Introducción
Los tumores de ovario constituyen una de las entidades más frecuentes en las consultas de Ginecología. Según estudios se calcula que cerca de una de cada 10 mujeres padecen de esta afección a lo largo de su vida, y la mayoría requerirá de cirugía.(1) Afecta sobre todo a mujeres jóvenes entre 20 y 45 años y alrededor del 80 % son lesiones benignas. Se clasifican en las categorías de benigna, intermedia y maligna. Se distinguen fundamentalmente tres grupos de tumores de ovario, considerando el origen de las células que lo componen: epiteliales, estromales y de células germinales.(2)Además, se reconocen tres tipos histológicos principales basados en la diferenciación del epitelio neoplásico: tumores serosos, mucinosos y endometrioides.(3) La nuliparidad, los antecedentes familiares, las mutaciones, la disgenesia gonadal de las niñas, mujeres de 40 a 59 años que toman anticonceptivos orales, y el tabaquismo, constituyen factores de riesgo que predisponen a la aparición de los tumores de ovario.(3)
Dentro de los tumores de ovario, alrededor del 30 % corresponden a cistoadenomas serosos, los cuales se originan en el epitelio celómico superficial y son formados por áreas quísticas generalmente uniloculares.(4) Esta variedad histológica es benigna en el 70 a 80 % de los casos, limítrofes en el 5 al 10 %, y malignos en el 20 al 25 %.(5) Su tamaño es variable, oscila entre los 3 y 10 cm de longitud, aunque raras veces pueden aparecer tumores gigantes que superen este umbral; en la literatura los cistoadenomas serosos ováricos gigantes han sido reportados de manera esporádica, principalmente en pacientes postmenopáusicas.(6) Desde el punto de vista histológico este tumor está compuesto por quistes y papilas que se encuentran revestidas por células cuboidales, o por columnas estratificadas o no estratificadas que se asemejan al epitelio de las trompas de Falopio.(2, 6) La presencia de un tumor de ovario constituye una indicación de laparotomía, tanto si es benigno o maligno, o si produce o no síntomas.(5, 7) Cuando no hay un manejo adecuado pueden aparecer complicaciones, entre las que se encuentran la torsión ovárica o la ruptura del quiste, y la conducta en estos casos es la quistectomía u ooforectomía, junto a una salpingectomía y/o histerectomía, dependiendo de la situación.(6)
El presente informe describe el curso y evolución de un caso de cistoadenoma seroso, entidad relativamente poco frecuente.
Presentación del caso
Se presenta el caso de una paciente de 35 años de edad, piel blanca, de procedencia rural, con antecedentes de salud aparente, e historia obstétrica de dos embarazos, un parto y un aborto provocado. Acudió al Cuerpo de Guardia de Cirugía General del Hospital Provincial de Cienfuegos, refiriendo aumento progresivo de volumen del abdomen, insidioso, de varios meses de evolución, además de dolor persistente en bajo vientre que irradiaba a las piernas, acompañado de dificultad para defecar y orinar en ocasiones.
Al examen físico, las mucosas se observaron húmedas y normocoloreadas; abdomen suave, globuloso, aumentado de tamaño, que seguía los movimientos respiratorios, donde se palpó una masa dura, móvil y algo dolorosa, que ocupaba el hemiabdomen inferior; con matidez a la percusión y a la auscultación ruidos hidro aéreos presentes. Frecuencia cardiaca (FC): 96X’, TA: 130/80 mmHg.
Tacto rectal: esfínter rectal hipotónico, ampolla rectal vacía, no tumor palpable.
En el examen ginecológico los genitales externos se mostraron sin alteraciones.
Tacto vaginal: se palpó masa anexial izquierda dolorosa a la movilización del cuello, sin otra alteración a señalar.
Complementarios realizados: hemoglobina: 12,3 g/l; glucemia: 3,8mmol/L; creatinina: 89mmol/L; coagulograma: tiempo de sangrado: 3 min; tiempo de coagulación: 5 min; conteo de plaquetas: 230 x 10 9 /mm; EKG: normal.
El ultrasonido abdominal evidenció una imagen heterogénea de gran tamaño que se extendían desde la región pélvica hasta el mesogastrio, de aproximadamente de 35x24 cm, la cual comprimía y desplazaba órganos vecinos, además de pequeña cantidad liquido libre en el fondo de saco, que impresionó un quiste de ovario izquierdo.
Considerando los resultados de todos los complementarios, se discutió el caso en el colectivo de cirujanos. Se decidió anunciar al salón de manera electiva para realizar laparotomía exploradora y conducta consecuente.
Durante la laparotomía se encontró un gran tumor de aspecto quístico, que ocupaba todo el hemiabdomen inferior, de bordes lisos, vascularizado en su superficie con líquido en su interior, localizado en el ovario izquierdo y sugestivo de cistoadenoma, de aproximadamente 42x30 cm. (Fig. 1).
La paciente fue egresada con evolución satisfactoria y seguimiento por consulta externa. El estudio anatomopatológico del caso, informó de la presencia de un cistoadenoma seroso de ovario izquierdo.
Discusión
Los tumores del ovario no son tan frecuentes como los del útero y de la mama, pero ocupan el tercer lugar como motivo de consulta por las mujeres en los servicios de quirúrgicos.(8) Esto les convierte en una afección que requiere de estudio e investigación. La literatura reconoce alrededor de 37 tipos de neoplasias que se pueden originar a partir del epitelio celómico superficial, células germinales o estroma del ovario.(4) El riesgo de aparición del cistoadenoma seroso se incrementa con la edad;(9) su hallazgo es incidental debido al examen físico o a la imagen pélvica, sin embargo, con menos frecuencia una masa anexial se puede presentar junto a síntomas de dolor agudo o intermitente.(2) En el caso clínico presentado, la paciente refirió aumento de volumen del abdomen, progresivo e insidioso, de varios meses de evolución, así como dolor persistente en bajo vientre que se irradiaba a las piernas, acompañado de dificultad para defecar y orinar en ocasiones, lo cual según Brismat y colaboradores ocurre por el desplazamiento y compresión de los órganos adyacentes por parte de la masa ovárica gigante.(10)
El diagnóstico de esta entidad se puede realizar mediante ultrasonido abdominal, tomografía axial computarizada o resonancia magnética, las cuales permiten definir la localización y extensión; así como la morfología del tumor.(11) En este caso se realizó una ecografía a la paciente, con el fin de establecer un diagnóstico presuntivo. La laparotomía exploradora y la escisión total son tradicionalmente el manejo de este tipo de tumores, aunque se han reportado casos en los cuales se realiza drenaje y aspiración del contenido.(12) El manejo de los cistoadenomas serosos de ovario dependen de los síntomas, tamaño, edad del paciente, historial médico y del estado menopáusico.(12) En el caso estudiado se decidió realizar ooforectomía izquierda, teniendo en cuenta que se trataba de un tumor único, móvil, de consistencia quística y bordes lisos. Además, la paciente era joven, con antecedentes de salud, el resto de sus genitales internos sin alteraciones, y por tanto, con posibilidades de concebir embarazo.
Conflicto de intereses:
Los autores declaran que no existen conflictos de intereses relacionados con el estudio.
Contribución de los autores:
Conceptualización: José Carlos Aíras Cañizares, José Alberto Puerto Lorenzo
Curación de datos: José Carlos Aíras Cañizares
Análisis formal: José Carlos Aíras Cañizares
Investigación: José Carlos Aíras Cañizares, José Alberto Puerto Lorenzo, Lidia Torres Aja
Redacción - borrador original: José Carlos Aíras Cañizares, José Alberto Puerto Lorenzo, Lidia Torres Aja
Redacción - revisión y edición: Lidia Torres Aja
Financiación:
Hospital General Universitario Dr. Gustavo Aldereguía Lima. Cienfuegos, Cuba