INTRODUCCIÓN
Los tumores de ovario son una enfermedad frecuente dentro del contexto de la patología femenina. Motivan la asistencia a consulta, tanto de ginecología como de cirugía, de un grupo elevado de mujeres, cuyas edades oscilan desde las tempranas hasta las ya avanzadas. El riesgo de degeneración maligna es muy variable y está relacionado con la edad. La experiencia de la clínica revela la alta incidencia de tumores de ovario en la etapa del climaterio, comprendida entre los 35 y 65 años de edad. (1)
No son tan frecuentes como los del útero y los de la mama, pero constituyen el tercer grupo de tumores benignos y malignos de la mujer.
El cistadenoma seroso de ovario (CSO) es el tumor más frecuente de aquellos que provienen del epitelio celómico superficial. Hay tumores pequeños macroscópicamente y tumores masivos que ocupan toda la pelvis e incluso la cavidad abdominal. (1-5)
Estas frecuentes neoplasias quísticas uniloculares están tapizadas por células epiteliales altas, cilíndricas y ciliadas, llenas de un líquido seroso claro y de superficie lisa con abundantes vasos. (1,5)
Las variedades benigna, limítrofe y maligna representan, en conjunto, 30 % aproximadamente de todos los tumores del ovario. Alrededor de 75 % son benignos o de malignidad limítrofe y 25 % son malignos. (1,5)
El riesgo de presentar tumores epiteliales se incrementa con el paso de la edad, ya que pese a que la declinación de la función ovárica marca el envejecimiento gonadal progresivo, el ovario humano nunca pierde su capacidad para generar tumores. Por lo general, cuando es detectado, su tamaño es grande, por lo que la imagenología puede ayudar en su diagnóstico. (1)
PRESENTACIÓN DEL CASO
Paciente femenina, de 57 años de edad, procedencia urbana, con antecedentes de salud que acudió a consulta por presentar aumento de volumen del abdomen de un año de evolución, náuseas, pérdida de apetito y dolor abdominal en flanco izquierdo, motivos por los que se le indicaron análisis complementarios y se ingresó en el Servicio de Medicina Interna para un mejor estudio y tratamiento.
Datos positivos al examen físico:
Abdomen globuloso, suave depresible, firme, no doloroso a la palpación. La maniobra de Tarral resultó positiva. Impresionaba como una ascitis.
Presencia de úlceras en ambos miembros inferiores.
Exámenes de laboratorio:
Hb: 123g/l
Creatinina: 56 mmol/L
Tiempo de coagulación: 9 minutos.
Eritro: 34 mm3
Ácido úrico: 173,3 mmol/L
Tiempo de sangrado: 1 minuto.
Leucocitos: 3,0 x 10-9/L
Glicemia: 4,6mmol/L
Conteo plaquetas: 250x109/L
Tiempo de protrombina: C- 13 seg.
P- 19 seg.
Fosfatasa alcalina: 188 UI
UTS abdominal 1: gran cantidad de líquido libre en cavidad, hígado pequeño con textura irregular, vesícula normal, riñón derecho normal. No fue posible evaluar el hemi-abdomen izquierdo.
UTS abdominal 2: hígado de tamaño y ecopatrón normal, vesícula con características normales, ambos riñones normales con buen parénquima. El bazo se visualiza con dificultad, impresiona normal, se observa gran imagen ecolúcida tabicada que ocupa desde epigastrio hasta hipogastrio, sin definir órgano de origen, vejiga vacía prácticamente.
Se decidió la intervención quirúrgica y se realizó anexectomía izquierda.(Figuras 1 y 2)
Se orientó tratamiento con cefazolina, a dosis de 1 gr. por vía endovenosa, cada 8 horas y por 5 días.
Los resultados de anatomía patológica revelaron la presencia de quiste que medía 30x23 cm., de color grisáceo, que deja ver cogestión de vasos a su apertura, con líquido seroso en su interior, una superficie con gran congestión de vasos los cuales se encuentran ingurgitados y a los cortes seriados se muestran cavitaciones de la pared, el anejo que lo acompaña mide 10x0,5x0,5 cm., de color blanco grisáceo, superficie lisa.
Diagnóstico: cistadenoma seroso gigante de ovario izquierdo.
Trompa dentro de límite histológico normal.
La paciente evolucionó satisfactoriamente.
DISCUSIÓN
Con la edad, el ovario humano envejece en sus funciones; sin embargo, nunca pierde su capacidad para generar tumores. La diversidad de los tumores ováricos es comprensible por la compleja histogénesis; todos los componentes histológicos tienen la capacidad de originar neoplasias de variado comportamiento biológico. (5-10)
Representan una de las neoplasias habituales de la mujer. Además, como muchas de estas neoplasias ováricas no pueden descubrirse cuando empiezan a desarrollarse, se produce un número desproporcionado de cánceres mortales en la mujer. Son responsables de casi la mitad de las muertes por cáncer del aparato genital femenino. (11)
Hay muchas clases de tumores del ovario, tanto benignos como malignos. Alrededor de 80 % son benignos y la mayoría de ellos aparece en mujeres jóvenes. La experiencia clínica revela la alta incidencia de tumores de ovario en la etapa del climaterio, comprendida entre los 35 y 65 años de edad. (12)
En la actualidad se estima que los tumores del ovario provienen de uno de los elementos siguientes del ovario: del epitelio celómico superficial, que embriológicamente origina el epitelio de los conductos de Müller, o sea, las trompas de Falopio (células serosas cilíndricas ciliadas); del revestimiento endometrial (células cilíndricas, no ciliadas) o de las glándulas endocervicales (células mucinosas, no ciliadas); de las células germinales y del estroma ovárico. (13-16)
Macroscópicamente, el tumor seroso típico contiene uno o pocos quistes de paredes fibrosas de 10 a 15 cm., en promedio, de diámetro, que alguna vez llegan incluso a los 40 cm. Los tumores benignos contienen un quiste liso y brillante sin engrosamiento epitelial ni proyecciones papilares pequeñas. El comportamiento biológico de los tumores serosos depende tanto del grado de diferenciación como de la localización. (17)
En cuanto al pronóstico, es más probable que los tumores serosos encapsulados de la superficie del ovario se extiendan a la superficie del peritoneo y el pronóstico está íntimamente relacionado con la imagen histológica del tumor y con su modelo de crecimiento en el peritoneo. (1,5)
La mayor parte de estos tumores producen pocos síntomas y si los hay, son inespecíficos y en todo caso leves. Los síntomas más frecuentes consisten en distensión abdominal, dolor o malestar abdominales, sensación de presión en la parte baja del abdomen y síntomas urinarios o gastrointestinales. Puede ocurrir dolor agudo en caso de torsión de un anexo, rotura de un quiste o hemorragia hacia el interior de un quiste. (18)
Las tumoraciones que son unilaterales, quísticas, móviles y lisas son con más probabilidad benignas; en tanto que las bilaterales, sólidas, fijas, irregulares y acompañadas de ascitis, nódulos en el fondo de saco de Douglas o crecimiento rápido son más probablemente malignas. (18)
Para llegar al diagnóstico se deben realizar las siguientes pruebas: historia clínica y exploración física, hemograma, estudio de la coagulación, ecografía abdominal; la tomografía axial computarizada abdominopélvica ayuda a confirmar el diagnóstico y completar el estudio de la extensión. (1,5,19,20)
La laparotomía exploradora, permite realizar el diagnóstico (visualización de la tumoración y sus características) y al mismo tiempo, aplicar el tratamiento quirúrgico. (1,5)
Los tumores sintomáticos deben ser valorados con prontitud. La intervención quirúrgica se justifica en caso de dolor intenso o sospecha de malignidad. Si se sospecha un quiste maligno a cualquier edad, deberá efectuarse con prontitud laparotomía exploradora. (1,5,20)