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ARTÍCULO

Dr. Gustavo Aldereguía Lima: apuntes para un enfoque histórico y social de su vida

Dr. Gustavo Aldereguia Lima. A historical and social approach of his life.

1 Especialista de II Grado en Neumología. Profesor Asistente.   2 Especialista de I Grado en Medicina Interna. Profesor Instructor.      


RESUMEN
El Dr.Gustavo Aldereguía Lima representa una personalidad científica y revolucionaria de extraordinario relieve, en el presente artículo se aborda el rico quehacer de 75 años de una vida tan útil en su doble aspecto: de incansable luchador social y de eminente científico. Pretendemos con este trabajo resaltar someramente, algunos aspectos de la labor profesional del Dr. Gustavo Aldereguia, reconociendo que resultó difícil separar su trabajo médico y su labor como científico e higienista social, de todas las brillantes páginas que escribió como luchador incansable contra los gobiernos de Cuba Republicana.


Palabras clave: Biografía

ABSTRACT
Dr. Gustavo Aldereguía Lima was a revolutionary, outstanding scientist in our milieu. This article is about his remarkable work during 75 years in two main aspects; as a tireless social fighter, and a distinguished scientist. It is our purpose to stand out some aspects of his professional work recognizing his role as a doctor, social hygienist and researcher. It is also important to point out his authentic role as a social fighter against the governors of the republic times in Cuba.


Keywords: Biography

INTRODUCCIÓN

El Dr. Gustavo Aldereguía Lima representa una personalidad científica y revolucionaria de extraordinario relieve. No resultó nada fácil abordar el rico quehacer de 75 años de una vida tan útil en su doble aspecto: de incansable luchador social y de eminente científico. Tratar de reflejar su laboriosidad y las múltiples actividades en que participó, tales como discursos, conferencias y charlas, sería imposible, incluso, rebasaría todas las posibilidades imaginables de la palabra. Fue un luchador aguerrido, enérgico, violento, apasionado, inquieto, amenazador y fustigante. Estas características las conservó durante toda su vida; exaltaba las virtudes de los buenos y era pródigo en elogios para el amigo leal y el revolucionario sincero.

Pretendemos con este trabajo resaltar, someramente, algunos aspectos de la  vida social y profesional del Dr. Gustavo Aldereguía, sin separar su trabajo médico y su labor como científico e higienista de todas las brillantes páginas que escribió como luchador incansable contra los gobiernos de Cuba republicana.

DESARROLLO

Nació el Dr. Aldereguía, en plena guerra de independencia contra España, el 22 de marzo de 1895, en Campechuela, provincia Granma. Cuando escasamente contaba 10 meses de edad, sufrió la pérdida de su madre víctima de la tuberculosis pulmonar, enfermedad a cuyo estudio dedicaría posteriormente su inteligencia y pasión, llegando a ser nuestro más eminente especialista y la figura más representativa de la historia de la lucha antituberculosa en Cuba. (1)

Cuando tenia 10 años de edad presenció horrorizado como moría su padre víctima de un accidente ferroviario, quedando entonces al cuidado de su tío Alfredo Aldereguía, quien fuera para él, en todos los aspectos, su verdadero padre .(1,2)

En 1909 comienza sus estudios secundarios en Cárdenas. Luego ingresa en el Instituto de Segunda Enseñanza en Matanzas y se gradúa de bachiller en Ciencias y Letras y de Perito Agrimensor el 11 de junio de 1913. (3)

El 22 de septiembre del propio 1913, matricula en la Universidad de La Habana en las carreras de Medicina y Medicina Veterinaria; esta última la abandona en el primer año.

La Universidad y el Instituto serán los escenarios de sus primeras actividades revolucionarias. En 1917 funda junto a otros compañeros, la Revista de la Asociación de Estudiantes de Medicina, donde van a aparecer sus primeros artículos. Se gradúa con notas de sobresaliente en los ejercicios de grado para el doctorado en Medicina, el 10 de junio de 1918. (1,3,4)

Una vez graduado, inicia su labor profesional como médico rural en el central azucarero “Santa Gertrudis“, situado en los alrededores de Banaguises, pequeño caserío de la provincia de Matanzas. Allí va a permanecer durante cuatro años, siendo este hecho un factor indiscutible y determinante para su vida futura, pues conocerá de cerca la tragedia del campesinado y del obrero azucarero cubano de aquella época. Es allí donde van a cuajar los moldes definitivos de su pensamiento político-social y donde decidirá su futura especialización. (1-4)

Es en este medio rural y por su propia iniciativa, que se aleja del ejercicio privado de la Medicina, para emprender una aleccionadora labor de higienista social. En esta etapa de su vida van a aumentar sus conocimientos médicos por el estudio asiduo y detenido de obras más actualizadas. También va a sedimentar los conocimientos que adquirió de la universidad y a relacionarlos con sus vivencias de cada día, para lograr un conocimiento temprano y bien sistematizado de la higiene social, que posteriormente comenzaría a explicar en sus clases de medicina social en la Universidad Popular “José Martí”, de la que fue fundador junto a Julio A. Mella y en la que permanecería como profesor desde 1923 a 1927. (1,3)

En el año 1923, obtiene por oposición la plaza de profesor ayudante de la cátedra número 8 de Clínica Médica de la Facultad de Medicina, en la que se desempeña durante los años 1923, 1924 y 1925, junto a otros dos grandes maestros de la clínica y de la tuberculosis en particular: los doctores Luís Ortega Bolaños y Pedro Castillo Martínez. (1,3,4)

En noviembre de 1925, obtiene en brillante ejercicio de oposición, una plaza de Tisiólogo en la Quinta de Salud “Nuestra Señora de la Covadonga” del Centro Asturiano de La Habana, plaza extraordinariamente ambicionada; allí ganará el respeto y la consideración de todos los médicos de esa institución, tanto por sus vastos conocimientos sobre las enfermedades pulmonares, como por su gran habilidad práctica en la aplicación del neumotórax artificial, que era prácticamente el único tratamiento efectivo en aquella época. En este mismo año, está presente en la fundación de la Federación Médica de Cuba junto al insigne médico, profesor e higienista cubano, el Dr. Juan Guiteras Guener. Luego ingresó en el Colegio Médico Nacional como uno de sus más activos y combativos dirigentes. (1,2,4)

Por su preparación científica y su amor a la universidad, aspira a obtener una de sus cátedras, a donde pretende llevar aires renovadores, tanto en lo relacionado con el plano científico como con sus ideales políticos, tan ajenos a aquel profesorado caracterizado por pensamientos reaccionarios. En el año 1928, concurre a las oposiciones para la Cátedra Auxiliar de Patología, Clínica, Higiene y Terapéutica de las Enfermedades Tuberculosas, contando con todos lo requisitos necesarios:
•    Conocimientos bien cimentados y actualizados de la materia que va a explicar.
•    Cultura general amplia y profunda, penetrada de las ideas y concepciones de su época.
•    Memoria feliz que le facilite utilizar con soltura sus conocimientos.
•    Elocuencia que le permita exponer con claridad y facilidad sus ideas.
•    Una conducta moral intachable, pública y privada, que ayude con el ejemplo a formar ciudadanos en el más alto sentido de esta palabra.

Todo lo reunía el Dr. Aldereguía, pero era temido por gran parte de aquel claustro que conocía sus actividades y su ideología política y valiéndose de sucias artimañas, no fue aprobado y no se le otorgó la anhelada plaza. (3)

Este revés no amilanó su espíritu científico y en 1930, publica su libro “Estudios sobre Tuberculosis”, un volumen de 267 páginas que contiene 8 de sus trabajos médicos más importantes. (5-8)

En esta etapa asiste como médico a Julio A. Mella y lo alienta como revolucionario en su famosa huelga de hambre; más tarde lograría sacarlo clandestinamente de Cuba y mantendría con el inmortal líder estudiantil y del proletariado, una ininterrumpida correspondencia hasta la muerte de este. (1)

En el año 1931, viaja a Estados Unidos para ampliar sus conocimientos y matricula en la famosa “Trudeau School of Tuberculosis”. Se gradúa de especialista en ese mismo año. Ya convertido en un prestigioso científico y publicista médico, que presenta el resultado de sus estudios en Congresos Nacionales e Internacionales, acuden a su consultorio desde el rico burgués que busca en él la calidad de su ciencia, sin importarle sus ideas, hasta el más pobre obrero, a quien nada cobra por sus servicios. (1,3)

En mayo de 1932 entra a trabajar en el Instituto Clínico de La Habana, centro en que laborara hasta diciembre de 1958 (1). En agosto, por secundar la huelga médica contra los centros regionales, perdió la plaza de la Quinta Covadonga que había ganado por oposición en 1925; ya solucionado el conflicto, se negó a reintegrarse a dicho centro de salud, dando muestras de su inconformidad. (1,3,9)

Durante la huelga general de 1933, organizada y dirigida por Rubén Martínez Villena, no se separó de este el Dr. Aldereguía, brindándole su cooperación revolucionaria y cuidándolo por su precaria salud .(1)

En este mismo año, después de la caída del tirano Gerardo Machado, es elegido miembro del Comité Ejecutivo de la Federación Médica de Cuba. Al siguiente año, funda junto a los doctores Federico Sotolongo Guerra, Luís Díaz Soto y Pedro Kourí Esmeja, entre otros, el Ala Izquierda Médica. (1,10)

El 16 de agosto de 1933, es nombrado director del Sanatorio Antituberculoso Nacional “La Esperanza” donde va a tener la posibilidad de aplicar, aunque sea en una escala reducida, sus ideas de higienista social, tomando como guía la incuestionable verdad que encierra esa frase lapidaria del famoso profesor y gran clínico de todos los tiempos, Sir William Osler: “La tuberculosis es un problema social con un solo aspecto médico”. Supo aprovechar esta oportunidad en la medida en que se lo permitieron las escasas posibilidades con las que pudo contar durante el tiempo que duró su gestión. Todo lo relacionado con sus hallazgos en el Sanatorio, lo dejó plasmado en un artículo publicado en la Revista Bohemia del 24 de diciembre de 1933, titulado: “El infierno y La Esperanza”. (5)

Con escasos recursos, obtuvo notables mejorías en poco tiempo, transformando el sanatorio en un hospital altamente científico y por sobre todas las cosas, profundamente humano. Se realizaron obras de reparación en la totalidad de los pabellones y casetas, se instalaron servicios para neumotórax artificial, cardiología, metabolismo basal y bacteriología, llegando los ingresos hasta la cifra de 420 a principios de 1935 .(5)

Allí también va a convertir en realidad el sueño que la Universidad le había negado, enseñar Tisiología a los médicos cubanos. Tuvo entonces la oportunidad de crear discípulos, aunque fuera por muy corto tiempo. Acerca de sus habilidades en la exploración clínica, expresó el gran historiador de la Medicina cubana, el Dr. José López Sánchez: “Gustavo perteneció a aquella falange de médicos que hacían verdaderos prodigios de diagnóstico con las manos y oídos. Los que tuvieron una vez la dicha de verlo auscultar a un enfermo, no podrán olvidar su exquisita paciencia, su fineza de modales, su atención escudriñadora, su bondad exquisita; si notaba cansado al enfermo interrumpía el examen y ese lapso de tiempo lo utilizaba para darle ánimos, para impregnarle fe en sí mismo; ni un gesto ni una palabra molesta o desusada, nada de brusquedades ni indiscreciones; parece paradójico que el Gustavo orador y polemista, con ceno adusto, voz bronca y gestos violentos, como cabe a un tribuno agitador, cuando actuaba como médico fuese un hombre tan sereno, ensimismado en su quehacer. Quien era capaz de provocar una conmoción en plena calle, cuando tenía el estetoscopio en sus oídos o miraba a la pantalla del fluoroscopio, no se inmutaba ante ningún estampido ni prestaba la menor atención a ningún vocerío, lo único valedero era el enfermo” .(4,10)

Su presencia en la huelga de marzo de 1935 le costó el cargo de director del Sanatorio “La Esperanza” y de su fructífera labor en ese centro el propio Aldereguía dejaría dicho: “trabajé todo el tiempo como si fuera a ser director toda la vida y viví siempre como si tuviera que irme todas las mañanas, con las manos limpias y la frente alta, satisfecho de haber cumplido mi deber”. A pesar de que no regresó jamás, su ejemplo perduró siempre y muchos años después, uno de aquellos médicos que iniciaron su formación junto a él diría: “Gustavo continuó siendo una sombra benéfica para el sanatorio” .(1,10)

Su consultorio fue siempre un lugar de curación para todo revolucionario y son ejemplos de dedicación y desinterés los cuidados que le prodigó a su entrañable compañero de lucha Rubén Martínez Villena, durante su clandestinidad, perseguido por los sicarios de Machado, hasta su muerte en brazos del Dr. Aldereguía, en el Sanatorio “La Esperanza”, el 24 de enero de 1934. En esta institución ingresó a Rubén en el pabellón Dr. Guiteras, frente a la casa que ocupaba como director para poder atenderlo en todo momento del día y de la noche. (10)

En 1958, recibió la invitación del Comandante en Jefe Fidel Castro para que subiera a la Sierra Maestra, pero esto no pudo ser por encontrarse convaleciente de una intervención quirúrgica. (1,10)

Con el triunfo de la Revolución, el viejo luchador social y médico, a la par que combate a los enemigos de la patria dentro y fuera del país, tiene oportunidad de aplicar sus profundos conocimientos científicos en el control de la tuberculosis. En enero de 1959 y hasta mediados de ese año, ocupa la presidencia y dirección del Consejo Nacional de Tuberculosis y en abril de 1961, funge como jefe del departamento de tuberculosis, primero en la secretaría de asistencia médica y después en el viceministerio de higiene y epidemiología; en este cargo y en el del grupo nacional de Neumología, estará hasta su muerte. (1,3,10)

Es en estos primeros años, después del triunfo de la Revolución, que el Dr. Aldereguía tiene la oportunidad de poner en práctica todas las ideas que fueron madurando con el tiempo, las cuales quedaron plasmadas en uno de sus más logrados trabajos de esta última etapa de su vida: “Epidemiología y tuberculosis”. Este trabajo lo leyó en la primera reunión nacional de directores de hospitales, dispensarios antituberculosos y jefes de servicios de Tisiología, celebrada en La Habana en noviembre de 1961 y más tarde lo incluyó en su libro: “Estudios sobre tuberculosis pulmonar”, publicado en 1963. (11)

Quizás su mayor aporte científico en el período revolucionario, lo constituye su “Estudio Fotorradiográfico del Ejercito Guerrillero Cubano”, realizado en 1959 y que comprende 20 000 fotorradiografías .(10,11)

Cargado de prestigios científicos y revolucionarios, se extingue su vida en La Habana el 7 de septiembre de 1970. (1,10)

El Dr. Gustavo Aldereguía fue ejemplo de una vida consagrada a la patria que lo vio nacer, pero es además, la incitación al cumplimiento del deber, el deber de ser cada día mejores, más decididos, más estudiosos y trabajadores. En él se cumple la máxima que expresa: La consagración científica del médico no solo debe limitarse a la atención de los casos especiales, más todavía, elevando su ministerio al justo rango, también el médico está en el sagrado deber, en la proporción que le corresponda, de dar sus esfuerzos en aras de la salud de todo el pueblo. (10)

El Dr. Gustavo Aldereguía fue uno de los hombres que más contribuyó a crear las bases de las ciencias médicas y de nuestra Patria socialista, como expresó su viejo compañero de luchas y cienfueguero ilustre, el Dr. Carlos Rafael Rodríguez, miembro del Buró Político del Partido Comunista y Vicepresidente del Consejo de Estado y de Ministros: “ Los hombres que aportan a la cultura humana su inteligencia, nunca mueren. Durante toda su vida tuvo una actitud ejemplar, este hombre ejemplar”.

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS
1 Delgado García G. Dr. Gustavo Aldereguía Lima (1895-1970). Síntesis biográfica. 1978
2 Delgado García G. Dr. Jorge Aldereguía Valdés-Brito: uno de los más representativos forjadores de la salud pública revolucionaria cubana. Cuad Hist Sal Pub. 1998;(84):130-146
3 Delgado García G. Dr. Gustavo Aldereguía Lima: luchador e higienista social. Cuad Hist Sal Pub. 1987;(72):317-335
4 Aldereguía Lima G. Cómo debe enseñarse la Tisiología. Cuad Hist Sal Pub. 1984;(68):30-52
5 Aldereguía Lima G. El infierno y “La Esperanza” (notas de un sanatorio desdichado). Cuad Hist Sal Pub. 1984;(68):53-57
6 Aldereguía Lima G. Mi visita al Sanatorio-Hospital “Ambrosio Grillo”. Para los enfermos del “Ambrosio Grillo” y de “La Esperanza”. Cuad Hist Sal Pub. 1984;(68):58-77
7 Aldereguía Lima G. La lucha antituberculosa en Cuba. Crítica histórica y examen político del problema y endemia. Cuad Hist Sal Pub. 1984;(68):88-118
8 Aldereguía Lima G. Papel de las comunidades en la lucha contra la tuberculosis. Epidemiología y tuberculosis. Cuad Hist Sal Pub. 1984;(68):119-156
9 Aldereguía Lima G. Relato histórico y currículum vitae. Nota final al relato histórico y curriculum vitae del Dr. Gustavo Aldereguía Lima. Cuad Hist Sal Pub. 1984;(68):245-269
10 López Sánchez J. Gustavo Aldereguía: singular luchador contra las enfermedades humanas y sociales. En: Ciencia y Medicina. Historia de la Medicina. La Habana: Ed. científico-técnica. 1986; p.393-404
11 Aldereguía Lima G. Estudios sobre tuberculosis pulmonar. Orientaciones Sobre la lucha antituberculosa en Cuba. En: Dirección Nacional de Tuberculosis. Memorias de la Primera Reunión Nacional de directores de hospitales, dispensarios antituberculosos y jefes de servicios de tisiología, celebrada en La Habana en Noviembre de 1961. La Habana: Subsecretaría de Asistencia Médica. 1961

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Editada en la Universidad de las Ciencias Médicas de Cienfuegos. Directora: Dra.C Dunia María Chavez Amaro