Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Imagínese por un momento que pudiera leer el periódico sin necesidad de ponerse las gafas o que en el supermercado viera los precios de los productos que quiere comprar. Pues, según unos científicos de la Universidad de Washington, en St. Louis (Estados Unidos), ya está más cerca el día en que pueda tirar sus anteojos a la basura, y que su vista fuera como la de un 'lince', es decir, como la que tenía a los 20 años. Todo gracias a un gel que se inyecta y funciona como un cristalino sano.



La presbicia o vista 'cansada' afecta a casi todas las personas mayores de 40 o 45 años. Lo que ocurre a esa edad es que el cristalino se hace más rígido y es incapaz de enfocar de adaptarse para enfocar objetos cercanos. La única solución por el momento es utilizar gafas o lentillas para corregir este trastorno.



"Nuestra idea es que si podemos colocar un material tan blando como el cristalino de una persona de 20 años, entonces recuperaría su capacidad acomodaticia", explica Madalene Fetsch, profesora del departamento de ingeniería biomédica de la Universidad de Washington y principal investigadora del material para reemplazar a las lentes. "De esta forma, podrían enfocar objetos lejanos y cercanos".



Este material, que está siendo sometido actualmente a pruebas de laboratorio, está formado por hidrogeles modificados. "Estas sustancias pueden ser tan blandas al tacto y tener propiedades viscoelásticas tan similares como las de las lentes humanas", según la profesora Fetsch. "Al mismo tiempo, nuestro material va más allá al contar con el potencial de ser inyectado, lo que implica una cirugía menos invasiva", añade.



Aunque ya se han hecho investigaciones sobre materiales que pueden sustituir a las lentes, este trabajo aporta varias ventajas. Una diferencia significativa, comenta Fetsch, son los puentes reversibles de disulfuro. "Esto significa que después de formar el gel, podemos reducir los puentes o cadenas que lo constituyen, licuándolo de nuevo para poder inyectarlo dentro del saco capsular donde se encuentra el cristalino". Una vez dentro, el material se reconstituye en el gel bajo las condiciones fisiológicas adecuadas.



La ventaja principal de esta técnica es que requiere sólo de un pequeño orificio para colocar el material en el saco del cristalino, lo que evita realizar una incisión más grande para insertar una lente artificial. Con este procedimiento, no se necesitan puntos después de añadir el gel dentro del ojo.



La técnica que emplean estos científicos tiene una cualidad curiosa y es que el material que utilizan para formar los puentes disulfuro es acrilamida, un conocido neurotóxico. "Suena ridículo ponerlo en el cuerpo, pero la idea es que la poliacrilamida, cuando está constituida por largas cadenas no es tóxica para el organismo", explica Fetsch. Antes de inyectarlo, lavamos concienzudamente el material para limpiar cualquier rastro de acrilamida.



Al crear un material tan blando, viscoelástico, estable dimensionalmente, no tóxico e inyectable, podremos ser capaces de reemplazar el cristalino humano con este gel que actuará como una lente de una persona joven con un mínimo procedimiento quirúrgico.



Los investigadores, que han hecho público su trabajo en la última Reunión Nacional de la Sociedad Química Americana, esperan poder probar esta técnica en animales en un año. Aunque primero tienen que mejorar el índice de refracción del material, es decir, el cambio de dirección de la luz que se produce cuando ésta se propaga de un medio a otro distinto, lo que es clave para enfocar bien los objetos con el material. En cuanto consigan implementar la técnica y probarla con éxito en animales lo siguiente serán intentarlo con personas que tengan problemas de visión. Para que de una vez por todas, puedan tirar las dichosas gafas a la papelera