Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

El hospital berlinés de la Charite informó el jueves que ha probado con éxito en estudios clínicos preliminares una nueva terapia contra el cáncer para casos en que la enfermedad está en un estadio avanzado. "No estamos hablando de curación, pero sí de eliminar los terribles dolores de los pacientes y alargarles la vida", señaló uno de los médicos jefe del hospital, Peter Wust.

La nueva terapia, con la que los investigadores esperan poder detener el crecimiento de tumores especialmente agresivos, consiste en insertar en el tejido enfermo una aguja larga impregnada de un componente llamado aminosilan, compuesto de partículas magnéticas de óxido de hierro. Con esa operación se consigue elevar la temperatura del tumor con una precisión milimétrica sin tocar el tejido sano, y cuando mueren las células cancerígenas, las partículas de óxido de hierro pasan al hígado, donde no pueden causar ningún mal.

Durante el tratamiento, el aumento de la temperatura consigue dañar las células cancerígenas y hace que el tumor responda mejor a los tratamientos de quimioterapia, explicó el médico Andreas Jordán, quien experimenta con esta técnica desde hace quince años. La temperatura del tumor puede llegar a alcanzar los 47 grados centígrados, con lo que en el caso de que tenga unas dimensiones de menos de 5 cm puede incluso llegar a destruirse por completo.

La nueva terapia se está aplicando desde el pasado mes de junio a dos enfermos de cáncer, y es especialmente adecuada para pacientes con tumores cerebrales que no se pueden operar y que no responden a tratamientos de quimioterapia.

La terapia resultó efectiva en los dos citados pacientes, después que también lo fuera en pruebas con animales, y podría ser también útil en el caso de otros tipos de cáncer, como los intestinales, de mama y de páncreas, así como en los carcinomas prostáticos.

Según datos del Charite, cada año enferman en Alemania unas 2 000 personas de tumores cerebrales malignos, y prácticamente todos ellos mueren entre ocho y dieciséis meses tras el diagnóstico.