Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

El buen dormir puede ser una importante arma contra el cáncer, según un estudio publicado por la revista Brain, Behavior and Immunity. Hasta ahora, trabajos anteriores habían determinado que algunos pacientes de cáncer que se someten a terapia de grupo o disfrutan de un buen ambiente social enfrentan mucho mejor la enfermedad que aquellos que se aíslan o no acuden a ese proceso terapéutico. Según David Spiegel, de la Escuela de Medicina de la Universidad de Louisville, eso se debe a que los factores psicosociales ejercen una importante influencia sobre las células cancerígenas. "De estos factores, la forma en que uno duerme puede alterar profundamente el equilibrio hormonal del cuerpo. Esto hace que el ciclo de sueño y lucidez, llamado ritmo circadiano sea un buen candidato para vincular el entorno social de una persona con su pronóstico de cáncer", dijo.

Spiegel sugiere en el artículo, publicado en el número de octubre de la citada publicación, que existen dos formas en las que el ritmo circadiano ejerce influencia sobre el cáncer. Uno de ellos tiene que ver con la hormona llamada melatonina que el cuerpo procesa durante el sueño y que se encarga de eliminar los radicales libres nocivos. Cuando se altera el ritmo circadiano, el cuerpo produce menos melatonina y el ADN de las células puede ser más proclive a sufrir alteraciones que conducen al cáncer. La segunda forma es la hormona llamada cortisol que normalmente tiene su mayor producción al amanecer. Esa hormona regula la actividad del sistema inmunológico incluyendo un grupo de células que ayudan al cuerpo a combatir el cáncer.

Según Spiegel, un estudio ha confirmado que las personas en mayor peligro de sufrir cáncer de mama son aquellas con una alteración del ritmo de producción de cortisol. Señaló que sus investigaciones han determinado que las mujeres que producían cortisol al atardecer y no al amanecer morían antes de cáncer. También dormían muy mal y las operaciones de su sistema inmunológico en la lucha contra el cáncer se habían alterado. Asimismo, Spiegel citó otros informes que han establecido que las personas que trabajan de noche tienen una mayor incidencia de cáncer de mama que quienes duermen en horas normales. Más aún, dijo el investigador, en estudios realizados con ratones se descubrió que en los roedores cuyo ritmo circadiano se había alterado el avance del cáncer fue mucho más rápido.

En general, estos trabajos llevan a creer que el dormir mal durante la noche podría estar vinculado con un entorno social negativo y una mayor incidencia de cáncer, señaló. El investigador manifestó que la aparición provoca reacciones emotivas que inciden directamente en la evolución de la enfermedad. "Controlar esas reacciones emotivas con hábitos saludables de alimentación y ejercicios, así como dormir bien y encontrar un buen apoyo social deberían ser parte del tratamiento como la quimioterapia o la radiación", dijo.