INTRODUCCIÓN
Las características de la sociedad del conocimiento han llevado a que el proceso educativo se oriente hacia el aprendizaje activo y permanente, exigiendo del estudiante universitario investigar, observar, descubrir, resolver problemas y comunicar. Dicha forma de enfrentar el aprendizaje requiere del desarrollo de habilidades y competencias informacionales para aprender a aprender, incorporando elementos clave para el acceso, selección, uso de fuentes, recursos de información, así como las tecnologías de la información y las comunicaciones.
Al respecto, Picardo afirma: “Los escenarios actuales demandan una nueva arquitectura educativa que apunte al aprendizaje de por vida, lo que implica: enseñar a aprender y sobre todo utilizar adecuadamente la información en el proceso de enseñanza-aprendizaje”.1 Por otra parte, Gonczi refiere que “los individuos necesitan desarrollar un conjunto de competencias y habilidades para determinar qué información se necesita, saber acceder a ella, seleccionarla, usarla y comunicarla de modo adecuado, incluyendo una alfabetización electrónica”.2
Lo anterior lleva a la necesidad de disponer de modelos curriculares que posibiliten, a través de sus metodologías, el perfeccionamiento de los planes y programas de estudio de la educación superior, convirtiendo el proceso curricular en un trabajo científico, conducente al logro de estos propósitos.
La transformación que se preconiza actualmente en los centros de enseñanza constituye hoy el corazón de la acción y sus entidades de información deben tener una posición estratégica y de liderazgo para poder contribuir con eficacia a este cambio educativo y asumir una función más activa en el proceso de enseñanza-aprendizaje.
El tema de la educación médica superior y el desarrollo de los recursos humanos del Sistema de Salud, constituye en estos momentos un problema priorizado del Sistema Nacional de Salud: la calidad científica y humana de los futuros profesionales del sistema es considerada el sostén y la garantía de los logros.
Los cambios constantes en la medicina y la necesidad de conocimientos y habilidades para una adecuada práctica, avanzan a gran velocidad y por ende la necesidad de la superación se hace constante y evidente, en tanto, para esa solución, debe ofrecerse un modelo de formación de competencia informacional que contribuya a fortalecer la enseñanza y refuerce: conocimientos, habilidades y actitudes, para el manejo y uso de la información como respuesta a las transformaciones.
Muy ligados al tema de la competencia informacional existen algunos conceptos que necesitamos abordar.
Competencia
Adentrarse en la complejidad del concepto de competencia y de su puesta en práctica, conlleva al análisis de la diversidad de planteamientos, enfoques y definiciones sobre el término en la literatura universal. Este es un concepto definido e identificado desde una variedad de perspectivas que asocian la competencia de manera directa con las exigencias de una ocupación y la describen en términos de lo que debe demostrar el individuo, hasta las que enfatizan el análisis en los elementos cognitivos, implícitos en lo que el sujeto físicamente debe hacer. Enfoques centrados en el desempeño y en las condiciones concretas de la situación en que dicho desempeño es relevante.
A partir de la década de los 80 adquiere importancia la investigación sobre competencia y resaltan estudios desarrollados en países como: Reino Unido, Estados Unidos de América, Australia, Canadá y Francia. Íntimamente basado y ligado a la educación y la capacitación.
El interés creciente por la promoción, explotación y desarrollo de la competencia crece de manera constante. Gonczi afirmó que “el desarrollo de la competencia, como actividad cognitiva compleja, exige a la persona establecer relaciones entre la práctica y la teoría, transferir el aprendizaje a diferentes situaciones, aprender a aprender, plantear y resolver problemas y actuar de manera inteligente en una situación”.2
Por otra parte la American College of Occupational and Environmental Medicine precisa como competencia, a la “…posesión de calificaciones intelectuales, físicas y conductuales suficientes (conocimientos, habilidades y actitudes) para realizar una tarea o desempeñar un papel de manera adecuada para lograr un resultado deseado.” 3
La competencia es considerada como una herramienta capaz de proveer un modo de hacer y un lenguaje común para el desarrollo de los recursos humanos (RRHH) refieren Irigón y Vargas.4
Saber: Conjunto de conocimientos relacionados con los comportamientos implicados en la competencia. Pueden ser de carácter técnico y de carácter social. En ambos casos la experiencia desempeña un papel esencial.
Saber hacer: Conjunto de habilidades que permiten poner en práctica los conocimientos que se tienen. Se puede hablar de habilidades técnicas, sociales, cognitivas; y por regla general estas deben interactuar entre sí.
Saber estar: Conjunto de actitudes acordes con las principales características del entorno organizacional y/o social. Es decir, se trata de tener en cuenta nuestros valores, creencias, actitudes como elementos que favorecen o dificultan determinado comportamiento en un contexto dado.
Querer hacer: Conjunto de aspectos motivacionales responsables de que la persona quiera o no realizar los comportamientos propios de la competencia. Se trata de factores de carácter interno y/o externo a la persona, que determinan que esta se esfuerce o no por mostrar una competencia.
Poder hacer: Conjunto de factores relacionados con dos cuestiones fundamentales: lo individual y lo situacional. El primer punto de vista se refiere a la capacidad personal, es decir, las aptitudes y rasgos personales que se contemplan como potencialidades de la persona. Desde el punto de vista situacional comprende el grado de “favorabilidad” del medio, es decir, diferentes situaciones pueden marcar distintos grados de dificultad para mostrar un comportamiento dado. Es válido destacar la disponibilidad o no de medios y recursos que faciliten o dificulten el desempeño de la competencia.
Lo expuesto lleva a observar competencia del individuo como visible para los demás; representa los diferentes niveles de desempeño tanto en el ámbito individual como profesional, ya sea durante la realización de tareas diversas o en sus interacciones sociales.
Investigaciones realizadas han corroborado que el individuo que dispone de conocimientos, destrezas y aptitudes necesarios para ejercer una profesión, puede resolver los problemas de forma autónoma y flexible. Está capacitado para colaborar en su entorno y en la organización de la tarea “es competente”.3
Como se ha descrito, las competencias tienen que ser integradoras de conocimientos, habilidades, actitudes y capacidades; tienen que ser, competencias vinculadas a la actividad que se realiza, al saber, al saber hacer, y al hacer (desempeño). Se ha comprobado que existe una zona de relación, interacción y coincidencia entre competencia y desempeño. El individuo es quien posee y moviliza sus recursos de competencia para llevar a cabo con éxito una actividad, tarea u operación. Por tanto, las competencias individuales, grupales y organizacionales se convierten en un poderoso motor del aprendizaje.
Competencia informacional.
La competencia informacional tiene su origen en la urgida necesidad de “… gestionar la información que ofrece la Sociedad de la Información y del Conocimiento.”5 Puede considerarse parte del reconocimiento del potencial del individuo para adquirir el control sobre los recursos de información. Es una competencia que transcurre en los procesos gerenciales, de negocio y técnicos diversos, en diferentes partes de una misma organización o actividad.
Reconocida como la habilidad de reconocer una necesidad de información y la capacidad de identificar, localizar, evaluar, organizar, comunicar y utilizar la información de forma efectiva, tanto para la resolución de problemas como para el aprendizaje a lo largo de la vida es considerada como un elemento significativo para la resolución de problemas y la toma de decisiones eficaces y eficientes en cualquier contexto. Refiriéndose al tema, Taylor hace algunas reflexiones y argumenta que “…las soluciones a muchos de los problemas (no a todos) pueden facilitarse mediante la adquisición de hechos informacionales adecuados y el conocimiento de la variedad de recursos disponibles (quién y dónde) es un requisito para la competencia informacional….”6
Bawden, quien cita a Doyle, considera que una persona competente en información:7
- Precisa, detalla y reconoce la información como base para una toma de decisiones inteligentes.
- Organiza la información de cara a una aplicación práctica.
- Formula preguntas basadas en su necesidad de información.
- Identifica las fuentes potenciales de información.
- Desarrolla estrategias de búsqueda.
- Accede a las más variadas fuentes de información disponibles.
- Evalúa la información.
- Integra la información nueva en un área de conocimiento existente.
- Utiliza la información en el pensamiento crítico y la resolución de problemas.
Por tanto la competencia informacional tiene entre sus objetivos:
1.Generar usuarios autónomos, consumidores críticos de información, con mayor control de su proceso de aprendizaje.
2.Propiciar la investigación y generación de nuevo conocimiento.
3.Formar profesionales eficientes insertados en la sociedad de la información con competencia informacional adquirida, que les permita aprender a lo largo de toda la vida.
Para lograr ese propósito la biblioteca participa de manera activa en el proceso de enseñanza aprendizaje, al garantizar la información requerida a profesores y estudiantes; es una institución que forma parte indisoluble de la universidad como comunidad de aprendizaje. Los estudiantes en ella tienen oportunidades para profundizar en la comprensión e integración de los contenidos que están aprendiendo, interactúan con sus compañeros y profesores. Es un lugar en que todos participan de manera activa.
Acciones y metodologías se han establecido desde la biblioteca para la “educación a usuarios” con el propósito de dar a conocer servicios y recursos que posibilitan la búsqueda eficiente, uso y manejo de la información.8
En la actualidad, este tipo de formación alcanza mayores dimensiones al asumir la biblioteca un grado creciente de responsabilidad en el proceso de aprendizaje de los estudiantes. Abarca desde facilitar tecnología, recursos digitalizados a través del desarrollo de Bibliotecas Virtuales, la edición de documentos y materiales para el apoyo a la docencia, hasta enseñar habilidades electrónicas básicas de acceso a la información.
El currículo universitario exige la integración de la competencia informacional como una comprensión amplia que no es extraña a los planes de estudio, sino que entreteje el contenido, la estructura y su secuencia.
En las instituciones universitarias, la definición de aptitudes y propuestas de herramientas, para evaluar la competencia informacional se hace cada vez mayor. En ellas las bibliotecas constituyen el corazón de acción de la transformación que se preconiza del proceso de enseñanza aprendizaje, con una posición estratégica, de liderazgo que contribuye a la eficacia del cambio educativo.10-13
CONCLUSIONES
La información es un recurso imprescindible y estratégico en el proceso de enseñanza- aprendizaje, su adecuada administración hace que el estudiante tenga mejores oportunidades de éxito. En tanto un individuo competente en información es el que aprendió a aprender, es el que sabe cómo aprender; sabe cómo se organiza la información, cómo se encuentra y utiliza la información de manera que otros puedan aprender de él.
La competencia informacional es un proceso que comprende otros procesos, entre los que se destacan la atención, percepción, memoria, razonamiento, imaginación, toma de decisiones, pensamiento y lenguaje. Su complejidad transforma la propia sociedad como parte integral de la interacción social en la que el individuo desarrolla su personalidad, es un objetivo global que implica la integración a los programas de formación profesional. La gestión por competencia establece y desarrolla un rendimiento elevado.