Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

La decisión de un comité de asesores científicos del gobierno de levantar el veto al uso de implantes de silicona para senos abre la puerta a legalizar de nuevo el uso de estos productos en Estados Unidos, donde se prohibieron hace once años. Tras una audiencia de dos días en la que se presentaron testimonios a favor y en contra de estos materiales, el comité de asesores de la Administración para Fármacos y Alimentos (FDA), el organismo encargado de controlar la seguridad de los productos médicos de Estados Unidos, resolvió recomendar que se vuelva a permitir el uso de los implantes, si bien bajo ciertas condiciones. Entre ellas, incluye la distribución entre las mujeres interesadas en los implantes, de folletos explicativos en los que se enumeren los posibles riesgos, tales como el agrietamiento o dolores. Las usuarias también deberán someterse a chequeos anuales para garantizar que no se han producido grietas en los implantes que permitan a la silicona infiltrarse en el cuerpo.

"Es tan importante como la mamografía anual", subrayó una de las componentes del panel, Barbara Manno, de la Universidad del estado de Louisiana. Los científicos reconocen que los chequeos anuales son algo caro y difícil de garantizar, pero insisten en que son esenciales para detectar los posibles escapes de silicona, que en sus primeros momentos no provocan síntomas pero pueden tener graves consecuencias si los implantes no se extraen inmediatamente. Para poder efectuar los reconocimientos, deberá crearse un registro de mujeres a las que se les haya implantado este producto. La recomendación del comité no es vinculante para la FDA, pero este organismo sí suele adoptar las directrices que le presentan sus comisiones de asesoramiento.

Los expertos se habían reunido a instancias de Inamed, una de las principales empresas fabricantes de estos implantes y que aseguraba que, once años después de la prohibición, es posible demostrar que esos materiales son seguros y deberían volverse a autorizar. En la vista, Inamed esgrimió una serie de estudios que, según la empresa, demuestran que la mayoría de las usuarias no ha padecido problemas de salud causados por los implantes. Sin embargo, quienes se oponen a esos materiales alegan que los estudios no examinan las consecuencias a largo plazo para las mujeres y se limitan a estudiar los dos o tres primeros años tras la operación. Según el comité, la empresa debe desarrollar nuevas investigaciones acerca de las consecuencias que pueda acarrear en la salud de las mujeres el uso de implantes durante diez años. Pero se mostró de acuerdo con el argumento del fabricante de que no es justo que este producto esté prohibido cuando no está demostrado que acarree más riesgos para la salud que los implantes de solución salina, una alternativa que sí está permitida por las autoridades sanitarias.

Aunque los estudios no apuntan hacia una mayor incidencia de males como el cáncer entre las mujeres que se han implantado silicona, no son tan claros acerca de la aparición de otras enfermedades menos usuales, como la fibromialgia, algo que preocupa a la FDA. Durante la audiencia, varias mujeres se pronunciaron a favor y en contra de los polémicos implantes, que desde 1992 sólo pueden utilizarse en pruebas clínicas. Así, Carolyn Wolf declaró que recibió los implantes en 1971, tras una mastectomía, y no sufrió problemas durante diez años. Pero desde los años ochenta empezó a padecer artritis reumática, ampollas en el cuello y daños en un ojo a medida que la silicona se filtraba del implante y se le depositaba en otras zonas del cuerpo.

Según una de las declarantes en la audiencia, Michele Colombo, la decisión de implantarse o no silicona debería corresponder a las mujeres y no a las autoridades. Las autoridades deben limitarse a informar a las potenciales usuarias sobre los riesgos y "dejar que las mujeres tomen decisiones acerca de sus cuerpos", declaró Colombo.