Aunque la educación no presencial tiene antecedentes que se remontan al pasado siglo, sin dudas la pandemia de COVID-19 masificó los procesos formativos en entornos virtuales. La educación se vio obligada a volver tras sus pasos. Los modos de enseñar se replantearon; se comprobó la forma de aprender en consonancia con las demandas contextuales. La adaptación de los modelos de aprendizaje trascendió el espacio áulico y dio lugar a actividades novedosas en plataformas digitales, para estudiantes de todos los niveles educativos. Cuatro años después se continúan implementando, aunque, en particular en la educación médica superior se ralentiza el ritmo de expansión y se reduce su empleo una vez que se alcanza la titulación. Los entornos virtuales de aprendizaje no están constreñidos al pregrado y albergan potencialidades para el posgrado, incluso encuentran soporte legal en resoluciones vigentes. En este artículo se exponen algunas consideraciones sobre las potencialidades de los entornos virtuales para desarrollar los procesos de superación continua en escenarios ubicuos. El rediseño de actividades de pregrado debe poseer continuidad en el posgrado, como vía de formación permanente, flexible y abierta.