INTRODUCCIÓN
El aumento continuo en la variedad de deportes y oportunidades para ejercitarlos en todas las edades, clases y carreras, se ha evidenciado en las últimas décadas, y el interés de escolares y profesionales por los deportes se han mantenido en ascenso.1,2 Este auge de las actividades deportivas, se relaciona directamente con el incremento de la demanda de atención médica en las Clínicas de Medicina Deportiva, por parte de niños atletas que han padecido acontecimientos traumáticos o dolores crónicos relacionados con el deporte.3 En este sentido, se hace necesario el estudio de las estructuras del esqueleto inmaduro, para comprender sus lesiones únicas.
Los sistemas de salud destinan una cantidad significativa de recursos a la atención de lesiones derivadas de la actividad física deportiva en niños y adolescentes, y como ya se ha dicho, estas no son una causa rara de visita a los departamentos de emergencia. Por ejemplo, estudios realizados en la provincia de Villa Clara, Cuba, refieren cifras elevadas de niños con lesiones deportivas atendidas en los servicios de urgencia.4,5 Sin embargo, las estimaciones nacionales respecto a tales lesiones, son desconocidas.6
La investigación epidemiológica de las lesiones deportivas presenta inconvenientes, derivados de su propia naturaleza, como las características de la población expuesta, el tipo e intensidad de la exposición, ya que existe variedad de grados de exposición y riesgo,8 y las fuentes de información.8 Aunque la severidad de estas lesiones es llamativa, existe desconocimiento de las tasas de lesiones.5,9
Con este estudio se pretende describir el comportamiento de las lesiones deportivas del sistema osteomioarticular (SOMA), en niños atletas de una escuela deportiva de la provincia Villa Clara.
MÉTODOS
Se realizó un estudio descriptivo, de serie de casos, para estudiar las lesiones deportivas del SOMA en niños atletas pertenecientes a la Escuela de Iniciación Deportiva Héctor Ruiz Pérez, de Villa Clara, con el fin de caracterizarlas. Se trabajó con un grupo original e intacto, es decir, ya constituido. Fueron incluidos en el estudio todos los niños atletas menores de 18 años, con diagnóstico de lesión deportiva del SOMA (n=3314), lo que correspondió a 3344 lesiones, ya que un grupo pequeño sufrió más de una lesión por año escolar. El periodo de estudio abarcó 20 años (septiembre de 1995 a agosto de 2015).
Los datos concernientes a las características básicas generales de los niños atletas, así como las relacionadas con las lesiones deportivas presentadas en el SOMA y su manejo, fueron extraídos de las historias clínicas.
Para caracterizar las lesiones del SOMA en los niños que conformaron la muestra, se estudiaron las variables: edad (menores de 9 años, 9-11 años, 12-14 años, 15-17 años); sexo; región anatómica lesionada (miembro superior, inferior, espalda y cuello); mecanismo de lesión (macrotrauma, microtrauma); tipo de deporte (con pelotas, de resistencia, fuerza rápida, de combate, arte competitivo); tipo de lesiones (por sobreuso o agudas), para las cuales fueron calculadas las tasas por cada 100 niños en 1000 horas de práctica deportiva; lugar de ocurrencia de la lesión (entrenamiento, competencia); y conducta ante la lesión (conservadora o quirúrgica).
Los resultados se expresan en números absolutos y porcentaje, aunque también se calcularon algunos descriptivos estadísticos para la variable edad. Esta investigación contó con la autorización de las instancias administrativas de las respectivas instituciones implicadas y con la aprobación del Consejo Científico Provincial de Villa Clara (Acuerdo 65/1996, tema de investigación para optar por grado científico).
RESULTADOS
Del total de niños atletas lesionados (3314), los del grupo etario de 12-14 años, fueron los que con más frecuencia se lesionaron (48,3 %), los de edades mínimas y máximas aportaron menor porcentaje en este sentido. Respecto al sexo, predominaron los varones, con un 63,6 %. La edad promedio fue de 13,01 años, con una desviación de 1,75 años, un valor atípico en 7 años y varios niños con 8 años. (Tabla 1).
Se observaron 3344 lesiones del SOMA para los 3314 niños atletas que conformaron el estudio. Al analizar la relación entre la región anatómica lesionada y el mecanismo de lesión, la mayoría de las lesiones deportivas se presentó en miembros inferiores (53 %), seguidas por afecciones en miembros superiores. Respecto al mecanismo de lesión, el 66,5 % de las lesiones fue producido por macrotrauma, mientras que las lesiones por microtraumas afectaron a casi un tercio de los niños atletas, con 1120 lesiones que representaron el 33,5 % del total. En el miembro inferior predominaron las lesiones de rodilla, 15,6 % producidas por macrotrauma y 7,8 % producidas por microtraumas. En el miembro superior las lesiones deportivas por macrotrauma predominan en la mano (6,3 %) y las lesiones deportivas por microtrauma en el codo (4,2 %). (Tabla 2).
Del total de lesiones del SOMA en los niños atletas, 2903 ocurrieron durante los entrenamientos, mientras que en las competencias ocurrieron 441 lesiones. Los deportes con pelotas aportaron el mayor porcentaje de lesiones (35,5 %) y también el mayor número de lesiones en competencias (5,4 %). Sin embargo, las tasas de lesiones por cada 100 niños en 1000 horas de práctica deportiva, respecto a los grupos deportivos, revelaron la mayor tasa en los deportes de resistencia, con 21,2, seguidos de los deportes de fuerza rápida, con 20,7 lesiones. (Gráfico 1).
El mayor número de lesiones deportivas fueron tratadas con métodos conservadores: mediante conducta médica un 75,1 % y conducta ortopédica el 18,1 %. Solo 227 lesiones (6,8 %) requirieron intervención quirúrgica, de ellas, 60 lesiones de sobreuso y 167 lesiones agudas, la mayoría heridas superficiales (42). (Tabla 3).
DISCUSIÓN
Los entrenamientos de hasta 20 horas semanales son frecuentes en centros deportivos escolares.10,11 La edad de inicio de los entrenamientos intensivos, decrece y aumentan los programas que exponen a los niños a cantidades excesivas de ejercicio, lo que incrementa el riesgo de lesión.12,13 En el presente estudio se obtienen resultados muy similares a los obtenidos en España, donde Moreno y colaboradores observaron un pico de lesiones de un 26,9 % entre los 11 y los 15 años, en atletas de todas las edades, y 2,4 % en menores de 10 años.14 La edad esquelética, aisladamente, tiene una influencia insignificante en las habilidades motoras fundamentales y la coordinación motora entre los 7 y 10 años, pero es innegable su influencia en la tasa de lesiones cuando se suman todos los factores que actúan en el entrenamiento atlético.15,16
Esto sucede debido al inicio en estas edades de las actividades competitivas entre escolares. Son pocos los deportes que comienzan a entrenarse con menos de ocho años de edad; la capacidad para concentrarse y otras condiciones anatómicas y fisiológicas del niño pequeño, no lo permiten. Alrededor de los 11 y 12 años, los calendarios deportivos incrementan las actividades y competencias, que tienen su tope entre los 13 y los 14 años, edades en que las lesiones tienen su incidencia mayor. Los niños mayores (15 a 17 años) ya han pasado una etapa en el conocimiento de su deporte, sus reglas, sus riesgos, la forma de mitigar el daño, y por ello se lesionan menos.
Respecto al predominio del sexo masculino en el estudio, varios autores observaron el mismo comportamiento en sus respectivas series.14,17,18
La clasificación etiopatogénica es poco utilizada y, sin embargo, resulta muy útil desde una visión preventiva. La mayoría de las lesiones estudiadas por Moreno y colaboradores (1 889 para un 59 %), fueron de origen traumático y sucedieron por microtrauma en 1313 casos (41 %),14 resultados similares a los de este estudio.
El número creciente de lesiones relacionadas con la fisis, incluidas aquellas que ocurren en las extremidades inferiores, son preocupantes, sobre todo en los deportes con pelotas.19 En este trabajo se ha observado cómo las lesiones deportivas agudas del SOMA son más comunes. Los microtraumas representan una proporción alta entre las lesiones en los deportes aeróbicos, que requieren sesiones largas de entrenamiento, con movimientos repetitivos; ocurren en los deportes técnicos, donde el mismo movimiento es repetido varias veces (el tenis, el levantamiento de pesas, la jabalina, y el salto de altura). Reconocer las causas, factores de riesgo y formas de prevención, eleva la seguridad en la práctica deportiva de los niños atletas.20,21
Respecto al manejo terapéutico, la creación de protocolos, tanto quirúrgicos como no quirúrgicos, en la atención traumatológica deportiva pediátrica, es una necesidad para el desarrollo cualitativo de la atención y la evolución del niño atleta lesionado; lo mismo que el manejo integrado y conjunto en el interior de la escuela de iniciación deportiva, junto a los entrenadores. En la serie estudiada predominó la conducta conservadora frente a la quirúrgica, y dentro de esta el tratamiento médico frente al ortopédica.
Se concluye que los niños varones con lesiones deportivas del SOMA, representan la mayoría respecto a las niñas, y sufren con más frecuencia lesiones en el miembro inferior, sobre todo, durante el tiempo de entrenamiento. Los macrotraumas predominan y son los deportes con pelotas los que poseen mayores tasas de lesiones, sin embargo, su tratamiento generalmente es conservador. La caracterización de la presentación y manejo de las lesiones deportivas del SOMA, desde el punto de vista clínico y epidemiológico, permite reconocer las condiciones del deporte en la niñez en los diferentes contextos.