Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

En España, al igual que en la mayoría de países de la cuenca mediterránea, los factores de riesgo de enfermedad coronaria (tabaquismo, hipertensión arterial, hipercolesteronemia, obesidad, etc.) son muy prevalentes. A pesar de esto, la incidencia de infarto de miocardio es baja y no ha aumentado en la última década, manteniéndose actualmente mucho más baja que en los países del Norte de Europa o Estados Unidos.



Esta paradoja puede explicarse por los beneficios del estilo de vida mediterráneo. La dieta, las costumbres, factores socioeconómicos, culturales y ambientales propios de estas regiones podrían tener efectos protectores frente al desarrollo de aterosclerosis y, por lo tanto, de enfermedades cardiovasculares. Si esto es cierto, las arterias de los jóvenes de estas regiones deberían estar libres de placas de ateroma.



A este respecto, médicos forenses del Instituto de Medicina Legal de Cataluña y el equipo de Lípidos y Riesgo Cardiovascular del Instituto de Investigacions Biomédicas August Pi i Sunyer (IDIBAPS) han llevado a cabo el estudio EFAP (Estudio Forense de Aterosclerosis Preclínica) de autopsias en jóvenes muertos por trauma, del cual se publican ahora sus primeros resultados en el "British Medical Journal".



En este trabajo se ha evaluado la prevalencia y severidad de aterosclerosis en la arteria coronaria izquierda de 65 jóvenes muertos. EL estudio incluía 50 varones y 15 mujeres de edades comprendidas entre 12 y 35 años, fallecidos por causas externas. La media de edad era de 24 años, y más de la mitad de los individuos eran fumadores. El estudio de la arteria coronaria izquierda revela la presencia de placas de ateroma en 17 de los 50 varones estudiados (34%), con una frecuencia que aumenta con la edad, hasta ser del 100% en varones de 30-35 años. Hay que destacar que todas las placas eran estables, es decir, que no es rompen fácilmente y, por tanto, no predisponen a trombosis y oclusión súbita de la arteria coronaria, que es característica del infarto de miocardio. En todo caso, esta elevada prevalencia de placas de ateroma estables en jóvenes españoles es similar a la de poblaciones con índice de enfermedad coronaria mucho más elevado.



Estos resultados refuerzan una segunda teoría que postula la existencia de un tiempo de latencia entre el aumento del consumo de grasas animales de una población y el aumento de las tasas de enfermedad coronaria, consecuencia del incremento sostenido de la concentración de colesterol en suero. Es decir, desde el momento en que la población adopta la costumbre de consumir grasas animales y aumenta sus concentraciones de colesterol (esto ocurrió más tarde en el Sur que en el Norte de Europa o en Estados Unidos) hasta el momento en que esta concentración de colesterol motiva la formación de placas de ateroma y estas dan manifestaciones clínicas de enfermedad coronaria, ha de transcurrir un cierto tiempo. Podría ser que este tiempo de latencia se estuviese acabando, y consecuentemente, que pronto empecemos a notar un aumento de la frecuencia de infarto de miocardio.



Por otro lado, aunque el índice de enfermedad coronaria es bajo en España, la angina de pecho es tan habitual como en países occidentales con índices de enfermedad coronaria más altos. La angina de pecho es debida a placas de ateroma muy evolucionadas pero fibrosas y estables, similares a las que tenían los jóvenes del estudio EFAP. Esto hace pensar que la aterosclerosis coronaria evoluciona más lentamente en España. Otra interpretación de los resultados es que el estilo de vida mediterráneo no evita el desarrollo de aterosclerosis pero sí la progresión de las lesiones, impide que las placas se vuelvan inestables. Esta hipótesis es atractiva y podría estimular estudios futuros de los efectos de los componentes de la dieta y estilo de vida mediterráneos sobre los factores biológicos que intervienen en la estabilidad de las placas.



British Medical Journal 2003;327:591-592