INTRODUCCIÓN
La adolescencia y la familia han constituido frecuente motivo de estudio por los profesionales de la salud. La adolescencia constituye una importante etapa de la vida y uno de los programas con prioridad en nuestro sistema nacional de salud cuyo objetivo ha estado dirigido fundamentalmente a realizar actividades de promoción y prevención.
La familia es un grupo de pertenencia natural en el cual se establecen relaciones de dependencia y vínculos afectivos entre sus miembros. Posee una estructura jerárquica de carácter dinámico y funcionamiento sistémico. La necesidad de vivir en familia que tiene el hombre se acrecienta ante el carácter eminentemente psicológico de la relación niño-adulto durante todo el período en el cual crece y deviene en personalidad.1
Las investigaciones con adolescentes, en lo referente a la familia, han estado dirigidas al estudio del funcionamiento o la disfunción familiar de manera global. En los trabajos que miden los indicadores del funcionamiento familiar2-4 el más estudiado suele ser la comunicación, ya que es de los más afectados hacia el interior de la familia y que en la adolescencia alcanza mayor connotación.
La comunicación en el espacio de la familia también ha generado muchos estudios, dado que la curiosidad de los investigadores se dirigió, en una lógica comprensible, hacia lo que se presentaba como el origen de la comunicación grupal y social en busca de los elementos clave que explicasen esos procesos. Sin embargo, parece más extraño, aunque únicamente a primera vista, aproximarnos al estudio del ámbito de la comunicación dentro de la esfera familiar bajo la pregunta de “cómo” debe hacerse, dado que la práctica eficiente en estas habilidades parecería connatural a este espacio social.5
Un principio básico para la comunicación positiva es construir las relaciones padres/hijos en positivo. Tomar conciencia sobre el valor socializador de la familia. Este es el primer grupo social en el que el niño se mueve, sus primeras pautas de relación social se adquieren aquí bajo una gran presión afectiva. 5
La comunicación es interacción personal en la que se intercambia información con otras personas, siempre y cuando haya entre ellas un conjunto de precondiciones, conocimientos y reglas que la hacen posible.2 Es un proceso interactivo, que se distingue por el intercambio de las personas que entran en ella, lo que hace a este proceso rico e irrepetible que va más allá del intercambio de signos, es un trueque en el que intervienen vivencias, sentimientos, ideales, valores, convicciones, actitudes y motivaciones que se reflejan en ese proceso e influyen en las personas que participan en él, de ahí que se considere “el proceso donde se realiza la presentación del mundo interno del sujeto a otro sujeto”. 3
La cohesión familiar es una de las dimensiones centrales de la dinámica familiar, entendida como los lazos emocionales que los miembros de la familia tienen unos con otros y el grado de autonomía personal que experimentan, medidos en términos de relaciones más frecuentes y estrechas entre ellos, y que se expresa generalmente en actitudes de apoyo mutuo, realización de actividades juntos y afecto recíproco.6
Sin embargo, para un desarrollo óptimo de cada uno de los miembros de la familia, el nivel de cohesión debe al mismo tiempo ser compatible con la necesaria individualización y autonomía de todos y cada uno de ellos.7
La satisfacción de la familia implica un conjunto de demandas funcionales entre sus integrantes y la percepción entre los mismos de que estos están siendo aceptados, validados y satisfechos por los demás. Sentir un grado aceptable de satisfacción familiar, inducirá a los miembros de la familia a intercambiar emociones, sentimientos a desarrollar pautas de interacción adecuadas, cooperativas así como a validar y fortalecer la imagen mutua de cada integrante.8
El grado de satisfacción familiar de los miembros es un predictor del funcionamiento familiar, pues, siendo la resultante del juego de interacciones que se dan en el plano familiar, si este último presenta buenos niveles, habría ausencia de conflicto y una satisfacción familiar mayor.
En otras palabras, una alta satisfacción familiar indica que es una familia donde las interacciones son más positivas -reforzadoras que negativas - punitivas. En este sentido, una mayor satisfacción con la vida de familia estaría relacionada con mayor frecuencia e intensidad de experiencias afectivas de amor, cariño, afecto, alegría y felicidad; mientras que una menor satisfacción con la vida de familia se relacionaría con mayores experiencias de coraje, enojo, frustración, desilusión, tristeza y depresión.9
En la literatura sobre conflicto familiar en la adolescencia, podemos constatar que actualmente persisten dos tipos de resultados: por una parte, se tiende a destacar los aspectos positivos de las interacciones entre padres e hijos, mostrando una imagen más bien optimista de sus relaciones y funciones positivas del conflicto paterno-filial. Por otro lado, sin embargo, otra serie de estudios muestra los efectos negativos que el conflicto familiar puede tener sobre el bienestar del adolescente y sobre la propia dinámica familiar, sin ignorar la incidencia que dichos efectos puedan tener, finalmente, sobre los problemas de salud pública y la generación de violencia social. Algunos autores han señalado que el efecto positivo o negativo que puedan tener los conflictos sobre las relaciones paterno-filiales y el bienestar del adolescente depende, en realidad, de factores moduladores.10
Las familias disfuncionales generaran actitudes y comportamientos negativos, afectando los niveles comunicacionales, y la satisfacción personal y familiar será percibida como desfavorable. Estos niveles altos y permanentes de insatisfacción familiar suelen afectar la personalidad de sus miembros, convirtiéndose dicha familia en un factor de riesgo para sus integrantes.
En nuestro país se brinda especial atención al desarrollo de la adolescencia y suele ser este grupo de edades de los que con frecuencia acuden al nivel primario del sistema nacional de salud. Las consultas al psicólogo en esta etapa abarcan desde la crisis de la adolescencia hasta los conflictos que se desencadenan en el medio familiar. Esta problemática motivó el estudio que tuvo como objetivo determinar el tipo de comunicación, el nivel de cohesión y el grado de satisfacción familiar en adolescentes que cursan la enseñanza secundaria y preuniversitaria.
MÉTODOS
Estudio descriptivo realizado en la Escuela Secundaria Básica Urbana Luis Pérez Lozano y en el Instituto Preuniversitario Urbano Félix Edén Aguada, del municipio de Cienfuegos, durante el periodo de enero a marzo de 2014. Las dos escuelas fueron seleccionadas por muestreo no probabilístico a conveniencia.
El universo estuvo constituido por 375 adolescentes que cursaban 8vo y 11no grado, comprendidos en las edades de 12-14 y 15-17 años. Para seleccionar la muestra en un primer momento se utilizó el programa de Excel, de manera aleatoria, fueron escogidos 2 grupos de los grados 8vo y 11no. En un segundo momento se seleccionaron de forma aleatoria 32 estudiantes de la enseñanza secundaria y 32 estudiantes de la enseñanza preuniversitaria, se realizó un muestreo estratificado por sexo para escoger 16 estudiantes femeninas y 16 masculinos en cada enseñanza. La muestra inicial fue de 64 adolescentes pero dos de los adolescentes de la enseñanza secundaria cumplieron con los criterios de salida, por lo que quedó conformada por 62 adolescentes: 30 de la enseñanza secundaria y 32 de la enseñanza preuniversitaria.
Criterios de salida: adolescente que por cualquier razón no asistió más a la escuela, dígase cambio de domicilio, país, provincia o fallecimiento.
Variables del estudio: etapa de la adolescencia: media (12-14 años) o tardía (15-17 años), sexo. Las clasificaciones de la familia, según tamaño: pequeña, mediana o grande; ontogénesis: nuclear, extensa o ampliada; número de generaciones: unigeneracional, bigeneracional o trigeneracional; etapa del ciclo vital: formación, extensión, contracción o disolución. Tipo de comunicación: positiva, negativa o límite. Nivel de cohesión: intermedia o baja. Satisfacción familiar: satisfecho, poco satisfecho o no satisfecho.
Para la realización de esta investigación se solicitó la aprobación de la Dirección Municipal de Educación en Cienfuegos, de acuerdo a las leyes establecidas en nuestro país. Con el consentimiento de la Jefa de Departamento de la Carrera de Psicología y de la Decana de la Facultad de Ciencias Médicas, se solicitó la entrevista para la presentación de la investigación a la directora municipal de educación en Cienfuegos.
Técnicas aplicadas a los adolescentes: entrevista estructurada. Cuestionario para medir la comunicación adolescente-madre. Cuestionario para medir la comunicación adolescente-padre. Subescala de cohesión familiar del Family Adaptability and Cohesion Evaluation Scale (FACES III).11 Instrumento para medir la satisfacción familiar. Los datos recogidos en la investigación se procesaron utilizando una hoja de cálculo de Microsoft Office Excel 2007.
RESULTADOS
Las mayores frecuencias relativas se ubicaron en la edad de 13 años en la adolescencia media tanto en el sexo masculino como en el femenino. En la adolescencia tardía predominaron los 16 años de edad, también en ambos sexos. (Tabla 1).
Las mayores frecuencias relativas encontradas en las familias de los adolescentes medios y tardíos fueron, en el tamaño: la mediana; en la tipología familiar: la nuclear, así como, la convivencia con dos generaciones en familias que se encuentran en la fase de extensión. Los adolescentes medios percibieron como positiva la comunicación con la madre, mientras que los adolescentes tardíos lo percibieron como límite. (Tabla 2).
En la adolescencia media el 50 % declaró una comunicación positiva con su padre, los adolescentes en edad tardía tienen una comunicación límite en el 63 % de ellos. (Tabla 3).
La alta cohesión familiar predominó en los adolescentes que se encuentran en la etapa media (77 %). La mayoría de los adolescentes tardíos percibieron una cohesión intermedia en sus familias. (Tabla 4).
El sentirse satisfecho con sus familias predominó en los adolescentes medios (77 %) y la poca satisfacción familiar en los adolescentes tardíos (56 %). (Tabla 5).
DISCUSIÓN
En la adolescencia media el 90 % de la muestra tiene 13 años de edad y más de la mitad de la tardía son adolescentes de 16 años, estas edades se corresponden con los años intermedios de ambas enseñanzas, o sea 8vo. y 11no. con los que se trabajó.
Respecto a las características de la familia, una investigación realizada en México coincide con nuestros resultados al referir que la mayoría de las familias son nucleares, bigeneracionales y en etapa de extensión. 2
El hecho de que predominen familias medianas, nucleares y bigeneracionales se corresponde con características de la familia cubana actual. Cuba no ha estado al margen de las transiciones y cambios de la familia contemporánea a nivel mundial. La familia cubana ha tenido que accionar en un escenario de grandes transformaciones sociales. Aquí pueden citarse la disminución de la natalidad y el aumento creciente de la divorcialidad.1
En una investigación citada anteriormente,2 que estudia la comunicación en adolescentes encontraron que a medida que estos avanzan en edad la comunicación se hace más difícil. Lo anterior coincide con la presente investigación pues en la adolescencia media la comunicación era positiva con ambos padres y en la adolescencia tardía fue considerada como límite.
En el mundo actual la vida está tan agitada que los padres suelen separarse de los hijos, estar largas jornadas fuera del hogar y delegarles tareas que no corresponden tanto con su edad, gustos o preferencias; por un lado tienen que asumir tareas de los adultos y por otro, los padres que son los que suelen darles esas tareas les restringen para otras actividades o en la toma de decisiones de la familia, porque piensan que todavía están pequeños para ese tipo de cosas. También los padres, aunque generalmente conocen los cambios que le van a ocurrir a sus hijos, no conversan con ellos sobre estos u otros temas como la sexualidad, los noviazgos. Estos suelen ser temas de conversación con sus iguales, donde median muchas veces las falsas experiencias o las historias de otros, que al igual que ellos están confundidos, pero suelen actuar como si no lo estuvieran.2
En la adolescencia es aún más necesaria la comunicación abierta y sincera entre padres e hijos, para que la familia pueda desenvolverse en un ambiente atrayente y de esa manera los hijos se sientan con deseos de permanecer en ella. En la familia siempre encontraremos pros y contras, pero se debe tratar de promover el contacto y la solidaridad con cada uno de los integrantes.2
Por su lado, el adolescente se puede encontrar en momentos de irritación, tensión, desconsuelo o susceptible, e incluso pasa por un estado emocional cambiante, por lo que los adultos pudieran calificarlo de caprichoso, mal criado o voluble. Pero esto debe entenderse principalmente porque se trata de un ser humano y está pasando por los diversos cambios que se viven en la adolescencia.2
En una investigación realizada en Perú sobre la comunicación entre padres e hijos se encontraron problemas comunicacionales en las relaciones familiares por la superficialidad en la comunicación que establecen; cuando se muestran sinceros con sus padres, respecto a lo que sienten, muchas veces los padres no los toman en cuenta.3
La comunicación depende de su contexto familiar, de su estructura y dinámica interna, así como del tipo de apertura y flexibilidad que tengan los adultos en la relación con sus hijos.3
En investigaciones realizadas en La Habana8 y en Holguín4 se obtuvieron resultados similares a los de este trabajo, la comunicación se hace más negativa en la medida en que aumenta la edad de los adolescentes. Otro aspecto similar con nuestra investigación acerca de la comunicación de los adolescentes con sus padres es que encontraron que la comunicación disminuye, debido fundamentalmente a la falta de conocimientos sobre la etapa, tanto por los adolescentes como por los padres, como se refiere anteriormente no se les explica a los adolescentes los cambios que van a enfrentar, por lo que en sentido general podemos afirmar que aunque se ha trabajado mucho en tratar de hacer accesible a toda la población los conocimientos básicos de la etapa, todavía queda mucho trabajo por hacer, y esto constituye uno de los roles fundamentales del psicólogo en su labor como promotor de salud.
Otra investigación realizada en la provincia de Mayabeque12 concluyó que cuando los familiares tienen un nivel educativo y/o de preparación general más bajo, la comunicación tiende a ser más negativa. Esto podría indicar que los padres pueden carecer de conocimientos y se sienten inseguros para abordar determinados temas como las drogas, la religión o la sexualidad.
La pobre habilidad de los padres para manejar la crianza en esta etapa al parecer se relaciona con un ambiente adulto que se muestra indiferente y/o hostil a las necesidades de los adolescentes. En contraste, los padres que manejan adecuadamente la relación se caracterizan por mantener una comunicación directa y honesta, el interés franco por ayudar a resolver problemas, y el deseo de mantener un contacto emocional cercano; los adolescentes en este medio familiar son respetados en espacio, tiempo y privacidad y en los intereses que persiguen.12
Diferentes argumentos han sido propuestos para explicar las dificultades en la comunicación. Mientras que para algunos autores el origen de los problemas se encuentra en las discrepancias entre lo que los progenitores esperan de los adolescentes y su comportamiento; para otros, los procesos cognitivos son los responsables, ya que el desarrollo del pensamiento formal llevaría a los adolescentes a mostrarse más críticos con las normas y regulaciones familiares, a utilizar argumentos más sólidos en sus discusiones y a percibir a sus progenitores de forma menos idealizada.12
El nivel intelectual de los padres puede ser un factor entorpecedor o desarrollador en la relación padre- hijo adolescente. Aunque algunos autores12 consideran que es el cambio de pensamiento lo que propicia los conflictos fundamentales que se dan en la etapa, consideramos no sea este el único motivo por el cual los adolescentes se tornan rebeldes, muchas veces la familia viene arrastrando conflictos desde edades tempranas que se acentúan en la adolescencia. Por otra parte, los padres no siempre aceptan que los hijos van cambiando y con ello deberían modificar las normas y la forma de tratarlos, generalmente los padres desean mantener los mismos modelos de educación que cuando eran pequeños. Aunque la familia debe tener reglas y hasta costumbres la moral de obediencia del escolar se deja atrás para dar paso a la negociación de un adulto en formación, así que debemos respetar sus criterios, sus deseos, si esto no va en contra de la familia.
En investigación realizada, con adolescentes bachilleres, por Luna Bernal 10 en la Zona Metropolitana de Guadalajara, México, la cohesión y flexibilidad familiar se ubicaron en un nivel moderado, lo que según el modelo Olson se corresponde con las familias mejor ajustadas. Con relación a la satisfacción con la vida de familia, el puntaje medio se ubicó en un nivel intermedio entre ligeramente satisfecho y satisfecho lo que revela, en general, un adecuado grado de satisfacción familiar en los adolescentes. Aunque los adolescentes inicien nuevas e importantes relaciones con amigos y parejas, conservan lazos afectivos importantes con sus padres y estos continúan siendo una de sus principales fuentes de apego y ayuda emocional.
Esta investigación determinó que el aumento de la cohesión familiar unido a la disminución de la frecuencia de conflictos con los padres, predice un incremento en la satisfacción familiar de los adolescentes y, viceversa, una disminución de la cohesión familiar unida a un aumento de la ocurrencia de conflictos pueden predecir la disminución de satisfacción familiar. De esta manera se planteó que el grado de satisfacción familiar puede ser predicho por el grado de frecuencia e intensidad de conflictos y considera además, la cohesión y la flexibilidad como variables predictoras de la satisfacción familiar.10
Coincidimos con estos resultados considerando que de la cohesión familiar se puede derivar la satisfacción, así como, si la comunicación será más hacia lo positivo o a lo negativo. Los resultados obtenidos demuestran que en la medida en que aumenta la edad del adolescente suelen sentirse menos cohesionados con su familia, pues cuanto más se adentran en la etapa se hace más evidente la importancia que cobra el grupo. Con respecto a que pocos adolescentes señalaron una cohesión baja, puede estar dado porque en nuestro país se implementan leyes registradas en el Código de la Familia que la protege y por características propias de nuestra cultura en la que generalmente los hijos ocupan un lugar importante en la vida de todos los miembros de la familia.
Los resultados de la satisfacción familiar obtenidos en nuestra investigación coinciden con las realizadas en México10 y La Habana8 en las que los criterios de los adolescentes se correspondían con los del resto de la familia, en sentido general si un miembro del sistema familiar se mostraba satisfecho o no satisfecho sus criterios eran compartidos por el resto de la familia. De igual manera en la medida en que los adolescentes se sienten satisfechos la familia será más funcional y cohesionada.
Por otro lado, en la investigación realizada en Perú,3 también se estudiaron los niveles de satisfacción familiar; los resultados encontrados coinciden con los de nuestra investigación, en que ambas variables (comunicación y satisfacción) se interrelacionan y son dependientes en cierto modo una de la otra.
En estudio realizado con adolescentes de dos colegios de la ciudad San Lorenzo, Paraguay9 se encontró una alta relación entre la satisfacción familiar y el autoconcepto, especialmente, con el autoconcepto familiar. Al asociar la satisfacción familiar según los rangos de edad estudiados, se observa que los adolescentes de 15 a 16 años son quienes tienen interacciones familiares menos satisfactorias. Estos resultados coinciden con los obtenidos en nuestra investigación, en la que el 56 % de los adolescentes tardíos refieren poca satisfacción familiar. Según los autores9 probablemente esto se deba a que durante los años de transición de la adolescencia temprana a la tardía, los adolescentes experimentan los conflictos más importantes con sus padres, con mayor intensidad emocional, que va decreciendo conforme al avance de la adolescencia hacia el final.
La investigación realizada en adolescentes de secundaria de 12 a 16 años por Luna Bernal, Laca Arocena y Cruz Abundis13 que estudia los conflictos con los padres y la satisfacción con la vida de familia expone que probablemente los adolescentes más satisfechos con su vida de familia tienden a percibir un grado menor de conflictividad en las relaciones con sus padres y, viceversa, un mayor grado de conflictividad percibida estaría asociado a un menor grado de satisfacción familiar.
Estos autores correlacionaron las variables intensidad y frecuencia de conflictos con la satisfacción familiar encontrando contribución significativa de la variable de intensidad de conflictos sobre la satisfacción familiar del adolescente, en un grado entre bajo y moderado sin que la frecuencia contribuyera significativamente. Ello podría significar que la intensidad de conflictos, en general, tal vez sea un mejor predictor de la satisfacción familiar que la frecuencia de dichos conflictos. Ello podría deberse al hecho de que una mayor intensidad tal vez involucre una mayor presencia de emociones negativas desagradables con las cuales el constructo de satisfacción con la vida de familia tiene correlaciones negativas.13
En nuestra investigación las diferencias encontradas en los indicadores del funcionamiento familiar: comunicación, cohesión y satisfacción familiar entre los adolescentes medios y tardíos pueden estar marcadas por las propias características de cada etapa.
En la adolescencia media las relaciones con los otros adolescentes se hacen más fuertes y los comportamientos reciben gran influencia de las normas de conducta del grupo. Esto trae conflictos con los padres, que en esta etapa se agudizan. Los adolescentes medios manifestaron una comunicación positiva, alta cohesión y satisfacción, se sienten cercanos al seno familiar.
En la adolescencia tardía cesan los conflictos cuando el joven logra alcanzar su añorada independencia. Las relaciones con el grupo continúan siendo fuertes, sin embargo aparecen las relaciones de pareja que contribuyen a que el adolescente se separe un poco de su familia. En esta etapa se desarrolla un sistema de valores propios, metas vocacionales reales, el adolescente establece una identidad personal y social que lo hace independiente emocionalmente de los criterios de la familia y aunque los padres constituyen modelos de conducta, existe mayor criticidad en esta relación. Esto pudiera explicar que los adolescentes tardíos manifestaron límite la comunicación, intermedia la cohesión y poca satisfacción familiar.
Se puede concluir que los adolescentes de edad media poseen una comunicación positiva con ambos progenitores, alto nivel de cohesión y se sienten satisfechos con sus familias mientras que los adolescentes tardíos percibieron límite la comunicación con ambos padres, intermedia la cohesión y se sienten poco satisfechos con sus familias.