención psicológica, mediante el instrumento de cribado en particular, generaron más llamadas que las que no tenían esa necesidad, lo que habla a favor de la eficacia de este; así mismo, las señales de alarma de nivel leve fueron las más frecuentes.(5)
Respecto a los resultados del Cuestionario de Estrés Traumático Secundario, estudios similares se han realizado en otras partes del mundo, donde pudimos encontrar resultados divergentes.
En China, un estudio transversal realizado en 1 257 trabajadores de la salud, en 34 hospitales equipados con clínicas de fiebre o salas para pacientes con COVID-19 en múltiples regiones de esa nación, una proporción considerable de ellos informó haber experimentado síntomas de depresión, ansiedad, insomnio y angustia, especialmente las mujeres, las enfermeras de Wuhan, y los trabajadores de atención médica de primera línea directamente involucrados en el diagnóstico, tratamiento o prestación de atención de enfermería a pacientes con sospecha o confirmación de COVID-19.(6)
En Europa, otro estudio observó hallazgos como la escasez de protección y el gran número de contagiados; el temor al contagio por parte de los trabajadores, precisamente por no contar con los medios de protección requeridos para su trabajo.(7)
Siguiendo esta tendencia, Ricci Cabello y Ruiz Pérez realizaron varias revisiones bibliográficas para identificar y sintetizar la evidencia científica disponible sobre el impacto en la salud mental en trabajadores sanitarios al frente de brotes virales epidémicos, y encontraron que la frecuencia de problemas de salud mental en profesionales sanitarios al frente de emergencias causadas por epidemias virales es especialmente elevada: estimaciones obtenidas a través de la realización de diversos meta-análisis indican una elevada prevalencia de ansiedad (45 %), seguida de depresión (38 %), estrés agudo (31 %), burnout (29 %) y estrés post-traumático (19 %). Los análisis de subgrupos llevados a cabo mostraron una ausencia de diferencias significativas en cuanto a estas prevalencias durante y después de las emergencias sanitarias, lo cual sugiere que los efectos sobre la salud mental se podrían mantener a largo plazo.(8)
Los resultados de la presente serie están dados por la preparación que tuvo este personal sanitario para afrontar la tarea, la experiencia acumulada tanto por el sector salud en nuestro país como por sus recursos humanos, el alto reconocimiento de la sociedad a su trabajo, la seguridad y medios de protección disponibles, así como los aspectos actitudinales de nuestros trabajadores de la salud, situación que difiere a la encontrada por estudios similares.(4,5,7)
Para nada significan estos datos un reflejo de criterios psicopatológicos inherentes a la etapa aguda en situaciones críticas, ni llegan a ser propios del estrés traumático secundario.(9)
El personal sanitario que laboró directamente en la atención a personas contagiadas con la COVID-19 al salir de esta primera línea de cuidados no presentó señales de alarma que requieran atención psicológica especializada, aunque manifestó ansiedad asociada al hecho de continuar en aislamiento, y al deseo de reencontrarse con la familia. No se evidencian criterios psicopatológicos inherentes a la etapa aguda en situaciones críticas, ni llegan a ser propios del estrés traumático secundario.
Conflicto de intereses:
Los autores no refieren conflictos de intereses.
Contribución de los autores:
Eduardo Veloso Pérez: trabajó en la concepción y diseño del estudio, búsqueda y análisis de documentos, referencias bibliográficas, valoración de las evidencias de investigaciones sobre el estado psicológico del personal sanitario en atención directa a personas contagiadas de COVID-19, y en la preparación del manuscrito.
Sheila Y. Collera Rives: aplicación de los instrumentos de investigación al personal sanitario en su período de cuarentena al salir de la línea directa de trabajo con contagiados de COVID-19 y en la preparación del manuscrito.
Ariadna Veloso Rodríguez: búsqueda y análisis de documentos, referencias bibliográficas, valoración de las evidencias de investigaciones sobre el estado psicológico del personal sanitario en atención directa a personas contagiadas de COVID-19, y en la preparación del manuscrito.
Alexis Lorenzo Ruiz: preparación del manuscrito y revisión final del informe de investigación.
Financiación:
Universidad de Ciencias Médicas de Sancti Spíritus.