Señor editor:
Hemos leído con gran interés el artículo “La hipnosis: una técnica al servicio de la Psicología” de Cabrera y colaboradores.1 Los autores señalan que Sigmund Freud “en su condición de médico investigó la hipnosis en profundidad, la utilizó para el tratamiento de la neurosis y reconoció su validez como un método, terminó confesándose un mal hipnotizador y la abandonó para dedicarse a formular su teoría del psicoanálisis”.
Al estudiar algunas de las obras de Freud con relación a la hipnosis, se llega a la convicción de que él no abandonó esta práctica por considerarse un mal hipnotizador, sino porque tenía un verdadero espíritu científico, buscaba respuestas a través del experimento y no se contentaba con soluciones a medias.
En sus trabajos con Breuer se percató de que realmente existía una mejoría en los pacientes a través de la hipnosis, pero que no pasaba de una mejoría temporal, pues más tarde o más temprano el síntoma resurgía o se instalaba otro diferente, y en su búsqueda incansable de razones elaboró una teoría, un método y una terapia; tres direcciones que abarca el psicoanálisis, que nace de una práctica profesional directa.
En sus inicios, el psicoanálisis fue centrado en personas histéricas. Mediante la hipnosis se producía catarsis: procedimiento terapéutico de establecer y reconocer las causas a nivel inconsciente que provocan los síntomas y son expresados en estado hipnótico.2 Freud los llamó contenidos inconscientes y comprobó que se movían por la afectividad y se identificaban con la dimensión no racional del hombre; por ello, era necesario llevar al paciente al recuerdo, e interpretar juntos dichos contenidos. Es a esto a lo que llamó psicoanálisis.
A consecuencia del estudio del psicoanálisis, descubrió el fenómeno de la transferencia, una situación peligrosa para un terapeuta que practica la hipnosis, ya que supone ser convertido en el destinatario de los sentimientos reprimidos del paciente y de sus deseos.3 Hoy esto constituye uno de los aspectos técnicos más controvertidos en la práctica profesional.
Freud planteó la necesidad del terapeuta de conocerse a sí mismo antes de conocer e interpretar a los demás, ponerse en el lugar del paciente antes de ser terapeuta, sufrir el rol que después deberá atender.4 Hasta el momento esa forma de preparación se encuentra vigente y este es uno de los méritos mas definitivos del psicoanálisis, que debería ser imitado por todos los que practican la hipnosis. El terapeuta debe estar bien preparado en el conocimiento de la ciencia psicológica, de lo contrario, por más buenos deseos e intensiones que tenga, le será imposible ser un buen hipnotizador.