Paciente de 16 años nacida en Luanda, Angola, de parto eutócico, extrahospitalario, sin malformaciones congénitas visibles. A los 6 meses de edad comenzó con irritabilidad e inflamación de las manos y de los pies. Fue llevada a un hospital donde se comprobó que tenía anemia, recibió una transfusión de sangre, se prescribió tratamiento con analgésicos y se le diagnosticó una crisis mano-pie (dactilitis) en paciente con drepanocitosis. Exámenes de laboratorio realizados posteriormente corroboraron que la paciente sufría de anemia falciforme y que tenía el genotipo SS. La madre refirió que hasta los 3 años de edad tuvo episodios similares al descrito, en al menos 10 ocasiones, y que progresivamente los dedos se fueron deformando y alcanzando longitudes diferentes como se muestra en las fotos.
Cuatro
El Z4 es un coche increíble. Daría cualquier cosa por tenerlo. Claudio Gervasi está enPorta Pinciana, parado delante del escaparate del concesionario BMW. Lo mira comosi fuera un niño, extasiado, deseoso, disgustado porque no lo puede tener. Si Raffaellase enterara de lo que está deseando, tendría problemas. Y si se enterara de todo lodemás, lo mataría. Prefiere no pensarlo. No lo sabrá nunca. Y a esas alturas, como hallegado hasta allí, merece la pena entrar. No hay y nada malo en tener un deseo. ¿Oeso también está incluido en la lista de los pecados sociales? Claudio intentaconvencerse. Tampoco me comprometo de ninguna manera..., sólo quiero sabercuánto me darían en una hipotética permuta. A lo mejor me tasan bien mi Mercedes200. Tiene sus kilómetros, pero está en buen estado... Da una vuelta alrededor delcoche, examinándolo. Exceptuando esa pequeña rozadura culpa de Babi y Daniela y,sobre todo, de cómo aparcan su Vespa. Veamos qué me dicen... Entra en la tienda. Enseguida se le acerca un joven dependiente, impecable, con una bonita corbata grande,azul como su traje con la americana ajustada y pantalones estrechos perfectos, con lavuelta que acompaña sus mocasines oscuros, sencillos, pero perfectamente lustrados.Precisamente como ese coche. Visto de cerca parece aún más bonito. Es azul cielopálido y el interior un poco más oscuro, con los acabados de piel de colores beige claroy negro que con suavidad forra cada pieza, del volante al cambio. Irresistible.-Buenas tardes, ¿puedo ayudarlo?-Sí, quisiera saber el precio de este BMW. ¿Es el Z4, verdad?-Por supuesto, señor. Entonces, full optional, llaves en mano con ABS y llantas,naturalmente, de aleación... Veamos..., señor, es usted afortunado, estamos depromoción. Para usted serían cuarenta y dos mil euros. Euro más, euro menos, seentiende.Seguramente más. Menos mal que soy afortunado y que están de promoción.Entonces, el dependiente, que lo ve algo desilusionado, le sonríe.-Mire que éste era el coche de James Bond.Claudio no cree lo que oye.-¿Precisamente éste?-¡No, no, éste no! -El dependiente lo mira intentando averiguar si le está tomando elpelo-. Entre otras cosas, porque creo que el que usaron en esas películas fue el Z3, elBMW de la serie anterior, y debieron de destruirlo o sacarlo a subasta. Pero éste enconcreto se usó en Ocean's Twelve, ¿o era Eleven? Ahora no me acuerdo bien... Detodos modos, lo han llevado George Clooney, Matt Damon, Andy García, Brad Pitt yahora... ¡usted! Claudio esboza una sonrisa.-Quizá...
El dependiente se percata de que tiene delante a un indeciso crónico. No conoce laverdad. Tiene delante una sombra enorme, un holograma terrible, una proyección enláser, Claudio envuelto por el pensamiento de su mujer. El chico decide calentar alcliente potencial con algunas informaciones.Da una vuelta alrededor del coche dando datos: velocidad, consumo, prestaciones detodo tipo y, naturalmente, posibilidad de
leasing.
-A propósito... -ante este último dato, Claudio recobra la esperanza-, si se da el caso,ustedes compran el coche antiguo, ¿no?-¡Claro, por supuesto! Aunque en estos momentos el negocio del automóvil no estámuy boyante, señor. Claudio no tenía dudas al respecto.-¿Puede echarle un vistazo? Lo tengo aquí fuera.-Claro, vayamos a verlo.Claudio sale de la tienda acompañado por el dependiente.-Aquí está, éste es.Muestra orgulloso su Mercedes 200 gris oscuro metalizado. El chico está ahora atento,serio, minucioso. Lo mira tocándolo de vez en cuando, comprobando eventualestrabajos de reparación engañosamente ocultos. Claudio intenta tranquilizarlo.-Ha pasado siempre todas las revisiones, y hace poco cambié también las ruedas...El dependiente da una vuelta alrededor del vehículo y mira el otro lado, el estropeadopor la Vespa. Entonces Claudio intenta distraerlo.-Y precisamente la semana pasada le hicieron una revisión completa.Pero a un dependiente como ése no se le escapa nada.-Sí... ¡pero tiene un buen golpe, ¿eh?!-Bueno, mis hijas. ¡Les he dicho mil veces que peguen la Vespa a la pared, pero ni caso!El dependiente se encoge de hombros, como diciendo «¿Y yo qué puedo hacer?».-Bueno, de todos modos lo arreglarán. Y habrá que revisar el motor. Lo verá el jefetécnico. Bueno, si no hubiera más problemas, yo creo que su valor estaría sobre loscuatro mil o cuatro mil quinientos euros.-Ah... -Claudio se queda sin palabras. Esperaba al menos el doble-Pero es del 99.-La verdad es que yo pensaba que era del 2000; de todos modos, le confirmo el precioque ya le he dicho, ¿le parece bien?¿Que si me parece bien? A ti te parece bien. Tendría que pagaros 37.500, euro más,euro menos. Pero Claudio decide no pensar más.-Sí, bien... claro...-Entonces, quedamos así. Si nos necesita, ya sabe dónde estamos. El jovendependiente le estrecha la mano con fuerza, seguro de que más o menos lo haconvencido. Después le da una tarjeta con su nombre y el logo de BMW. Claudio loobserva alejarse. Cuando el dependiente ya está cerca de la tienda y no lo puede ver,Claudio rompe la tarjeta y la tira a una papelera cercana. Sólo faltaría que Raffaellaencontrara la prueba del delito. Sube a su Mercedes y apoya las manos en el volante.
¡Querida, ya sabes que no le traicionaré nunca! Después coge el móvil, mira a sualrededor y escribe un sms. Lo envía y, naturalmente, un segundo después lo borra.Finalmente, como último gesto de gran libertad, enciende un Marlboro.
Cinco
-Ya estamos, Step, es el 237. Espera, que abro la verja. Apárcalo aquí. El número 6 es elmío. -Paolo está orgulloso. Cogemos las bolsas-. El ascensor sube directamente desdeel garaje.También está orgulloso de eso. Llegamos al quinto piso. Abre la puerta como si setratara de una caja fuerte. Alarma, dos cerraduras, puerta blindada... Su nombre: PaoloMancini, una tarjeta impresa sobre una pequeña placa enmarcada en oro. Es horrible,pero no se lo digo.-¿Has visto? He puesto una de mis tarjetas en la placa. Está también el número deteléfono. Buena idea, ¿no? Pero ¿por qué te ríes? No te gusta, ¿verdad?-Claro que sí. Pero, según tú, ¿por qué debería decirte siempre mentiras? Me gusta deveras, créeme.Sonríe algo más relajado y me hace entrar.-De acuerdo, ven. Mira, aquí está...Por dentro, la casa no está nada mal: parquet nuevo, colores claros, paredes blancas...-Falt