INTRODUCCIÓN
Las intervenciones educativas dirigidas a fomentar hábitos de vida saludables, prevenir las enfermedades y mejorar la calidad de vida, se consideran un pilar fundamental para la atención de la salud. Este tipo de capacitación contempla varias actividades que incluyen el autoanálisis y las estrategias comunicativas de tipo informativo con el apoyo de medios que permiten el intercambio de ideas.
Un estilo de vida saludable está integrado por un conjunto de factores que deben funcionar de forma armoniosa y completa. Algunos de los factores más influyentes son: los hábitos alimentarios, la actividad física, el consumo de tabaco, alcohol y los comportamientos sexuales.1
Es reconocida la influencia de la familia, escuela, amigos, medios de comunicación, trabajo y organización social en los estilos de vida. Es por eso que para hablar de hábitos de vida saludables se deben considerar las intervenciones en las que todos interactúan para la adquisición y el desarrollo de habilidades personales que conlleven a cambios de comportamiento relacionados con la salud.
El estilo de vida saludable es aquel que permite ir introduciendo en la manera de vivir de las personas pautas de conductas que, tanto individuales como colectivas, mejoran la calidad de vida. La adquisición de estas pautas ayuda al individuo a optar por estilos donde su salud resulte un elemento valorado.
Algunos de los problemas de salud que padece la sociedad actual son imputables al modo de vivir de las personas. Diversas enfermedades crónicas, las enfermedades cardiovasculares, algunos tipos de cáncer, el sida, las enfermedades de transmisión sexual o el estrés, tienen una relación directa con los hábitos de vida nocivos.2
Varias conductas que dan lugar a esos problemas se adquieren en la infancia o en la adolescencia y se implantan de tal forma que tratar de cambiarlas posteriormente resulta difícil, de ahí la importancia de implementar acciones que permitan favorecer y desarrollar conductas saludables en edades tempranas.
Actualmente se aprecia una concepción de salud que se preocupa desde la infancia por el desarrollo de comportamientos saludables y por el desarrollo de entornos que lo generen. Estos ambientes representan las condiciones físicas, económicas y sociales que pueden incidir directamente en la salud, o apoyar estilos de vida saludables.
Las intervenciones tienen el propósito de informar y motivar a la población para adoptar y mantener prácticas saludables, además de propiciar cambios ambientales y dirigir la formación de recursos humanos y la investigación.3
En los últimos años se han venido realizando múltiples abordajes con diversas metodologías para llevar a cabo las intervenciones educativas, destacando una tendencia hacia la participación más activa del paciente.3-5
Todos los países coinciden en poner en marcha programas de educación sanitaria con el fin de prevenir la enfermedad y sus complicaciones mediante la modificación de los comportamientos humanos. En los países en desarrollo existe acuerdo general sobre la importancia de los estilos de vida en la causalidad de los problemas de salud, así como, destacan la importancia del cumplimiento de las prescripciones y recomendaciones médicas y la utilización de intervenciones educativas.6-10
Según investigaciones recientes, los centros educativos han sido el blanco más frecuente de estos programas para crear hábitos de vida saludable en la población infantil; sin embargo, muchos refieren que su eficacia global es limitada.11-14
A este tipo de capacitación se le atribuyen muchas ventajas y se plantea que además de promover mayor calidad de vida, podrían crear vínculos que favorezcan las relaciones interpersonales.15
Los autores de este artículo consideran que a través de la enseñanza se producen cambios favorables en el comportamiento del que aprende. Sin embargo, a pesar de todas las ventajas que se le atribuyen a las intervenciones educativas los resultados que se divulgan presentan diferencias y no son frecuentes los estudios que de una manera sistemática evalúen su efectividad.
Por tales razones se realizó esta revisión sistemática con el objetivo de evaluar la efectividad de las intervenciones educativas para la atención de la salud en los diferentes estudios revisados.
MÉTODOS
Revisión sistemática que sigue las directrices de la declaración PRISMA y las recomendaciones de la Colaboración Cochrane.16
El propósito de estas directrices es garantizar que los artículos incluidos resulten revisados en su totalidad de forma clara. Como tal, usan una lista de control de 27 ítems en los que se detallan los requisitos para cada sección de la revisión (título, resumen, introducción, métodos, resultados, discusión, financiación) y un diagrama de flujo de cuatro fases que detalla la inclusión / exclusión de cada artículo.
Estrategia de búsqueda
Se consultaron las bases de datos electrónicas de MEDLINE, LILACS y EMBASE durante los meses de enero a mayo de 2016 combinando los términos de búsqueda (MeSH):“school”, “prevention”, “intervention”, “physicalactivity”, “diet”, “nutrition”. Mientras que los términos DeCS combinados fueron: “escuela”, “prevención”, “actividad física”, “dieta” y “nutrición”.
Para lograr mayor especificidad en los procesos de búsqueda, se consultaron los buscadores de REDALYC y Scielo. Se consideraron los estudios publicados desde el año 2010 a marzo de 2016.
Selección de estudios
Tipos de estudios
Se incluyeron los estudios experimentales y cuasiexperimentales realizados en todos los niveles de atención y/o fuera del ámbito sanitario que evaluaron intervenciones educativas independientemente al problema de salud al que estuviera dirigido. Fue considerado como propósito mejorar la calidad de vida y la atención de salud en sentido general.
Tipos de participantes
Sujetos incluidos, de todas las edades y ambos sexos.
Tipos de medidas de resultado
Se incluyeron los estudios que investigaron resultados de: calidad de vida (medida por cuestionario), autocontrol, control metabólico, factores de riesgo y hábitos de vida saludable.
Métodos de revisión
Se revisaron los títulos, resúmenes y palabras clave de todos los estudios identificados para decidir sobre su elegibilidad. Si el resumen no posibilitó valorar si un estudio era elegible o no, se localizó el artículo completo.
Después de la identificación de los estudios potencialmente relevantes se llevó a cabo la evaluación. Cada ensayo fue clasificado como: A, B y C
A (cumple los criterios, bajo riesgo de sesgo).
B (1 o más criterios se cumplen solo parcialmente, moderado riesgo de sesgo) C (1 o más criterios no se cumplen, alto riesgo de sesgo).
En el análisis de la elegibilidad no existieron discrepancias.
Proceso de extracción de datos
En una hoja electrónica diseñada para el estudio se consideraron los datos siguientes: autores, año de publicación, diseño metodológico, tipo de intervención, participantes y resultados.
Limitaciones
El posible sesgo idiomático se redujo con la traducción de los artículos que no estaban escritos en español o inglés.
RESULTADOS
Características de los estudios incluidos
Veinticuatro (24) estudios fueron finalmente incluidos en la revisión sistemática. El año de publicación promedio fue 2015±2,87.
Características de la población
El total de sujetos participantes en las intervenciones evaluadas fue de 3 426. El 58 % de los participantes fueron no mayores de 17 años. Las intervenciones se desarrollaron fundamentalmente en los ambientes escolares.
Características de la intervención
El 54,2 % de los estudios incluidos fueron para promover hábitos de vida saludable en cuanto a nutrición y actividad física. Se llevaron a cabo intervenciones dirigidas a la educación nutricional y modificaciones en la dieta.
El 45,8 % de los artículos evaluados tenían como objetivo fundamental el manejo de situaciones de salud y autocontrol, particularmente en las enfermedades crónicas. Se evidencia el uso de intervenciones mixtas que combinaron estrategias de capacitación, actividad física y nutricional para mejorar las situaciones de salud.
Características del diseño metodológico
El 75 % de los estudios son de tipo cuasi experimental con bajo riesgo de sesgo y se distinguen por facilitar el desarrollo de los estudios en ambientes naturales. Se compara el "antes" con el "después" y se utilizan métodos de series de tiempo para medir el impacto neto del programa de intervención. El 21 % de los estudios analizados fueron experimentales y solo uno fue comparativo, longitudinal y prospectivo.
DISCUSIÓN
La presente revisión sistemática demuestra que las intervenciones educativas constituyen un recurso adecuado para lograr cambios en los estilos de vida, particularmente en las edades tempranas. En general, se puede observar una heterogeneidad en el diseño y componentes de la intervención, la edad del grupo de estudio, el tiempo de implementación, el sistema educativo y las características culturales de la población y los resultados.
Se constatan logros tras aplicar intervenciones educativas principalmente en la mejoría general de los estilos de vida, incremento en el consumo de frutas y verduras, menor consumo de bebidas azucaradas y reducción del comportamiento sedentario.
Varios autores coinciden en plantear que la escuela se presenta como el lugar ideal para promover estilos de vida saludables y actividad física, ya que acoge a la totalidad de la población en la educación obligatoria y es la época donde se desarrolla la personalidad, por lo que es más fácil adquirir hábitos de vida.17-20
Los artículos seleccionados demuestran que las intervenciones educativas mixtas son efectivas. Aquellas que combinan programas de educación, realización de actividad física, consejos nutricionales y que además vinculan a la familia son efectivas en la instauración de hábitos de vida saludables. Coinciden los autores en destacar que existe una tendencia a la mejoría de conocimientos nutricionales tras una intervención educativa.21-25
Las acciones que involucran el ámbito familiar muestran una mayor efectividad frente a otras que se realizan únicamente en el ámbito escolar, determinándose que ambos ambientes generan cambios efectivos y que se puede potenciar con el vínculo escuela familia.26-30
Por tanto, los estudios analizados evidencian la importancia de involucrar la escuela, la familia y la comunidad para cambiar comportamientos relacionados con la salud. Los autores de esta revisión plantean que el creciente interés por la salud como un valor individual y social posibilita desarrollar acciones encaminadas a lograr una adecuada calidad de vida a través del conocimiento.
Aunque el tiempo de todas las intervenciones estudiadas mostró un comportamiento irregular, la literatura consultada refleja que las intervenciones basadas en actividad física y asesoramiento dietético durante 12 semanas resultan efectivas para reducir la obesidad. Las pruebas también indican que la mejor estrategia primaria para mejorar la salud a largo plazo de los niños y adolescentes mediante el ejercicio puede ser crear modelos de estilo de vida con actividad física regular que perduren durante la edad adulta.
Se pone de manifiesto que el tiempo de duración de cada intervención varía según la naturaleza del problema a tratar y de las características de la población a las que va dirigida. Obtienen mejores resultados las intervenciones más duraderas.
Las modificaciones del peso en esta revisión se consideraron dependiente, primero de la educación; segundo, del control dietético a que estuvieron sometidos los sujetos durante las intervenciones; y tercero, a su incorporación al ejercicio físico. La educación nutricional acompañada de un cambio en la actividad física conlleva a resultados óptimos.31-34
El análisis de la efectividad en algunos estudios se vio afectada por la omisión de aspectos contextuales: descripción sociodemográfica, demográfica y cultural en la que tuvo lugar la intervención. Es conocido que los escenarios brindan la oportunidad de intervenciones de amplio alcance que pueden estar dirigidas a un cambio relacionado tanto de la conducta orientada a la salud, como con el entorno, con el fin de alcanzar mejores resultados.
Se observaron diferencias en los métodos y medidas de las intervenciones cuando se realizó una evaluación de un programa destinado a promover la salud en un escenario específico: un centro de enseñanza y también cuando se evalúo un programa dirigido a mejorar la salud de un grupo particular en una población específica.
Resultan efectivas las intervenciones dirigidas a lograr cambios significativos en los niveles de conocimientos sobre información básica, el control y las complicaciones de las enfermedades crónicas. Este tipo de intervención requiere de monitorización para confirmar los efectos a largo plazo.35-38
Los autores consideran que la mayoría de los estudios presentaron bajo poder estadístico. Por lo que se recomienda usar una metodología más rigurosa y considerar la sustentabilidad de las intervenciones educativas en cada problema a tratar.
Otras de las limitaciones que se encontraron fueron el tiempo de seguimiento y la falta de evaluación a largo plazo, después del período de intervención. Por lo que se sugiere evaluar estrategias para lograr mayor adherencia a los programas educativos.
Por lo que se puede concluir que los estudios demuestran que las intervenciones educativas constituyen un recurso adecuado para lograr cambios en los estilos de vida, particularmente en las edades tempranas. Se destaca que aquellas intervenciones que cuentan con el vínculo familiar son altamente efectivas.
Las acciones que apoyan a las personas para que adopten y mantengan estilos de vida saludables, y que crean condiciones de vida (entornos) que apoyan la salud, constituyen elementos clave de una intervención educativa eficaz. Obtienen mejores resultados las intervenciones más duraderas.
Es evidente la utilidad de las intervenciones educativas para lograr el autocontrol en aquellos pacientes que padecen enfermedades crónicas.