Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Dos de las tres especies de productos transgénicos cultivados de forma experimental en el Reino Unido, la colza y la remolacha de azúcar, son más dañinas para el medio ambiente que las convencionales. Por tanto, no deberían cultivarse, según la recomendación que hará un grupo de científicos al Gobierno británico la próxima semana y que ha adelantado 'The Guardian'.



El periódico británico publica que los investigadores han llegado a la conclusión de que dichos cultivos perjudican a las plantas y a los insectos, lo que supone un serio revés para el lobby de los transgénicos tanto en el Reino Unido como en el resto de Europa, y reabre el ya agrio debate sobre este tipo de alimentos.



La tercera especie estudiada, el maíz modificado genéticamente, permite la supervivencia de malas hierbas e insectos, por lo que puede que se recomiende su aprobación, pese a las reservas de algunos científicos.



Los resultados de las pruebas de campo realizadas durante tres años -el mayor experimento científico de este tipo sobre cultivos transgénicos llevado a cabo en el mundo- se publicarán el viernes en las Transacciones Filosóficas de la Royal Society. Éstos no sólo han sido un secreto celosamente guardado durante meses, sino que, además, serán estudiados por científicos, agricultores, empresas alimentarias y gobiernos de todo el mundo.



El estudio incluye ocho informes sobre los efectos que el cultivo con herbicidas de especies transgénicas produce en las plantas y animales de los campos circundantes. Estos informes comparan los cultivos de transgénicos con las cosechas convencionales de los campos adyacentes.



Golpe contra los defensores de los transgénicos



La hostilidad pública en el Reino Unido contra los cultivos transgénicos no la comparten ni los científicos ni el Gobierno, pero se espera que los resultados de los ensayos de campo sean un duro golpe para los más entusiastas. Además, la Royal Society se ha negado a publicar un noveno informe porque, aduce, no tiene carácter científico, sino que se limita a hacer un resumen de sus descubrimientos y es, de hecho, una recomendación al comité asesor sobre emisiones al medio ambiente-. Los científicos implicados publicarán por su cuenta este noveno informe al mismo tiempo que los restantes ocho, cuya conclusión es que dos de esos tres especies no deben cultivarse.



Las pruebas fueron preparadas hace cuatro años por el ex ministro de Medio Ambiente Michael Meacher, instado por English Nature, el organismo gubernamental que vigila el medio ambiente y que temía que las ya de por sí en declive especies agrícolas británicas pudieran resultar perjudicadas, además, por la introducción de cultivos transgénicos.



Las multinacionales del sector, Monsanto, Syngenta y Bayer, negociaron, mientras se llevaban a cabo los experimentos, una moratoria de tres años para la comercialización de estos cultivos. Pese a los continuos ataques de quienes se oponen a los transgénicos, que destruyeron muchos de los campos donde se desarrollaban los experimentos, los científicos decidieron que tenían suficientes datos como para que fueran considerados válidos desde el punto de vista científico. Otros expertos que no participaron en las pruebas no habrían esperado datos definitivos aun cuando se hubieran utilizado cientos de campos de cultivo.