Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Pocas horas después de que la Organización Mundial de la Salud (OMS) lanzara la esperada hoja de ruta para orientar y coordinar una respuesta internacional frente al brote de ébola que mantiene contra las cuerdas a África Occidental, la revista Science publicó en su versión on line un trabajo que puede contribuir en cierto modo a esta lucha.

La investigación, en la que han participado unos 60 científicos de EEUU, Reino Unido y Sierra Leona, ha conseguido secuenciar el genoma de 99 muestras del virus, lo que ha permitido conocer sus características, rastrear su origen y transmisión y abrir la puerta a diagnósticos más rápidos y posibles tratamientos efectivos. "Hemos puesto a disposición de la comunidad científica nuestros datos, con lo que esperamos acelerar los esfuerzos de respuesta", ha señalado en un comunicado Pardis Sabeti, profesor de la Universidad de Harvard y uno de los principales firmantes del estudio.

"Estos datos genéticos proporcionan un punto de partida clave para la investigación en diferentes vías. Aunque nuestro objetivo no era desarrollar nuevas terapias, hay grupos trabajando en ello y estos datos pueden serles de gran ayuda en este momento. Un ejemplo es el de Erica Ollman, que ya está usando la información para relacionarla con los componentes del tratamiento ZMapp que se usó, por ejemplo, en los estadounidenses afectados", añaden a través del correo electrónico los investigadores Kristian Andersen y Daniel Park.

Su equipo se centró en el brote que llegó a Sierra Leona en mayo de este año, ya que habían desarrollado una experiencia conjunta frente a la fiebre de Lassa previamente. En total, los científicos tomaron 99 muestras del virus en 78 pacientes (algunos se sometieron a varios análisis) y secuenciaron sus genomas en busca de pistas clave sobre la enfermedad. El estudio pormenorizado de esta información les ha permitido constatar que el virus, que ya ha provocado 1.552 muertos y 3.096 casos según la OMS, saltó en una ocasión del animal al hombre a principios de 2014 y, desde entonces, ha estado transmitiéndose de persona a persona, sin que se hayan producido más contagios entre especies.

Según sus datos, el patógeno proviene de África meridional y guarda una estrecha relación con el virus que, en 1976, provocó el primer brote de la enfermedad en el antiguo Zaire y que también estaba emparentado con los culpables de las epidemias más recientes de ébola (94/96; 2002; 2007/2008). Con todo, los investigadores han observado que está evolucionando rápidamente, lo que "le ofrece una oportunidad de adaptación" y han hallado en el genoma del virus más de 300 mutaciones genéticas que le hacen diferente de sus predecesores, si bien no se ha podido determinar si alguna de estas variantes genéticas está relacionada con la severidad del brote.

"Con estos datos hay que investigar mucho", subrayan Anderson y Park. "El virus está cambiando continuamente. Como dato, hemos documentado 55 nuevas mutaciones durante las primeras tres semanas de epidemia en Sierra Leona. No se sabe si alguna de ella tiene implicaciones funcionales o clínicas. Pero esta diversidad generada es la que nos ha permitido trazar las relaciones entre pacientes, determinando quién infectó a quién. Esto nos da una visión de la transmisión del virus, con un gran nivel de detalle", señalan los científicos, quienes tienen un recuerdo especial para los cinco trabajadores de Sierra Leona que se infectaron con el virus y fallecieron en el transcurso de la investigación. A partir de ahora, añaden, hay que seguir investigando para abordar las preguntas que se han puesto sobre la mesa y tratar de ponerle freno a la terrible enfermedad.

Coincide con este punto de vista Adolfo García-Sastre, director del Instituto de Salud Global y Patógenos Emergentes de la escuela de medicina Mount Sinai (EEUU), quien adelanta que la ventaja más inmediata que puede aportar el conocimiento del material genético de este virus del ébola es la mejora en el diagnóstico, ya que las técnicas más efectivas "se basan en la amplificación específica del genoma del virus".

Para Luis Enjuanes, responsable del Laboratorio de Coronavirus y miembro del departamento de Biología Celular y Molecular del Centro Nacional de Biotecnología (perteneciente al CSIC), la información que aporta este trabajo es muy útil, porque entre otras cosas, "permite hacer un mapa de todos los virus, ver de dónde vienen y los flujos de contaminación". Sin embargo, en su opinión, la investigación también deja lagunas importantes. "Por un lado, no se ha establecido ninguna relación entre la secuencia de los virus obtenida y la patogenicidad de los mismos», aclara. Pero, además, el estudio tampoco deja claro «si los virus forman un mismo serotipo o tienen serotipos distintos, lo que es clave para conseguir una vacuna ya que, normalmente se necesita una vacuna diferente para cada serotipo", concluye.