Señor editor:
La preparación de los ciudadanos de un país es una de sus necesidades sociales más importantes. Un hombre puede considerarse instruido cuando es capaz de dar solución a problemas presentes de su realidad cotidiana y de desarrollar todas las facultades o potencialidades funcionales, físicas e intelectuales para estar en correspondencia con el devenir histórico y social. Justamente, el proceso de enseñanza tiene este encargo social de forma organizada y dirigida.
Desde el curso 2003-2004, la Educación Médica Superior asumió la formación del tecnólogo de la salud que se desdobla en 21 perfiles; en el desarrollo de sus actividades docentes y laborales, el futuro tecnólogo desempeña un grupo de acciones de extraordinaria importancia en las que tiene que hacer uso de la comunicación interpersonal con los miembros del equipo de salud, los pacientes, familiares y otras comunidades científicas, ya sea de forma oral, escrita, o mediante las tecnologías de la informática y la comunicación (TIC).
El aspecto comunicativo es el resultado de la integración de múltiples saberes que permiten explicar su naturaleza interdisciplinaria, porque la enseñanza comunicativa de la lengua debe facilitar el desarrollo de la competencia discursiva como componente de la competencia comunicativa, con el objetivo de que los futuros egresados lleguen a comprender y producir significados en forma de textos, propiciando razonamientos y conceptos, que se fijan y expresan mediante el lenguaje, posibilitando un orden lógico de las palabras que se adecuen a la intención comunicativa. Para ello, el alumno tiene que expresar un dominio pleno de la comunicación que le sirva de base en su vida laboral futura.
En esto radica la repercusión que tiene la comunicación en la enseñanza moderna y en la adquisición de hábitos y habilidades para el logro de una mejor expresión lingüística.
El proceso de enseñanza-aprendizaje por su esencia es eminentemente comunicativo, en él se intercambian mensajes de forma constante entre los elementos activos que lo componen, por lo que se deben tener habilidades suficientes para comunicarse de forma correcta, porque es el proceso comunicativo el que mejor refleja la necesidad objetiva de los hombres en su capacidad asociativa y de cooperación mutua, a través de sensaciones afectivas y experiencias, facilitando las relaciones humanas. Por ello, una excelente comunicación constituye un elemento que une a los integrantes de un grupo y favorece su crecimiento; en este sentido, nuestra labor docente debe propiciar una comunicación que garantice la interacción entre los profesores y los alumnos.