Señor Director:
El 7 de noviembre de 2015, la Organización Mundial de la Salud (OMS) dio por terminada la epidemia de ébola en Sierra Leona. Horas antes se hizo el mismo anuncio por parte de la OMS para Liberia, otro de los países afectados. El 15 de enero de 2016, Richard Brennan, director de Manejo de Riesgo de Emergencias y Respuesta Humanitaria de la OMS, declaró el fin de la epidemia del virus en África Occidental.1
Con pesar se informó desde Freetown que Sierra Leona confirmaba, un día después, la muerte de una mujer a causa del virus del ébola en el distrito norte de Tonkolili. Hasta ese momento había sido la única persona en su comunidad que había mostrado síntomas. Las autoridades sanitarias, no obstante, localizaron a todos sus contactos.2
Se considera a un país libre de ébola cuando no registra nuevos casos en 42 días. Esta muerte desató informaciones encontradas porque diversos medios difundieron la posibilidad de rebrotes. Los sobrevivientes pueden portar el virus durante meses, lo que hace factible que se den potenciales rebrotes. También se habla, en el caso de Sierra Leona, de que las autoridades no siguieron los protocolos básicos de salud, según la agencia Reuter.2
Cuando se produjo el comienzo de la epidemia en este lugar, Cuba fue el primer país en dar una respuesta a la emergencia, al enviar a Sierra Leona 165 colaboradores en un primer momento, y posteriormente incrementó esa cifra en la medida en que la epidemia afectaba a Liberia y Guinea Conakry, cuyos servicios de salud colapsaron ante una emergencia de tal magnitud. El brote de ébola está descrito por la OMS como la emergencia sanitaria más severa vista en los tiempos modernos, para la cual el mundo estaba mal preparado en la respuesta a una crisis tan grave.
Ni siquiera los emporios mediáticos pudieron obviar la actitud del personal médico de Cuba. El Secretario General de la Organización de Naciones Unidas (ONU), Ban Ki Moon y la Directora de la OMS, Margaret Chan, destacaron la contribución de nuestro país. Incluso el diario The New York Times publicó en sus páginas que la actuación cubana debía “ser aplaudida e imitada”.1
Los trabajadores de la salud cubanos se expusieron a grandes riesgos, enfrentándose a un agente patógeno clasificado como de riesgo tipo cuatro, el de mayor nivel. Sin embargo, nuestro país se colocó a la cabeza de la lucha contra el ébola con una respuesta rápida, concreta, operativa y despolitizada, dando apoyo a los sistemas de salud de las áreas afectadas, que carecían de sustentabilidad para contener el virus.
Las actuaciones cubanas se basaron en el principio de que preservando a África se preservaba a la humanidad, que ningún grupo humano ni país estaba libre del riesgo, las cuales plasmaron la voluntad política del gobierno revolucionario, de entrega desinteresada a una causa mundial, y que demostró con hechos la postura firme de Cuba que, en cada ocasión de análisis, ha defendido en los organismos internacionales que se ocupan de las cuestiones sanitarias.
La estrategia comenzó en el territorio nacional, con cursos preparatorios sobre la enfermedad a profesores, trabajadores y estudiantes del Ministerio de Salud, concreción de otra faceta de la lucha cubana contra la epidemia, la preparación regional, nacional y local ante la posibilidad de la entrada del virus. Y en este punto retomamos la repercusión mundial de la muerte por ébola de la mujer en Sierra Leona.
Señor Director: este lamentable deceso, sin dudas, en nuestro país no hubiese ocurrido, debido al enfoque del sistema de salud cubano, de medicina preventiva, e integración de los determinantes sociales de la salud. Prueba a la comunidad mundial la cientificidad de las medidas sanitarias de vigilancia, prevención, atención y bioseguridad que propugnamos, la necesidad del control, la capacitación del personal médico y paramédico, de la población y del despliegue de estrategias de comunicación para la orientación ciudadana, cumpliendo las recomendaciones de la Organización Panamericana de la Salud y la OMS sobre coordinación de estrategias intersectoriales.
Los rebrotes latentes o en curso que pudiesen ocurrir en África Occidental, serán consecuencia en gran parte de la exclusión y la explotación, el analfabetismo y el olvido en que están sumidas miles de personas en remotas comunidades africanas. Aunque la OMS anunció que todas las cadenas de transmisión del virus conocidas han sido detenidas, y el riesgo de reintroducción de la infección es cada día menor, se mantienen las condicionantes sociales que hacen vulnerable a la población involucrada. El 17 de enero se encontraban en cuarentena 109 personas en Sierra Leona.3
La actuación de Cuba en estos acontecimientos no tiene parangón en la historia. El ébola produjo la muerte a más de 11 300 personas, casi 23 000 niños quedaron huérfanos de uno o ambos progenitores.3 La participación de nuestro país en el vórtice de todo este drama humanitario es parte de la solidaridad sistemática con la humanidad durante el periodo revolucionario, y no puede ser minimizada. El trato amoroso, la atención personalizada, la entrega consciente y altruista, aun en las condiciones de riesgo más severas, patentizan la calidad humana, la ética invaluable y el profesionalismo de todos los trabajadores de la salud que lucharon en esta batalla.