INTRODUCCIÓN
El desarrollo displásico de la cadera es una afección de la cadera en crecimiento, cuyas secuelas pueden llegar a ser incapacitantes cuando el diagnóstico no se realiza o no se hace precozmente. La displasia residual es la causa de un número importante de las osteoartritis de la cadera que requieren tratamientos reconstructivos en la vida adulta.1-3
El diagnóstico se basa fundamentalmente en el examen físico y se apoya en estudios de imágenes, como la ecografía en la etapa cartilaginosa (antes de los tres meses de vida) y la radiología en etapas posteriores, cuando la cadera está más osificada.1,4-10
Para percibir la correlación que existe entre ecografía y radiología, es imprescindible el conocimiento de la anatomía radiográfica y ecográfica, así como la adecuada interpretación de dichas imágenes por parte del médico. La complementación de ambos métodos imagenológicos, es un elemento fundamental en función del diagnóstico y seguimiento evolutivo del lactante portador de desarrollo displásico de la cadera, pues se logra un diagnóstico preciso y un tratamiento de calidad y libre de complicaciones.
Al comparar la imágenes de un rayos x simple en vista antero posterior y la imagen estándar de Graf en corte coronal (citado por Jacobson, Bruyn y Antonio),7-9 puede observarse la correlación ecografía radiografía en función del desarrollo displásico de la cadera. En este artículo se muestran evidencias de la efectividad de la aplicación de ambos métodos como complemento del diagnóstico clínico.
DESARROLLO
El conocimiento de la anatomía ecográfica (Figura 1) y radiográfica (Figura 2) de la cadera, es una premisa fundamental en el estudio por imágenes del desarrollo displásico de la cadera, y es el sustento teórico práctico para realizar un adecuado corte ecográfico, sobre el cual se podrán realizar las valoraciones y mediciones necesarias en función de diferenciar una cadera normal de la patológica y poder clasificar la afección según las diferentes variantes de severidad.
Para ilustrar de manera más clara lo que se pretende, se presentan imágenes de un caso clínico: paciente femenina, de seis meses de edad, sin antecedentes patológicos de interés relacionados con el embarazo y el parto. Esta fue remitida a Ortopedia, proveniente de la consulta de Atención Temprana por presentar asimetría de los pliegues del muslo (Figura 3, figura 4 y figura 5), con el fin de descartar la presencia de desarrollo displásico de la cadera. Al examinar a la paciente en consulta de Ortopedia, se observó máxima abducción de ambas caderas (Figura 4) y respuesta negativa a la maniobra de Galeazzi (Figura 6). Los resultados del examen físico se concluyeron normales. Para complementarlos, se realizó un estudio radiográfico y ecográfico de la cadera. (Figuras 7-10)
Las imágenes anteriores muestran los parámetros que se pueden identificar en función de la correlación de ambos métodos:
- Características cualitativas del acetábulo. (Figura 7)
- Configuración del borde externo del acetábulo.
- Esclerosis de la cuenca acetabular.
- Inclinación del acetábulo.
- Centraje de la cabeza en el acetábulo.
- Relación del acetábulo con metáfisis proximal del fémur y cabeza femoral osificada, tomando como referencia la línea de Perkins en la radiografía y la línea basal del borde externo según el método de Graf. (Figura 8)
- Índice acetabular. (Figura 9).
- Relación del extremo proximal del fémur con los cuadrantes de Ombredanne. (Figura 10).
CONCLUSIONES
Algunos autores sugieren utilizar la ecografía en los primeros tres meses de vida, en la etapa cartilaginosa de la cadera, dada la posibilidad de este medio diagnóstico de observar las estructuras cartilaginosas y partes blandas de la cadera, dejando la radiografía para etapas posteriores a los tres o seis meses, donde la cabeza del fémur se muestra osificada en la radiografía. Desde nuestro punto de vista esta distinción no es válida, si se considera como sustento teórico práctico el conocimiento de la anatomía radiográfica y ecográfica de la cadera, así como una adecuada interpretación de las imágenes. Cuando el médico es capaz de dominar ambos métodos, puede percatarse de la estrecha relación que existe entre ellos, la cual puede ponerse en función del diagnóstico de la enfermedad, e incluso de su seguimiento evolutivo, independientemente de la edad del niño, durante el primer año de vida.