La medicina es el arte y la ciencia de conocer las enfermedades y de tratarlas o prevenirlas,(1) refiere en su tesis doctoral María Ángeles Alcaraz Ariza. Desde tiempos muy remotos, la palabra tuvo un papel determinante en las prácticas terapéuticas. La capacidad de transmitir confianza al enfermo resulta a veces más efectiva que toda la farmacopea.
Pero la complejidad del lenguaje especializado médico está determinada, sobre todo, por el desarrollo científico y técnico de la medicina. La lengua en la medicina como sistema en eterna reconcepción por su inestabilidad, inherente a la evolución de todo conocimiento científico no escapó a estas múltiples influencias. (2)
De ahí que se proponga la siguiente definición de lenguajes especializados, en función de la propuesta por Cabré: el lenguaje especializado médico es un subcódigo de la lengua general que aborda temáticas relacionadas con el campo de las ciencias de la salud, es utilizado fundamentalmente por profesionales de esta rama teniendo en cuenta la aplicación de las reglas de su propio código en función de la situación comunicativa en que se encuentren, ya sea la asistencia, la docencia o la investigación.(3)
En ocasiones algunos fenómenos lingüísticos que aparecen en el lenguaje especializado médico pueden aparecer en el lenguaje general, de ahí los ejemplos que se muestran para evitar posibles confusiones y facilitar la comprensión de estos fenómenos en el ámbito específico de la medicina.
El lenguaje especializado médico debe caracterizarse por su precisión y claridad, y sus términos deben tener claramente definido su significado y connotación para evitar cualquier confusión y lograr una comunicación universal.
Sin embargo, desde hace algunas décadas se han ido produciendo diversos fenómenos lingüísticos que contaminan el lenguaje y provocan una pérdida de precisión y claridad en el mensaje, lo que constituye uno de los obstáculos más serios que se oponen a la educación y a la investigación en medicina. (4)
Al hablar de los rasgos del lenguaje especializado médico, autores como Llorens Terol, 1985; Van Hoof, 1986, 1999; Ordóñez Gallego y García Girón, 1989; López y Terrada, 1990; Clavería y Torruella, 1993; Aleixandre et al. 1995a, 1995b, se refieren casi exclusivamente al léxico especializado.(4,5) Lo vinculan siempre a la terminología, olvidando en cierto modo que este lenguaje presenta igualmente particularidades sintácticas, morfológicas, fonéticas, fonológicas y estilísticas, que marcan una clara diferencia con otros lenguajes especializados y con la lengua general.
El nivel más estudiado en el lenguaje especializado médico es el léxico-semántico, precisamente porque en él es donde más se trabaja con la terminología, y esta constituye un elemento clave en la optimización del flujo de la información en la comunicación especializada, ya que de un mejor o peor conocimiento terminológico dependerá, en gran medida, la calidad del texto científico.
Justamente, en el nivel antes mencionado, según Ruiz, una de las características que más llama la atención en el lenguaje especializado médico es la presencia de polisemia, sinonimia y homonimia, aunque los terminólogos plantean que lo ideal sería que cada término tuviera un solo significado, en dependencia del contexto.
La polisemia, en el caso de la medicina, se traduce normalmente en los epónimos, por ejemplo, síndrome de Cushing y signo de Babinski, y en los términos de origen clásico y neologismos grecolatinos, como consecuencia de la carencia de significado unívoco de las raíces que los integran [–fren (de –phrén, –phrenós que en griego puede significar 'mente o difragma', en palabras como oligofrenia, esquizofrenia –fren significa 'mente', y en palabras como frenocostal, gastrofrénico significa 'diafragma')].(4)
En el lenguaje especializado médico, los sinónimos en sentido estricto son excepcionales, casi nunca dos palabras tienen un significado enteramente coincidente, hasta el punto de que uno de ellos puede sustituir al otro en un texto determinado sin que este cambie en absoluto. Lo habitual es la coincidencia parcial de significados; por ejemplo, el término cáncer se refiere a 'tumoraciones malignas en general' y el término neoplasia maligna se refiere a 'formación de tejidos nuevos de carácter tumoral maligno'; ellos son usados indistintamente como términos con igual significación.(4) Esto no quiere decir que haya momentos en que se den casos de sinonimia casi total.
La homonimia es el fenómeno menos frecuente y puede derivar de la coincidencia de formas procedentes de diversas palabras griegas y latinas. En la medicina un ejemplo sería el término metrología, que significa tanto ’ciencia de la medida’ como ’saberes acerca del útero’. También aparecen algunos antónimos formados con pares de prefijos y raíces de sentido contrario: hipertensión/hipotensión; oligodipsia/polidipsia.(4)
Este tipo de lenguaje no es una excepción de los lenguajes especializados en cuanto a la utilización abusiva de extranjerismos (stent, bypass, procedimiento o técnica invasiva/o, stress) y neologismos, como hepatomegalia, así como de las abreviaturas (AC*FA 'arritmia completa por fibrilación auricular'), acrónimos (ACV, 'accidente cerebrovascular') y siglas (ECG, 'electrocardiograma'). (4)
También los llamados «falsos amigos» tienen cierta representatividad, si tenemos en cuenta que el uso de muchos de ellos se debe a la influencia de otros idiomas en el nuestro. Un ejemplo lo tenemos en severo traducción incorrecta al español de severe; la traducción correcta al español sería grave, intenso, serio.
Otro fenómeno lingüístico por excelencia del lenguaje especializado médico y que impone todo un reto para los mismos médicos es la proliferación de los epónimos, por ejemplo, set de Inoue, enfermedad de Alzheimer; esto ha sido declarado por algunos autores en la bibliografía consultada.(6-8) Otras características menos representativas son las metáforas: piel de naranja, bóveda craneal, velo del paladar, más propias del mundo literario que del científico, pero que también se dan en el lenguaje especializado médico, a pesar de su carácter denotativo. También están las elipsis, esto es particularmente frecuente en las historias clínicas y en los informes de alta hospitalaria: no antecedentes, cifótico (paciente con cifosis). (4)
En un menor número de veces se encuentran circunloquios (en la totalidad de los casos), pleonasmos (dolor neurálgico) y onomatopeyas (retintín, 'ruido auscultatorio más o menos semejante al campanilleo que se percibe en el neumotórax y en grandes cavernas pulmonares'). (4)
Para concluir, se puede decir que al lenguaje especializado médico debe caracterizarlo la precisión, el rigor y la claridad; de esta manera evitará cualquier confusión y logrará una comunicación universal. Como lenguaje especializado, presenta particularidades sintácticas, morfológicas, fonéticas, fonológicas y estilísticas, que lo hacen diferente a otros lenguajes especializados y a la lengua general. Por otra parte, el nivel léxico-semántico es el más estudiado porque es también el más afectado; además de ser el nivel donde son más evidentes las particularidades del lenguaje especializado médico, es donde ocurre la mayor cantidad de incorrecciones en el uso de la lengua.