INTRODUCCIÓN
En una sesión de las comisiones del Consejo Científico del Hospital General Universitario Dr. Gustavo Aldereguía Lima, que se celebran sistemáticamente para presentar, debatir y aprobar (o no) los proyectos de investigación que se proponen realizar en la institución, donde abundan los Trabajos de Terminación de la Especialidad -muchas veces centro de las reflexiones-,(1) al sugerirle a una residente ampliar la revisión bibliográfica previa del tema que proponía en su proyecto, con una serie de trabajos cubanos quese conocían que, aunque no recientes, sí eran de interés para su investigación -incluyendo estudios anteriores realizados en la propia institución-, ella argumentó: Profe: si esos trabajos no están en Internet, ¡no existen! Estaba en lo cierto, según la visión de 2018 y, posiblemente, en el futuro. Esa fue la motivación inicial para escribir esta comunicación, dirigida fundamentalmente a los estudiantes y nuevos profesionales que tendrán la responsabilidad de obtener y divulgar nuestros resultados científicos en los años venideros.
Y es que hoy las pesquisas de bibliografía ya no se hacen como antes, hurgando en los documentos impresos –muchos originales y no publicados- guardados en las bibliotecas convencionales, sino a través de los diferentes “buscadores”, bases de datos bibliográficos, repositorios y sitios especializados que existen en Internet y que, en su mayoría, los jóvenes nativos digitales manejan bien.(2)
A lo anterior se une que el interés por los antecedentes históricos de cualquier proyecto cada vez va siendo menos evidente. Así, se pueden repetir estudios que ya se han realizado y que obtuvieron determinados resultados –positivos y ¡negativos!-, o no se comparan resultados nuevos con otros anteriores, porque no se conocen, o tienen otro tipo de diseño, etc. Además, a los investigadores ahora se les pide un alto porcentaje de referencias de los últimos años –a veces mecánicamente, sin importar el tema-, como constancia de la actualización de los conocimientos.
Como una limitante más, a pesar de los múltiples esfuerzos realizados, como se expondrá luego, las publicaciones médicas cubanas no ocupan, todavía hoy, un lugar destacado en los principales sitios digitales internacionales.(3-7)
DESARROLLO
- La etapa anterior a Internet
Los profesionales de la salud cubanos, especialmente los médicos, hemos sido criticados hace tiempo, porque se ha dicho que hacemos mucho más de lo que escribimos. Y se ha divulgado la afirmación, en los tiempos muy pragmáticos que corren, de que lo que no se escribe -antes en papel, ahora en versión digital- es como si no se hubiera hecho. Sin quitar completamente la razón a los que así piensan actualmente, se considera que esta situación ha tenido varias razones que la explican.
El ejemplo de los mayores
Ante todo, ha estado el ejemplo de los mayores. Hace 60 años hubo que diseñar e implementar en nuestro país nuevos planes de estudio en Ciencias Médicas, encargo asumido, fundamentalmente, por un puñado de apasionados profesores de la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana, que poseían una excelente formación y actualización teórica y dominio de la práctica profesional en sus diferentes especialidades, los que tuvieron que ocupar las “nuevas” cátedras ante la renuncia o depuración de la inmensa mayoría de los viejos profesores.(8,9)
Ellos desarrollaron una labor docente-asistencial encomiable, transmitieron un método y un estilo de actuación, que fue ejemplo para los que luego los continuaron. Posteriormente los que se formaron en esa fragua inicial trataron de “imitarlos”, diseminar y enriquecer lo asimilado por todo el país, así como combinarlo con lo mejor de lo acumulado por los profesionales ya existentes en cada territorio.(10)
Y es que la tradición oral como fuente de conocimientos, “es la palabra viva que se transmite de generación en generación, continuamente enriquecida por la experiencia del vivir, cuyas lecciones, positivas o no, permiten al ser humano hacer de la acción cognoscitiva, sabiduría acumulada”,(11) pero tiene el inconveniente de que, si no se deja constancia escrita, solo queda en la memoria incierta de las personas y, como dice la frase popular, “a las palabras se las lleva el viento”, por lo que resulta mucho menos eficiente para la amplia socialización, la confiabilidad y la permanencia de los conocimientos.
Para que se tenga en cuenta el prestigio profesional y la obra de vida de muchos de esos pioneros, luego, en el único proceso que ha habido en el país de otorgamiento directo por la Comisión Nacional de Grados Científicos entre 1978 y 1988, de los 157 títulos de Doctores en Ciencias concedidos, el 54,1% fueron conferidos a profesores de Ciencias Médicas y, además, de los 413 Doctores en Ciencias de determinada especialidad convalidados, el 57% recayó en profesionales del sector de la salud, en ambos casos casi en su totalidad residentes en La Habana y algunos pocos, en las ciudades capitales de las antiguas provincias, anteriores a 1976.(12) Sin embargo, el acápite de las publicaciones como tal, no fue uno de los que más peso tuvo en el currículum vitae de los seleccionados para las decisiones finales, en la gran mayoría de los que obtuvieron esos títulos.
Durante mucho tiempo los estudiantes y los nuevos profesionales aprendieron de manera directa de maestro-aprendiz, en disímiles actividades cotidianas, a través de la conocida educación en el trabajo, fruto legítimo de los cambios mencionados anteriormente. Pero, en su gran mayoría, los profesores de aquellos primeros años no tenían una formación teórica como investigadores-comunicadores (tal como se concibe ahora), aunque es bueno resaltar que tampoco existía, a nivel mundial, en esos años, un cuerpo de conocimientos estructurado y sistematizado en relación con la actividad científica, médica y de la salud y, menos, se hablaba de la que hoy se denomina “metodología de la investigación” entendida como el conjunto de métodos adecuados para la investigación científica, ¿disciplina científica? -o, mejor, constructo de no fácil asimilación para muchos- surgido y desarrollado en décadas posteriores.(13-16)
Sus principales fortalezas estuvieron en el campo de la atención médica –y en un pequeño grupo de ellos, en el campo de la salud pública-lo que sí, cada vez fueron creciendo más en el ejercicio de la docencia. Debido a todo ello, no fue priorizado el desarrollo de habilidades en los nuevos graduados de la documentación y, excepcionalmente, de la publicación, de los resultados obtenidos en el trabajo realizado.
Por otra parte, a pesar de no seguir siempre metodologías apropiadas, la relevancia de los resultados alcanzados permitían su exposición y comunicación oral en diferentes formatos –sobre todo presentación y discusión de casos, clínicos y de salud pública, y revisiones/actualizaciones de temas- en eventos científicos de diversas categorías, desde congresos nacionales e internacionales, hasta actividades locales e institucionales, cuyas huellas prácticamente solo han quedado en la memoria de los participantes de esa etapa –que las recuerdan con nostalgia- y en escasos documentos que pueden ser considerados como “fondos raros” en la actualidad.
Así, en las décadas de los años 60, 70 y 80 del siglo pasado, “hubo poco tiempo para escribir, por lo mucho que hubo que hacer”. Sin embargo, hay que señalar qué sí se escribió –y mucho- en diferentes documentos con propósitos concretos, diríamos que operativos, pero con escasa visibilidad pública, escritos que caerían hoy dentro de lo que algunos denominan como “literatura gris” (medio no formal, utilizado para socializar información propia de las ramas del saber humano que directa o indirectamente se relacionan con su quehacer institucional o productivo),(17) documentos que, hasta hace poco, han sido considerados de poco valor y no “referenciables”, según las normas de publicación más utilizadas.
Los libros de autores cubanos
En los primeros años posteriores al triunfo revolucionario, los mayores y mejores esfuerzos que se hicieron en el campo editorial en nuestro país fueron orientados a reproducir diversos libros de texto originales para suplir las nuevas necesidades docentes.(18,19) Posteriormente, como se conoce, poco a poco se ha podido ir enriqueciendo el arsenal de libros de autores cubanos, un grupo de ellos a partir de la colaboración de prestigiosos colectivos–con gran avance en los últimos años por parte de la Editorial Ciencias Médicas [http://www.bvscuba.sld.cu/clasificacion-de-libro/libros-de-autores-cubanos/]- tanto con fines docentes como de diseminación de actualizaciones, investigaciones originales, compilaciones, etc., hasta lograr en la actualidad cifras bastante aceptables, a pesar de todas las dificultades que aún existen en la publicación de obras autóctonas.
La publicación de tesis de residentes
A la producción editorial nacional se unió una colección de algo más de tres decenas de volúmenes con el título de “Temas de las Residencias” (Centro Nacional del Información de Ciencias Médicas y luego Editorial Orbe), que contenían las que se consideraron mejores tesis de los primeros residentes graduados entonces, publicadas entre 1967 y 1978, que luego se dejaron de editar por diversos motivos. Esto no eliminó que, en un acápite de las actas de los tribunales de exámenes estatales para residentes, se siguiera dictaminando si se recomendaba o no la publicación de la tesis, en aquellos que obtenían el máximo en este punto en su evaluación final, aunque ya como dato más bien formal y como reconocimiento al nuevo especialista, en caso afirmativo, por la calidad de su trabajo de investigación.
Las Normas de las Especialidades “básicas”
Otro grupo de publicaciones que se destacaron, tanto por su contenido como por el impacto que tuvieron en el arsenal bibliográfico de los médicos –y estudiantes- para su actualización y actuación diaria, fueron las denominadas “Normas” de las especialidades “básicas”: Medicina Interna, Pediatría, Cirugía y Ginecología y Obstetricia, desde fines de los años 60 hasta los 90 del pasado siglo, que periódicamente fueron revisadas y editadas, por los Grupos Nacionales correspondientes y ampliamente reproducidas.(20-22) A ellas hay que añadir, desde muy temprano en la década de los años 60, un grupo de publicaciones derivadas de varios Fórums Nacionales de Higiene y Epidemiología, que se diseminaron por todo el país, e incluyeron lasnormas de notificación y registro de las Enfermedades de Declaración Obligatoria, las normas de diagnóstico, tratamiento y control de las enfermedades infectocontagiosas, así como las normas de vacunación e indicaciones precisas para la actividad profesional en este campo.(23)
El Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas y los Centros Provinciales
Los profesionales de la salud eran mucho más consumidores que productores de literatura científica, lectores estudiosos de las obras disponibles, porque también se reprodujeron muchos libros importantes de autores extranjeros. Cuando se realizaban revisiones bibliográficas, se dedicaban a hurgar en las fuentes primarias y secundarias de información en bibliotecas, desde las más modestas de las instituciones de salud hasta las más nutridas existentes en la capital (incluyendo las visitas no infrecuentes a la hemeroteca del Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas (CNICM) –al menos para los radicados en las provincias-, surgida en 1965, a partir del traslado de los fondos documentarios de la Biblioteca de la Escuela de Medicina de la Universidad de La Habana,(24,25) para profundizar y sistematizar el saber lo más integral y actualizado posible sobre un tema determinado.
El desarrollo progresivo de los servicios de los inicialmente modestos Centros Provinciales de Información de Ciencias Médicas, que se iniciaron primero en las capitales de las antiguas provincias a inicios de los años 70 y una década después en las nuevas provincias -el de Cienfuegos se inauguró el 17 de enero de 1981-, dio un impulso significativo a la diseminación de la información científico-técnica entre los profesionales de la salud de cada territorio. Estos centros que nacieron como instituciones con cierta autonomía, luego fueron asimilados por las Facultades/Institutos de Ciencias Médicas de cada lugar en la década de los años 80.(26,27)
Por otra parte, en ese contexto, se disponía de un escaso número y un desarrollo incipiente de las revistas médicas cubanas impresas, solo existentes en las grandes especialidades entonces. Primaba, por mucho, la tradición y la ascendencia de la lectura del libro sobre las revistas. La disponibilidad de revistas extranjeras era muy escasa y prácticamente concentrada en la capital.
Desde sus inicios, y sobre todo en las décadas de los años 70 y 80, el CNICM reprodujo gran cantidad de materiales con información científica actualizada, resúmenes de artículos internacionales en diversos temas, que se enviaban gratuitamente por correo postal a los profesionales de todo el país y a las instituciones de salud. También se editó por el CNICM el boletín Información Corriente, con una frecuencia semanal, cuya función principal era la de divulgar los principales eventos de la salud pública cubana. Este tenía una sección de Terminología Médica, donde se trataba de transmitir a los profesionales cómo debían elaborarse los textos de información científica y su redacción.(25)
En la década de los 80, el CNICM prestó también un valioso servicio de fotocopias de artículos existentes en su hemeroteca, que se solicitaban y se recibían mediante correo postal a precios módicos. También en los CPICM se recibieron fotocopiadoras para brindar este servicio a los usuarios.
En la búsqueda de bibliografías para mantener al día la información más actualizada a nivel mundial entre los profesionales de la salud, fueron herramientas muy útiles los ejemplares que se recibían anualmente del Index Medicus. Hay que señalar que el último número impreso del Index Medicus (volumen 45), fue publicado en diciembre de 2004, cuando fue suplantado por buscadores online, especialmente PubMed.(28) Para estar al tanto de lo que se publicaba sistemáticamente, se recibían en los CPICM, ejemplares del Current Contains of Life Sciences, que además de informar detalladamente la aparición de nuevas publicaciones en el mundo, incluía la dirección de los autores, lo que permitía solicitarles reprints de sus artículos por correo postal y así se obtuvieron valiosos trabajos. La técnica Mireya Morfa realizó una labor muy destacada en esta gestión en el CPICM de Cienfuegos.
Los Trabajos de Terminación de la Residencia/Especialidad
En el régimen de las residencias en especialidades en Ciencias Médicas y de la Salud, se ha mantenido, desde los años 60,el requisito de la confección y la defensa de una tesis de grado (Trabajo de Terminación de Residencia, luego Trabajo de Terminación de Especialidad) como requisito y parte del examen estatal de los médicos –luego de los estomatólogos- al finalizar las diferentes especialidades aprobadas en el país. La docencia de posgrado se fue extendiendo a las viejas provincias en los años 70 y, luego, a todas, en los años 80 y 90, pero este requerimiento se ha mantenido, aún con más exigencias, hasta nuestros días.
Como ya se mencionó, estos documentos pasaron a engrosar los fondos no publicados de las bibliotecas de los centros de información y bibliotecas de instituciones de salud a diferentes niveles, por cientos y miles pero, lamentablemente, su diseminación y consultas han sido siempre inferiores a los propósitos esperados–con énfasis en los últimos años, como se dijo anteriormente- pues, si se hace un inventario se comprobará que casi nunca terminan en la salida más importante de la investigación: la publicación de sus resultados. Estas tesis -así almacenadas- se puede decir que “duermen el sueño eterno” como tesoros escondidos en nuestras bibliotecas, con muy probables pronósticos de desaparecer en el futuro si no se “digitalizan”, cuestión que parece prácticamente inviable en el momento actual.
La primera publicación en Cienfuegos en esta etapa. La Revista Finlay
Entre nosotros tenemos el caso de la Revista Finlay y su evolución a lo largo de algo más 30 años. El 28 de enero de 1987 vio la luz el primer número de la Revista Finlay, fundada por estudiantes de medicina de la Facultad de Ciencias Médicas de Cienfuegos y a fines del propio año, se acordó que la revista fuera el Órgano científico de Cienfuegos, tanto de estudiantes como de profesionales.(29) El último número se imprimió en papel en 1994, debido a las carencias del período especial. Luego de un período de más de una década, esta publicación se retomó, tanto impresa como virtual,de 2005 a 2008 (segunda temporada), [http://www.ftp.cfg.sld.cu/medisur/index.php?dir=Finlay/Revista%20Finlay%20numeros%20anteriores/] y a partir de 2010 es retomada con nuevos bríos la publicación de Finlay, ahora en versión electrónica y dedicada, en esencia, a las enfermedades crónicas no transmisibles (tercera temporada actual).[http://revfinlay.sld.cu].
Las publicaciones médicas en las evaluaciones profesionales
Hay que señalar también que en las valoraciones de los profesionales, ya en su sitio de labor, o para ocupar otras plazas y responsabilidades, no se incluía con rigor el tema de las publicaciones –y pienso que todavía no se hace de manera sistemática. Por supuesto, no existía ese slogan, que procedente de otros lares -y aterrizado con matices a nuestro contexto-, se ha ido introduciendo posteriormente para ocupar cargos en las universidades: “Publica o perece” (publish or perish). Otros aspectos globales del curriculum vitae de los profesionales fueron -y siguen siendo así- más estimados para emitir juicios sobre su actuación, o cualidades/aptitudes para ser designados y desempeñarse en diferentes responsabilidades y funciones, incluyendo las académicas, debido a que prácticamente todos nuestros profesionales laboran en instituciones que son hoy, al mismo tiempo, escenarios docentes.
Lamentablemente, la obra de muchos grandes maestros y profesionales destacados de la medicina, va a ser conocida en el futuro –y para muchos ya en el presente- por los trabajos de algunos especialistas interesados en la historia de la medicina, que pudieran diseminar sus aportes con las herramientas de las nuevas tecnologías de la información y la comunicación (TIC), especialmente aquellos que documentaron sus resultados, a partir de rescatar (“escanear”) textos precedentes. Pero los demás, no aparecerán –o lo harán de forma muy pálida- y solo serán recordados con añoranza por memorias y leyendas, se perderán valiosos tesoros. Ya hoy un grupo de profesores eminentes anteriores a Internet, prácticamente no existen en la red de redes. Para empezar nuevamente ¿de cero? Esta predicción, ¿tiene que ser necesariamente así, irreversible?
Lo que queda de esta etapa para la visión de los más jóvenes
Estas características aquí relatadas fueron propias de una etapa anterior, no vivida, poco contada y escasamente conocida por los más jóvenes. Debido a ello son difícilmente imaginadas por la gran mayoría de nuestros profesionales hoy, especialmente por los que tienen menos de 35 años, nuestros millennials –que aunque no tenemos datos concretos, actualmente ya tienen un porcentaje importante en la masa laboral del Sistema Nacional de Salud-, que ven esa época como lejana y poco comprensible, lo que representa para ellos un verdadero hiato generacional cognoscitivo en este sentido.
Como ya se refirió, siempre ha existido un divorcio entre la producción científica cubana publicada en materia de salud, que no se ha correspondido con el avance alcanzado en el sector, manifestado, entre otros elementos, en la calidad de la atención médica y en el resultado obtenido en las estadísticas vitales y en los indicadores de salud fundamentales.(30) Pero si hoy ese divorcio se mantiene, en la etapa pre-internet indiscutiblemente este contraste fue aún mucho más acentuado, aunque menos valorado.
II. La era de Internet. La revolución de las TICs
Así llegamos a los años 90 del pasado siglo XX, a una “nueva época” universal, con toda una gama de matices a partir de una globalización y mundialización sorprendentes, incluyendo la revolución que ha significado el desarrollo vertiginoso de las tecnologías de la información y las comunicaciones (TICs) como uno de los componentes y motores principales de esta etapa de la humanidad, que, en el caso de Cuba, ha coincidido en sus inicios con el “período especial” y con una etapa de grandes limitaciones posteriores, así como con un proceso lento de informatización, todavía lejos de cubrir las necesidades de nuestro país en este campo.[a]
La irrupción de Internet no se puede comparar a ningún adelanto tecnológico precedente en cuanto a su desarrollo y a la facilidad con que se ha expandido, incluso por los países pobres.
Nunca será suficiente lo que hay que agradecer en nuestro país, en estos años de limitaciones, a los invaluables aportes en el campo de la publicaciones de la salud, a INFOMED (la Red de salud de Cuba), surgido el 18 de diciembre de 1992, como un proyecto del Centro Nacional de Información de Ciencias Médicas, en aras de dar respuesta a la necesidad de facilitar el intercambio de información entre los profesionales, académicos, investigadores, estudiantes y directivos del Sistema Nacional de Salud cubano.
Su creación, por un equipo al frente del cual estuvo Pedro Urra González como líder indiscutible y pilar fundamental de su desarrollo, vino, por una parte, a dar respuesta a la difícil situación que sufría el país por la aguda crisis económica que lo afectaba desde finales de 1989, la cual conllevó muchas dificultades para adquirir y diseminar la información científico médica y, por otra parte, a posibilitar la asimilación gradual de las modernas tecnologías que se estaban imponiendo respecto a la generación y el uso de nuevos productos y servicios de información.(31)
Urra ha afirmado: INFOMED tuvo una visión avanzada, articuladora, inteligente. La limitación económica de Cuba nos liberó mucho de lo que tradicionalmente se hacía. O desarrollabas las revistas en formato electrónico y continuabas existiendo, o desaparecías, o conectabas a las provincias y además, multiplicabas el acceso a la búsqueda de información por medios electrónicos o desaparecías, porque el papel se acababa, los precios subían y había que buscar la estrategia de agrupar toda esa información en soporte electrónico para no perderla.(32)
La incipiente Hemeroteca Nacional de 1965, se convirtió progresivamente en una biblioteca de referencia para la red del Sistema Nacional de Información de Salud (SNIS) que reúne a 815 bibliotecas y centros de información en los distintos niveles. Desde 1994 la Biblioteca Médica Nacional (BMN) coordina SeCiMed (Catálogo Colectivo de Publicaciones Seriadas de Ciencias Médicas), insertado dentro del proyecto SeCS de BIREME, el cual incluye todas las colecciones de los países de la región de América Latina y el Caribe. Entre los valores añadidos de este catálogo figuran que las instituciones participantes pueden actualizar la base de datos en línea, tiene registradas las colecciones impresas y electrónicas suscritas para el dominio sld.cu y pueden localizar automáticamente salidas de las referencias que aparecen en la base de datos MEDLINE. También salen a la luz las publicaciones Novedades, Bibliomed y su suplemento. La primera alerta las nuevas adquisiciones y la última contiene la compilación de referencias bibliográficas de apoyo a programas priorizados por el Ministerio de Salud Pública y temas de alta demanda.
En 1998 la BMN se convirtió en centro coordinador nacional en el SNIS, del proyecto para compilar la bibliografía médica cubana, insertado dentro del proyecto LiLaCS de BIREME. No se pueden dejar de mencionar los aportes integrales de los Centros Provinciales de Información de Ciencias Médicas.(33)
En la Biblioteca Médica Nacional (BMN), parte fundamental del CNICM, en un serio esfuerzo del Área de Reproducción, desde febrero de 2018 se encuentran disponibles en formato digital -por el momento en soporte DVD, en una Multimedia que posee la BMN-, las Colecciones de la "Revista Cubana de Medicina, desde 1960-1994", la "Revista Cubana de Pediatría" y los "Cuadernos de Historia de Salud Pública". Se está trabajando también desde la Editorial de Ciencias Médicas (ECIMED), en colocarlas como colecciones retrospectivas en las páginas de las propias revistas. Para mayo de 2018 se planificó la entrega de las Multimedias con las colecciones que hasta el momento se han digitalizado, a todos los directores de los Centros Provinciales de Información de Ciencias Médicas.(Lic. Lisbeth Cruz García, Especialista Principal de la BMN, comunicación personal).
Revistas Científicas cubanas en INFOMED
Progresivamente se han aprovechado las bondades de la tecnología en la publicación digital de las revistas cubanas a partir de mediados de la década de los 90, tanto con el rescate de otras publicaciones médicas impresas que habían ido apareciendo en el país -sobre todo originadas en la capital, pero también en algunas provincias-, con difusión variable por el surgimiento de decenas de nuevas publicaciones, seriadas o no, sobre todo en los últimos 15-20 años –entre las que se destaca Medisur, nuestra otra publicación cienfueguera, dirigida durante años por el Dr. C. Mikhail Benet Rodríguez y actualmente por el Dr. Alain Morejón Giraldoni, en versión electrónica, que se ha publicado sin interrupciones y con un número elevado de visitas, desde sus inicios en 2001,(34) que han ido incrementando el dossier de revistas científicas nacionales disponibles en la web de INFOMED, tanto para autores como para lectores. [http://www.sld.cu/red-de-portales?quicktabs_directorio_de_sitios=2#quicktabs-directorio_de_sitios] [http://www.bvscuba.sld.cu/clasificacion-de-revista/revistas-cubanas/]Además, también gracias a INFOMED se ha logrado el acceso a publicaciones extranjeras, por diversas vías, desde la etapa de mayor rigor del período especial hasta la actualidad.
Como consecuencia de lo expresado, las publicaciones médicas de autores cubanos se han multiplicado exponencialmente en las últimas dos décadas, sobre todo en revistas nacionales, también, en una mucho menor proporción, en internacionales. Sin embargo, este crecimiento cuantitativo no ha ido acompañado siempre del incremento de la calidad de los artículos. Los requisitos formales para aspirar a las diferentes convocatorias de procesos (Especialistas de II Grado, categorización docente, categorización de investigadores, doctorados) incluyen el acápite de las publicaciones y son los que muchas ocasiones han “presionado” a los profesionales a publicar todo tipo de artículos aunque su calidad no siempre ha sido la mejor, a lo que se une que los tribunales correspondientes las hayan aceptado, sin mucho rigor, con frecuencia.
La realidad de hoy
Según un reporte reciente, la producción científica de Cuba en ciencias de la salud duplica prácticamente la producción del resto de las áreas del conocimiento en Scopus (base de datos bibliográfica de resúmenes y citas de artículos de revistas científicas, propiedad de la empresa Elsevier, que contiene 18000 revistas publicadas por más de 5000 editores internacionales), de ella, el 69,27 % corresponde a Medicina; el 62,87 % se publicó en revistas nacionales y el 66,44 % se publicó en español.(3,6)
Pero el índice de citación de la producción científica de Cuba en Medicina es muy inferior a los que presentan los países considerados como productores mayores y moderados de literatura médica en América Latina. También se refiere que entre 2009 y 2011, las revistas médicas cubanas publicaron 1 815 artículos citables. Sin embargo, en 2012, solo recibieron 80 citas para un promedio de 0,044 por artículo publicado. El volumen de la literatura médica de Cuba publicada en revistas nacionales, procesadas por Scopus, unido a sus pobres índices de citación, reduce sustancialmente los índices de citación de Cuba como país. Urge, por tanto, elevar la calidad de las contribuciones publicadas por estas revistas con vistas a disminuir su volumen total y aumentar sus niveles de citación.(3,6)
Sobre este asunto, una comisión de la Academia de Ciencias de Cuba presentó hace poco un Informe, aprobado en su Pleno, titulado “La ciencia cubana vista a través de sus publicaciones: una revisión de los últimos 19 años”, que estudió la evolución de la producción de artículos científicos cubanos durante un período de 1996 a 2014, alertando sobre la baja productividad de nuestros científicos a partir de sus publicaciones. (El término publicaciones científicas se refirió aquí a artículos de investigación original o de revisión publicados en revistas científicas arbitradas e indizadas en bases de datos internacionales).(5)
Los datos indican la pobre producción científica cubana, incluida la de las ciencias médicas y de la salud, así como se plantea la escasa utilidad que tiene la mayoría de las revistas científicas nacionales cubanas en la divulgación internacional de los resultados científicos que se alcanzan en el país. Se analizaron las posibles causas y se formularon propuestas para revertir las tendencias negativas, relacionadas con el fortalecimiento del potencial científico, la adopción de políticas de promoción y la estimulación a las publicaciones, el establecimiento de normas más exigentes para publicar los resultados de las tesis de doctorado, el perfeccionamiento del sistema nacional de revistas científicas y la necesidad de la ampliación de la colaboración internacional. Se recomendó también realizar estudios complementarios y análisis particulares por ramas, especialidades e instituciones, con amplia participación de la comunidad científica, con vistas a adoptar medidas adicionales.(5)
Más recientemente el Profesor Luis A. Montero Cabrera se ha referido también al hecho de la escasa producción general de documentos científicos cubanos de calidad e impacto internacional y las consecuencias negativas que esto trae.(35)
Corona, a propósito de estos temas, aporta que para publicar es importante saber investigar, pero no es suficiente, también hay que saber escribir, comunicar,(36) habilidad que no todos tienen desarrollada.
Por otra parte, Borroto ha añadido que dado que la publicación científica sigue siendo la vía principal para la divulgación de los resultados de la investigación, las revistas científicas deben garantizar que sus publicaciones reflejen resultados generados por investigaciones científicamente fundamentadas, desarrolladas por autores éticamente responsables y evaluadas por revisores competentes e imparciales.(37)
Sin embargo, no todo es negativo, cuando se revisan algunas revistas. Así, por ejemplo, en 2017 se publicó un estudio cienciométrico sobre la producción científica de Medisur en el período 2003-2016, y se encontró que en esa etapa los artículos publicados recibieron 2509 citas con un promedio de 179,21 citas por año, alcanzó un índice h de 19 y un índice g de 34. Se analizaron 1000 artículos publicados con un promedio de 2,80 autores por artículos; el artículo más citado estuvo relacionado con el método clínico y obtuvo 368 citas. Se estimó por los autores que Medisur posee indicadores cienciométricos comparables con otras revistas de alto impacto científico.(38)
[a]Espinosa Brito AD, Espinosa Roca AA. Una nueva época en pleno desarrollo. Ponencia presentada en el Fórum de Ciencia y Técnica de base del Hospital General Universitario Dr. Gustavo Aldereguía Lima, Septiembre 2015.
CONCLUSIONES
De todo lo expuesto hasta aquí, se puede aseverar que, aunque el número de publicaciones médicas cubanas se ha multiplicado sustancialmente a partir de la era de Internet, aprovechando las bondades de las Tecnologías de la Información y la Comunicación (TICs) –aun cuando el acceso libre a Internet ha estado limitado para muchos por largo tiempo-, esto no se ha acompañado de un incremento global consecuente de su calidad y todavía quedan muchas insatisfacciones y brechas en este asunto, dadas las potencialidades que se tienen.
Tema complejo pero real, que requiere una priorización y una capacitación adecuada de todos, para que en la divulgación de nuestros resultados en el campo de las Ciencias Médicas se cumpla también aquel conocido adagio británico: “La reina no solo tiene que serle fiel al rey, sino que a nadie le quepa dudas”.
Conflicto de intereses:
El autor declara no tener conflicto de intereses.
Contribución de autoría:
Contribución total de su único autor.
Financiación:
Hospital General Universitario Dr. Gustavo Aldereguía Lima.