INTRODUCCIÓN
La pandemia de COVID-19 evolucionó en una crisis de salud global, con un impacto significativo en términos de enfermedad y muerte y se manifestó a través de una diversidad de síntomas que abarcan desde la fiebre hasta la tos, la dificultad para respirar y la fatiga.(1) La aparición de diversas mutaciones del SARS-CoV-2 complicó la situación y representa un obstáculo en la lucha contra esta pandemia. El origen preciso del COVID-19 continúa siendo un enigma sin una explicación definitiva por parte de la comunidad científica.(2)
El desarrollo clínico de la infección por COVID-19 tiende a ser grave, especialmente en individuos con comorbilidades, como la diabetes mellitus tipo 2.(3) Se identifica que la obesidad, la diabetes, la hipertensión y la edad son factores que se asocian con un mayor riesgo de progresión grave de la enfermedad COVID-19, sin embargo, la evidencia sobre otros estados de salud no ha proporcionado conclusiones definitivas.(4)
Se ha observado un aumento en la gravedad de la enfermedad COVID-19 con el aumento de la edad del paciente. Instituciones de salud nacionales como el Instituto Robert Koch (RKI) (por sus siglas en inglés) en Alemania y los Centros para el Control de Enfermedades (CDC) (por sus siglas en inglés) en Estados Unidos informaron de forma habitual los casos y muertes de COVID-19 estratificados por edad y describieron un aumento de la mortalidad a medida que aumentó la edad. (5) Se piensa que las personas de edad avanzada sean más susceptibles a sufrir gravedad por una inmunidad débil y otras disfunciones orgánicas.(6)
La pandemia de COVID-19 tuvo un impacto significativo en la Salud Pública a nivel global. A medida que se avanzó en la comprensión de esta enfermedad, se observó que la gravedad de la COVID-19 podía variar considerablemente entre diferentes grupos de edad. Existe una necesidad apremiante de comprender mejor cómo la edad de los pacientes está relacionada con la severidad de la enfermedad. En este ámbito, el objetivo del estudio fue: comparar la severidad de la COVID-19 en diferentes grupos de edad de pacientes atendidos en el Hospital General Docente Ambato de Ecuador.
MÉTODOS
Se realizó una investigación de tipo descriptiva y transversal en el Hospital General Docente Ambato de Ecuador. Se estudió una población de 659 pacientes con 18 años o más, con infección por SARS-CoV-2 confirmada mediante prueba de reacción en cadena de la polimerasa con transcriptasa inversa (RT-PCR) (por sus siglas en inglés), que recibieron atención médica por COVID-19 en el Hospital General Docente Ambato durante el segundo semestre del 2021.
Se estudiaron las variables: edad, sexo y severidad de la COVID-19. Con respecto a la edad, los pacientes se dividieron en tres grupos: adultos jóvenes (de 18 a 39 años), adultos de mediana edad (de 40 a 64 años) y adultos mayores (65 años o más). Para el procesamiento de la severidad de la COVID-19 se categorizó como: leve, severa y grave. Para la evaluación se utilizaron criterios internacionales que categorizan la enfermedad en distintos niveles, principalmente, basados en la presentación clínica y los hallazgos médicos:
- COVID-19 leve: se caracteriza por síntomas generalmente autolimitados que no representan una amenaza para la vida. Los pacientes pueden experimentar síntomas como: fiebre leve, tos seca, fatiga, dolor de garganta y congestión nasal. No presentan signos significativos de dificultad respiratoria ni evidencia de insuficiencia orgánica. Los criterios incluyeron síntomas leves a moderados sin dificultad respiratoria, una saturación de oxígeno SpO2 ≥ 94 % en aire ambiente y radiografías de tórax sin evidencia de neumonía significativa.(7)
- COVID-19 severa: implica una enfermedad que provoca dificultad respiratoria significativa, lo que puede requerir hospitalización. Los pacientes pueden mostrar una saturación de oxígeno reducida y signos de distrés respiratorio, como una frecuencia respiratoria elevada o dificultades para hablar o moverse. Los criterios abarcaron dificultad respiratoria con una frecuencia respiratoria ≥ 30 respiraciones por minuto, una saturación de oxígeno SpO2 < 94 % en aire ambiente y radiografías de tórax con evidencia de infiltrados pulmonares significativos.(7)
- COVID-19 grave: esta categoría representa la forma más grave de la enfermedad, con riesgo para la vida del paciente, los cuales a menudo requieren cuidados intensivos y ventilación mecánica debido a una insuficiencia respiratoria aguda, además, de los síntomas respiratorios graves, pueden desarrollar disfunción orgánica y afectación de múltiples sistemas. Los criterios incluyeron dificultad respiratoria extrema con necesidad de ventilación mecánica, una saturación de oxígeno SpO2 < 90 % en aire ambiente, evidencia de insuficiencia orgánica, como disfunción cardíaca o renal aguda y la posible necesidad de soporte circulatorio, como presión positiva en las vías respiratorias o vasopresores.(7)
La información extraída fue almacenada en una base de datos confeccionada en SPSS 24.0. Para el análisis se empleó estadística descriptiva (frecuencias absolutas y relativas porcentuales y media). Se realizó la prueba de Kruskal-Wallis para evaluar la existencia de diferencias en la gravedad de la COVID-19 entre los tres grupos etarios definidos. Se determinó la existencia de una diferencia estadísticamente significativa si el valor p < 0,05.
RESULTADOS
DISCUSIÓN
La COVID-19 ha continuado impactando desde su inicio a fines de diciembre de 2019. A pesar de las medidas extraordinarias que los países están adoptando, como confinamientos, distanciamiento social, uso de mascarillas y restricciones a las reuniones en grupos grandes, el mundo experimenta nuevos casos de infecciones y fallecimientos. Resulta interesante observar que los individuos más jóvenes parecen presentar una menor probabilidad de ser afectados por el SARS-CoV-2.(8) Además de la afección aguda, la COVID-19 también puede ocasionar síntomas que persisten, después de la infección. Es importante conocer que los adultos mayores pueden experimentar patrones de síntomas distintos en comparación con otros grupos etarios.(9) Estos fenómenos plantean preguntas importantes sobre cómo diferentes grupos de edad pueden verse afectados por la enfermedad, lo cual es uno de los aspectos que se investiga en este estudio, que se enfocó en comparar la gravedad de la COVID-19 en distintos grupos etarios.
La elevación del rango promedio conjuntamente con el grupo etario indica que la severidad de la COVID-19 tendió a aumentar con la edad, ya que el grupo de adultos mayores presentó el rango promedio más alto, seguido por el grupo de adultos de mediana edad y, finalmente, por los adultos jóvenes. Estos hallazgos iniciales sugirieron que podría haber diferencias en la severidad de la COVID-19 entre los grupos de edad, lo que justificó la aplicación del análisis de Kruskal-Wallis para evaluar la significancia estadística de estas diferencias. El valor alto de H sugiere que las distribuciones de al menos dos grupos son significativamente diferentes en términos de la variable de interés (en este caso, la severidad de la COVID-19).
En el estudio de Mueller(10) se pone de manifiesto que la gravedad y el desenlace de la enfermedad COVID-19 están fuertemente influenciados por la edad del paciente. Se destaca que los adultos mayores de 65 años constituyen aproximadamente el 80 % de las hospitalizaciones y enfrentan un riesgo de mortalidad 23 veces mayor en comparación con los individuos menores de 65 años.
O'Driscoll y cols.(11) emplearon datos sobre las defunciones relacionadas con la COVID-19 desglosadas por edad en 45 países junto con los resultados de 22 investigaciones de seroprevalencia. Los resultados revelan que la distribución de las muertes en menores de 65 años se mantuvo notablemente uniforme en diferentes contextos. Las estimaciones indican que la tasa de mortalidad por infección es más baja en el grupo de niños de 5 a 9 años, con un aumento gradual en la mortalidad por edad a partir de los 30 años. Las diferencias entre países en las tasas de mortalidad por infección se pueden explicar parcialmente mediante las estructuras de edad de la población y las cargas de infección en hogares de ancianos.
En el estudio de Srivastava y cols.(12) se encontró que en los pacientes con edades comprendidas entre 18 y 40 años, la presentación durante la variante delta se relacionó con un mayor riesgo de experimentar casos graves de COVID-19, eventos cardiovasculares adversos mayores y mortalidad hospitalaria en comparación con la presentación durante la variante salvaje/alfa del virus. Por otro lado, en pacientes mayores de 40 años, la variante delta, también, se asocia con un mayor riesgo de COVID-19 grave, eventos cardiovasculares adversos mayores y mortalidad hospitalaria en comparación con la salvaje/alfa.
El metaanálisis de Barek(6) reveló que los pacientes con COVID-19 de 50 años de edad mostraron 3,36 veces más riesgo de gravedad, resultado estadísticamente significativo en comparación con los menores de 50 años. Su estudio no encontró asociación de la severidad de la COVID-19 en pacientes mayores de 65 años, sin embargo, sí fue ostensible que los pacientes de mayor edad y con mayor frecuencia de comorbilidades son más susceptibles al SARS-CoV-2.
Junto con los efectos estacionales que llevan a la realización de actividades al aire libre o en espacios cerrados, la relajación gradual de las medidas de prevención dio lugar a la aparición de una segunda y tercera ola de infecciones por SARS-CoV-2 en varios países. De manera interesante, los datos sugieren que la proporción de infecciones que afectaron a la población de mayor edad fue inicialmente reducida durante los períodos de baja prevalencia y aumentó progresivamente a medida que el número de casos se incrementaba. Este fenómeno creó una presión adicional en el sistema de atención médica durante las fases de alta prevalencia,(13) aunque muchas personas mayores en el Hospital General Docente Ambato de Ecuador continuaron adheridas a las medidas preventivas durante la transición entre las dos olas de la pandemia, la interacción social con individuos más jóvenes se convirtió en un medio de propagación de la infección entre diferentes grupos de edad. En consecuencia, la contención de la pandemia resulta fundamental en todos los grupos de edad para proteger a las poblaciones vulnerables, como los adultos mayores.(14)
La diversidad en los patrones de contacto, las tasas de mortalidad y la capacidad de propagación entre diferentes grupos de edad puede tener un impacto considerable en los resultados de una epidemia. La adaptación del comportamiento en respuesta a la difusión de un agente infeccioso puede conducir a dinámicas epidemiológicas de gran complejidad. La variación en la susceptibilidad a la infección según la edad puede generar dinámicas epidémicas más intrincadas, incluso, cuando la transmisión del patógeno es relativamente baja y aquellos con menor riesgo de infección pueden contribuir a la complejidad en la dinámica de aquellos con un mayor riesgo de infección.(15) En la toma de decisiones, los responsables de políticas deben considerar la interdependencia de estos grupos tan diversos.
Sobre la base de los resultados de este estudio, los investigadores recomiendan la implementación de una estrategia de comunicación y una campaña de concientización social que brinde información sobre estilos de vida saludables como medida para mitigar los impactos de la COVID-19. Estas estrategias se deben enfocar particularmente en los adultos mayores, que cosntituyen el grupo más vulnerable y que a menudo no recibe esta información en entornos educativos.(16)
Los investigadores también sugieren que dada la agravante influencia de la discriminación en grupos sociales como los indígenas y mestizos, como señalan otros estudios,(17) particularmente en Ecuador es esencial llevar a cabo investigaciones adicionales sobre la COVID-19 en la población de adultos mayores con estas particularidades sociodemográficas, dado su alto nivel de vulnerabilidad.
La creación de una matriz Debilidades-Amenazas-Fortalezas-Oportunidades (DAFO) específicamente adaptada para entornos hospitalarios, permitiría el análisis y la formulación de estrategias en un contexto complejo y en constante cambio. Con el propósito de abordar este desafío, se podrá desarrollar una matriz que utilice conjuntos plitogénicos como base, lo que proporciona una herramienta eficaz para optimizar el proceso de toma de decisiones relacionadas con la COVID-19, especialmente en el caso de los adultos mayores.(18)
En los pacientes estudiados, la gravedad de la COVID-19 varió según grupos etarios, con un resultado mayor a medida que aumentó la edad. Esto mostró la necesidad de realizar cribados basados en la edad y la necesidad de trazar políticas para atender de forma rápida a los adultos mayores con diagnóstico de COVID-19.
Conflicto de intereses:
Los autores declaran la no existencia de conflictos de intereses relacionados con el estudio.
Contribución de los autores:
1. Conceptualización: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.
2. Curación de datos: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.
3. Análisis formal: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.
4. Adquisición de fondos: Esta investigación no contó con la adquisición de fondos.
5. Investigación: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.
6. Metodología: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.
7. Administración del proyecto: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.
8. Recursos: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.
9. Software: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.
10. Supervisión: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.
11. Validación: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.
12. Visualización: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.
13. Redacción del borrador original: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.
14. Redacción, revisión y edición: Lina Espinoza Neri Pire, Freddy Fernando Jumbo Salazar, Jenny Olivia Caicedo Rodríguez.