INTRODUCCIÓN
Se considera parásito todo ser vivo, animal o vegetal, que pasa una parte o toda su existencia en el interior de otro ser vivo a expensas del cual se nutre y provoca daños aparentes o inaparentes. El parasitismo se conoce desde épocas tan remotas, que miles de años antes de nuestra era ya se tenían nociones reales de las tenias, filarias y lombrices intestinales. Son infecciones producidas por parásitos cuyo hábitat natural es el aparato digestivo del hombre. Podemos dividirlos en dos grandes grupos: protozoarios y helmintos.1,2
Entre los parásitos de mayor prevalencia se encuentran, dentro de los protozoarios: Giardia lambia, Entamoeba histolytica y Cryptosporidium y de los helmintos: oxiuros (Enterobius vermicularis), Ascaris lumbricoides, Trichuris trichiuria, Ancylostoma duodenale y Tenia.2
Las enfermedades parasitarias en nuestros tiempos han adquirido gran importancia principalmente en los países del tercer mundo, siendo causa de estudio por los daños que causan al hombre tanto orgánica como socialmente. Son causas de enfermedades debilitantes, agudas y crónicas, en ocasiones mortales, disminuyen la capacidad física y mental del individuo.3
A pesar de los grandes esfuerzos que realizan las autoridades sanitarias de muchos países y la Organización Mundial de la Salud (OMS) para el logro de un adecuado diagnóstico, tratamiento y control de las enfermedades parasitarias intestinales, estas aún constituyen importantes problemas de salud en extensas áreas geográficas.4-6
Se estima que más de 2 000 millones de personas, aproximadamente la tercera parte de la población mundial, están infectadas por uno o más de estos parásitos. De estas, unos 300 millones sufren de formas clínicas graves y unas 155 000 mueren anualmente por causas atribuibles a estas parasitosis.4
En estudios realizados en Venezuela por médicos cubanos se ha observado que en muchas ocasiones la infección cursa de forma asintomática, los síntomas más comunes son fundamentalmente gastrointestinales: diarrea aguda o crónica, dolor abdominal, prurito anal, obstrucción intestinal; y carenciales: anemia, pérdida de peso y desnutrición. También se puede presentar bruxismo, fiebre, tos, vulvovaginitis, insomnio, anorexia y dermatitis.1,7, 8
El parasitismo intestinal es una de las enfermedades transmisibles más difíciles de controlar, no solo por su gran difusión, sino por los diversos factores que intervienen en su cadena de propagación.1
La enteroparasitosis, a pesar de tener una distribución mundial, es más común en áreas tropicales y subtropicales, de países subdesarrollados. La población infantil es la más susceptible debido a su inmadurez inmunológica y al poco desarrollo de hábitos higiénicos. Son considerados actualmente marcadores de subdesarrollo por las Naciones Unidas.1, 4
Según la OMS las enfermedades parasitarias representan 45 % del total de muertes en países pobres de Asia y África, 63 % de las muertes de niños de 0 a 4 años en el mundo y 48 % de las catalogadas como prematuras.5
El grupo etario correspondiente a la educación primaria es el de mayor riesgo de padecer infecciones por geohelmintos. En estos niños la carga parasitaria llega a ser mayor que en los adultos; en ellos, además de los signos y síntomas asociados a cada una de estas parasitosis, con frecuencia se observan otros dos efectos adversos: enlentecimiento del crecimiento y deficiencias en el aprendizaje.4
En Cuba, con el objetivo de conocer sobre la prevalencia de infecciones por parásitos intestinales y los aspectos clinicoepidemiológicos vinculados a ellas, se han realizado numerosos estudios en diferentes grupos poblacionales, incluidas dos encuestas parasitológicas de alcance nacional. La primera de ellas, realizada en 1984, encontró cifra de prevalencia de infección por geohelmintos de 27,7 %. La segunda, efectuada en 2009, halló dígitos de prevalencia de geohelmintosis de 3,62 %.4, 9,10
La única especie de parásito intestinal que aumentó su frecuencia con respecto a la encuesta de 1984 fue Enterobius vermicularis. En ambos estudios la frecuencia de infección con parásitos o comensales fue mayor en el grupo de 5 a 14 años (edad escolar). Esto llama poderosamente la atención, porque en el estudio no fueron empleadas las técnicas más sensibles para la identificación de este parásito (como es el método de Graham o raspado anal), y es conocido que las técnicas coproparasitológicas habituales solo pueden detectar hasta 5 % de las infecciones.1,11,12
Por tales razones se decidió publicar esta comunicación breve, estudio preliminar de uno más amplio que se desarrolla en un área de salud, con el objetivo de describir el comportamiento del parasitismo intestinal en un área de salud rural.
METODOS
Se realizó un estudio observacional, descriptivo, de corte transversal con los resultados de análisis de heces fecales obtenidos en los meses de diciembre y enero de 2015 en el laboratorio clínico de Potrerillo, municipio de Cruces en la provincia de Cienfuegos.
Se incluyeron los resultados de la totalidad de análisis de heces fecales realizados a los pacientes desde diciembre de 2014 a enero de 2015.
Forma de recogida: las muestras fueron recogidas normalmente por los pacientes en la mañana para llevarlas al laboratorio.
La totalidad de las muestras se procesaron mediante las técnicas de diagnóstico parasitológico: método directo por Lugol y método de concentración de Willis (por su bajo costo y sensibilidad son aún las de elección para la detección de las parasitosis intestinales por heces fecales, a pesar de que se conocen otras técnicas avanzadas de diagnóstico).13,14
Se analizaron las siguientes variables: edad, tipo de parásito encontrado.
Los datos fueron recogidos de los controles del laboratorio.
Para el análisis de los resultados: se tomaron los resultados positivos del estudio para buscar el comportamiento de la parasitosis de acuerdo al porciento que representan con relación al total de los casos, los diferentes tipos de parásitos y sus cantidades para comparar los porcentajes en relación con la totalidad de los casos y también se valoró el porciento que representa cada parásito en relación con el total encontrado.
Los resultados se presentan en tablas mediante números y porcentaje.
RESULTADOS
Se analizaron 286 muestras, de las cuales 52 fueron positivas (18,1 %) y 234 negativas (81,8 %). Predominó la Entamoeba histolytica con 8,04 % y en menor medida el Trichuris trichiura con 0,34. (Tabla 1).
Fueron aislados parásitos en 52 muestras, de ellas 30 en adultos y solo 22 en niños. Al observar el porciento de cada parásito en relación con el total positivo, la Giardia lamblia representó un 30, 77 %; Entamoeba histolytica 44,23 %, Ascaris lumbricoides 23, 08 % y el Trichuris trichiura 1,92 %. (Tabla 2).
De las diferentes especies detectadas, Giardia lamblia predominó en niños con un 3, 49 %, no así la Endamoeba histolytica que predominó en adultos con un 6, 99 %; Ascaris lumbricoides predomino en niños con 2, 79 % y un niño con Trichuris trichiura. (Tabla 3).
Se realizó una división grupal de los parásitos encontrados y se observó un predominio de protozoarios con un 13,6 %, mayormente en adultos con predominio de la Entamoeba histolytica (6, 99 %) y un ascenso en la presencia de los geohelmintos, Ascaris lumbricoides y Trichuris trichiura (4, 54 %) predominando en niños con un 3,14 % y la presencia de Ascaris lumbricoides en cuatro adultos. (Tabla 4).
En el área de salud se había realizado un estudio anterior (no publicado), en el año 2001, que nos permitió comparar con los resultados de esta investigación, análisis donde se constató un ascenso en las infecciones producidas por geohelmintos y aparición de los mismos en adultos. (Tabla 5).
DISCUSIÓN
En este estudio se analizaron 286 muestras de heces fecales, de las cuales 52 fueron positivas a algún tipo de parasito lo que representa un 18,1 % de presentación. Predominó la infección por Entamoeba histolytica (8, 04 %) principalmente en adultos con una presencia mayor que las cifras encontradas en la segunda encuesta nacional de parasitología en el 2009 donde fue de 4, 17 %,9 también se observó mayor frecuencia parasitaria por geohelmintos o helmintosis trasmitidas por el suelo3 (4, 54 %) que en la segunda encuesta nacional, que fue de 1, 14 %.
Los protozoarios predominaron en este estudio, con un mayor porciento la Entamoeba histolytica, seguida de la Giardia lamblia y por último los geohelmintos.
Al comparar los resultados de nuestro estudio con el realizado en esta área de salud en el 2001[1] se observó que continúa predominando la infección parasitaria por protozoos y en contraposición al estudio anterior que predominó la Giardia lamblia, en este predomina la Entamoeba histolytica en adultos; en el caso de los geohelmintos hubo un aumento de su frecuencia pues en el estudio anterior fue de un 3, 36 % y se presentó solo en niños, en cambio actualmente es de 4,54 % con un 2,79 % de Áscaris lumbricoides en niños y 1,39 % en adultos(cuatro adultos) y un niño con Trichuris trichiura; contrario a otros estudios que han mostrado mayor frecuencia en niños, al ser la población infantil la más susceptible a las enteroparasitosis debido a su inmadurez inmunológica y al poco desarrollo de hábitos higiénicos1,4 en nuestro estudio hay una hubo predominio en adultos.
Al comparar con el estudio del 2001 en esta misma área, se comprobó que disminuyó la frecuencia general, pero no así en los geohelmintos, en que aumentó de 3, 36 % a 4, 63 % en 2015, pues en el 2001 no hubo casos de geohelmintiasis en adultos y en este nuevo estudio encontramos que presentan infección por geohelmintos cuatro adultos y diez niños con Áscaris lumbricoides y un niño Trichuris trichiura.
Las parasitosis intestinales constituyen aún un problema de salud tanto por su amplia distribución mundial como por su alta prevalencia en algunas regiones.12,15
En nuestro país la reducción del índice general de prevalencia de geohelmintosis, también llamadas helmintosis transmitidas por el suelo (frutas y verduras mal lavadas, aguas contaminadas, por contacto con el suelo3), no debe conducir a desestimar la existencia en el país de numerosos asentamientos humanos donde, por presentar características geográficas, climatológicas y socioeconómicas muy particulares, existen condiciones para una mayor transmisión de infecciones por geohelmintos.4
En una comunidad rural y montañosa en el municipio de San Juan y Martínez, al occidente del territorio nacional, fue hallado un índice muy elevado de prevalencia de geohelmintosis (59,5 %); en una comunidad semiurbana y de desarrollo socioeconómico insuficiente del municipio San Miguel del Padrón, en la capital del país, se demostraron cifras de prevalencia e intensidad de infección por geohelmintos elevadas (28,4 % y 14,7 %, respectivamente).4
En Cuba, la prevención y control de protozoarios y helmintos de importancia médica se llevan a cabo a través del Programa Nacional de Prevención y Control, que se ejecuta básicamente en la atención primaria de salud.16
[1]Cazorla Pastor JN, Marin B, Mass S. Prevalencia de parasitismo intestinal en la zona rural de potrerillo. Trabajo presentado en Forum científico de base en el área de salud de Cruces, 2001.