INTRODUCCIÓN
La educación médica se desarrolla en constante cambio y está expuesta a disímiles retos. El aumento creciente de la información, el incesante desarrollo de las tecnologías, la influencia de la inteligencia artificial en la relación médico-paciente y su actual ruptura, el desplazamiento a un segundo plano de las evidencias clínicas, el impacto del deterioro del medio ambiente sobre el estado de salud, entre otras características de la contemporaneidad, son algunos de esos desafíos. La suficiencia profesional es su objetivo, con la cual se espera el logro de mejores niveles de salud en la población. Esta es el resultado y el objeto de un proceso de capacitación y cualificación que no solo se desarrolla en la educación de pregrado, sino que es imprescindible en el posgrado.(1)
Dentro de este marco, ha sido reconocido por la Organización Mundial de la Salud la importancia de los métodos y herramientas de gestión del conocimiento para formular estrategias sanitarias orientadas al desempeño eficiente de los sistemas de salud y el control de las enfermedades que azotan a la humanidad; se reconocen dentro de estas, al cáncer colorrectal.(2) Esta neoplasia maligna constituye la tercera causa de muerte dentro de la mortalidad por tumores malignos a nivel mundial.(3) En Cuba, su comportamiento es similar, con 2632 fallecimientos en el año 2023, para una tasa de 25,7 por 100 000 habitantes según las cifras publicadas en el anuario estadístico de salud del 2024.(4)
Las estimaciones mundiales revelan inequidades sorprendentes en cuanto a la carga de cáncer en las diferentes poblaciones. En el marco de la I Reunión Regional de Intersectorialidad para Avanzar en la Equidad en Salud, organizada por la Organización Panamericana de la Salud y la Organización Mundial de la Salud, celebrada del 21 al 23 de noviembre de 2023 en la ciudad de La Habana (Cuba), se declara este principio como “pilar central” en la misión de abordar los desafíos persistentes en la reducción de las inequidades en salud.(5, 6) El objetivo de Definir las diferentes posturas en torno a la contribución de la educación médica al logro de una mayor equidad en la comunidad para optimizar el control del cáncer colorrectal.
Para la ejecución del presente artículo se realizó una búsqueda en las bases de datos de PubMed, MEDLINE, EMBASE y Google Académico a partir de palabras claves. Los criterios de inclusión estuvieron basados en los estudios con abordaje de las contribuciones de la educación médica para promover equidad y mayor control del cáncer colorrectal a partir de la educación para la salud que brindan los médicos de familia en su comunidad. Se utilizaron estudios primarios y secundarios. Se excluyeron aquellos que, a consideración de los autores, no mostraron resultados de manera adecuada, coherente ni objetiva. Fueron identificados 41 estudios que cumplían con los criterios de inclusión y exclusión predeterminados, y finalmente se seleccionaron 24 de ellos como referencias bibliográficas del artículo científico.
DESARROLLO
La equidad en salud es “la ausencia de diferencias injustas, evitables o remediables en el estado de salud entre grupos de población definidos socialmente, económica, demográfica o geográficamente”.(7) En la actualidad, este término posee alta visibilidad y relevancia mundial. Su alcance ha sido relacionado con la disminución de la morbimortalidad por enfermedades como el cáncer, cuando todos tienen la misma oportunidad de prevenirlo, detectarlo en las etapas iniciales y recibir el tratamiento y seguimiento adecuados. Ejemplo de ello lo constituye el cáncer colorrectal, neoplasia maligna susceptible de prevención y de diagnóstico precoz, ya que se conoce su historia natural y están disponibles pruebas de cribado y métodos diagnósticos de alta sensibilidad y especificidad aplicables a la población sana sin generar riesgos excesivos. Además de que su tratamiento, en fases precoces, mejora significativamente el pronóstico de la enfermedad.
Los factores de riesgo del cáncer colorrectal son múltiples y descansan en dos pilares fundamentales: el pilar genético y el ambiental. Dentro de este último se encuentran el consumo del tabaco, el consumo perjudicial de alcohol, la obesidad, el sedentarismo, la dieta inadecuada caracterizada por alta ingesta de carnes rojas, carnes procesadas y una baja ingesta de frutas y verduras. Por tanto, es una entidad que se asocia al estilo de vida, así como a factores sociales, dígase nivel educativo, solvencia económica y accesibilidad a los servicios médicos, entre otros. Es decir, a los determinantes sociales de la salud, definidos por la Organización Mundial de la Salud como “las circunstancias en que las personas nacen, crecen, trabajan, viven y envejecen, incluido el conjunto más amplio de fuerzas y sistemas que influyen sobre las condiciones de la vida cotidiana”.(8)
Un factor de inequidad relacionado con el cáncer, y que se investiga con gran interés en la actualidad, es la disparidad de género. En Mujer, poder y cáncer, estudio publicado en The Lancet en 2023, se plantea que existe una brecha de género en esta enfermedad, caracterizada por “formas superpuestas de discriminación, como la edad, la raza, etnia, estatus socioeconómico, orientación sexual e identidad de género”, que “intercepta y restringe los derechos y oportunidades de una mujer para evitar riesgos de cáncer modificables e impide su capacidad para buscar y obtener un diagnóstico oportuno y atención oncológica de calidad”. Estadísticas alarmantes citadas por dicha investigación aluden a que de los 2,3 millones de mujeres que mueren prematuramente por cáncer cada año, se podrían evitar 1,5 millones de muertes mediante estrategias de prevención primaria o detección temprana, mientras que se podrían evitar otras 800 000 muertes si las mujeres de todas las regiones pudieran acceder a una atención óptima contra el cáncer.(9)
Es a través de la promoción de salud y la prevención de los factores de riesgo modificables desde donde se puede lograr el control de la enfermedad. Asimismo, con un mayor nivel de educación para aumentar el conocimiento al respecto, se evitarían muchos retrasos en su diagnóstico, con el consiguiente incremento de la sobrevida y calidad de vida de los pacientes. Cabe resaltar, que en no pocas ocasiones el nivel educativo y el contexto cultural donde se desenvuelve la población determinan, más allá del nivel socioeconómico (ingresos), la presencia de un factor de riesgo, como, por ejemplo, la preferencia alimentaria en el cáncer colorrectal.
La prevención de la enfermedad suele ser homologada con el término de promoción de salud por algunos salubristas, debido a que con frecuencia ambos conceptos se superponen.(10, 11) Sin embargo, los autores parten del criterio de que se diferencian en su enfoque: la promoción trabaja con población sana, la prevención con población enferma o en riesgo de enfermar.(12) Espíndola y colaboradores, en su artículo refieren que los nuevos descriptores del tema equidad se concentran principalmente bajo el concepto de promoción de la salud, al reflejar el empoderamiento para la salud.(13) La promoción de salud, entendida como “proporcionar a los pueblos los medios necesarios para mejorar su salud y ejercer un mayor control sobre esta”, es la medida de mayor disponibilidad, en estos momentos, para reducir las inequidades en materia de salud en el control del cáncer a nivel mundial.(14) De hecho, se reportan estudios donde se asocia la falta de alfabetización sanitaria con una mayor incidencia y mayor frecuencia de diagnóstico tardío del cáncer.(15, 16, 17) Y se debe agregar que estudiosos del tema recomiendan, al tratarse el nivel educativo de un factor importante en esta enfermedad, trabajar la alfabetización sanitaria desde la infancia.(15)
Partiendo entonces de la importancia de la promoción de salud y la prevención de los factores de riesgo para el control del cáncer colorrectal, se impone reconocer que el escenario propicio para fomentar estos procesos es la Atención Primaria de Salud (APS), primera línea de interacción individuo-sistema sanitario. Un óptimo desempeño profesional del médico de familia se caracteriza por su adecuada competencia en la educación para la Salud, desde donde puede realizar acciones de promoción y prevención. La educación médica, responsable de la calidad de la formación académica y de la práctica médica, debe asumir el rol que le corresponde como garante de estas competencias profesionales en correspondencia con las necesidades del desarrollo en sus diferentes dimensiones, y orientadas a satisfacer las demandas existentes a nivel de la comunidad.
En relación a lo anterior, la Organización Panamericana de la Salud, en su Estrategia y Plan de acción sobre la Promoción de la salud en el contexto de los objetivos de desarrollo sostenible 2019-2030, reconoció que “…a menudo la capacitación del personal de salud no es adecuada para crear y mantener la salud…”. Como respuesta a ello diseñó una línea estratégica de acción encaminada a fortalecer los sistemas y servicios de salud donde propone desarrollar, además, competencias en todo el personal sanitario para que trascienda su responsabilidad de prestar servicios clínicos y curativos, lo que significa reconocer a los promotores de salud como trabajadores esenciales.(18) Dentro de este orden de ideas, resulta oportuno señalar uno de los principios de la educación médica, que permite hacer frente a estos desafíos: el principio de formación continuada y permanente. Los autores reafirman su acuerdo con lo planteado por Valcárcel Izquierdo: “La educación continuada y permanente es la vía para la adquisición de competencias en los servicios asistenciales, docentes e investigativos, y por ello, se hace necesaria una adecuada ejecución, como estrategia en las universidades médicas cubanas”.(19)
Dicho de otro modo, la educación médica es una herramienta esencial en el control del cáncer colorrectal a través de sus pilares fundamentales: prevención, diagnóstico temprano y tratamiento oportuno. Además de enseñar a los profesionales los conocimientos necesarios para su diagnóstico y tratamiento, debe ser capaz de enseñar a estos cómo educar para la salud, cómo hacer promoción de salud y cómo enseñar a prevenir la enfermedad. Debe, además, dotarlo de conocimientos, habilidades e instrumentos que le permitan desarrollar esas competencias en medio de inequidades. Por ejemplo, Ricárdez y López plantean que para la construcción de una cultura preventiva ciudadana es necesario poner en práctica varios tipos de estrategias donde no solo se brinde información y orientación, sino que es necesario sensibilizar a las personas, generar intereses, abrir expectativas, brindarles medios que faciliten la aplicación de los temas en su vida cotidiana, multiplicar el conocimiento.(20) Para Bonal y colaboradores, existe un predominio de las habilidades del médico de familia sobre las actitudes y los conocimientos dentro de las competencias necesarias en relación a su tarea de realizar promoción de salud y prevención de la enfermedad.(21)
Otro campo donde la educación médica pudiera empoderar a los profesionales de la salud para optimizar el control del cáncer a nivel de la APS, es en la creación y el desarrollo de buenas prácticas. Las buenas prácticas se definen como “iniciativas, intervenciones, soluciones, metodologías o procedimientos aplicados durante la ejecución de actividades y proyectos a nivel local, subregional y regional que han producido resultados que se podrían adaptar o reproducir en diferentes contextos y en diferentes países, territorios u organizaciones”. En la evolución histórica de la sanidad a nivel mundial, se hace notar cómo la implementación de estas ha sido decisiva para producir impactos positivos en el control de enfermedades con elevada morbimortalidad.(22)
Habría que añadir que, en los últimos años, se han desarrollado ideas comunes en la comunidad científica internacional acerca del papel de la Educación Superior como entorno importante e influyente para incorporar los principios y la práctica de la promoción de la salud de manera que estos se extiendan a las comunidades.(12, 23, 24)
CONCLUSIONES
Aunque sin lugar a dudas se ha avanzado en este tema, en algunos países más que en otros, puede hacerse aún más en aras de lograr una educación médica más comprometida socialmente, más integral, inclusiva y diversa, vinculada con las necesidades de salud y competente para llegar a todos salvando las inequidades existentes. De tal forma, la educación médica puede contribuir al logro de una mayor equidad de la comunidad para optimizar el control del cáncer colorrectal a través de la educación para la salud y el empoderamiento de los profesionales para el uso de las buenas prácticas.
Conflicto de intereses:
Los autores declaran que no existe conflicto de interés.
Contribución de los autores:
Conceptualización: Ania Hernández Ortega
Investigación: Ania Hernández Ortega, Julio César Sánchez Cruz
Metodología: Ania Hernández Ortega
Redacción-borrador original: Ania Hernández Ortega
Redacción – revisión y edición: Ania Hernández Ortega, Regla de las Mercedes Ponce de León Narváez, Norberto Valcárcel Izquierdo, Julio César Sánchez Cruz
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