Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Si en algunos momentos se ha sentido angustiado por tener que "salirse" de Internet o con ansiedad extrema al no poder "conectarse", puede ser que usted ya esté experimentado síntomas de adicción a la web. Para algunas personas, el mundo de Internet se ha convertido ya en el medio alrededor del cual gira buena parte de sus vidas, pues les permite crear grupos, asociaciones y comunidades virtuales que en la realidad son más difíciles de formar y mantener.

De acuerdo con estudios realizados por médicos psiquiatras y especialistas en el comportamiento humano, aunque en la actualidad el uso cotidiano de Internet puede parecer inofensivo, algunas personas ya muestran efectos nocivos de su afición por la red.

Entre los signos de alarma que "diagnostican" a un web-adicto, describen el hecho de que el individuo prefiera permanecer en línea en lugar de compartir más tiempo con su familia o amigos, o incumpla prioridades o pendientes por mantenerse "conectado".

A nivel físico se presentan otros síntomas, como dolores de cabeza y espalda, resequedad en los ojos, irregularidades en la alimentación, desarreglo personal y cambios en los patrones de sueño. En el plano de la conducta, algunos expertos atribuyen a Internet efectos tan negativos como la reducción de la actividad social y del bienestar psicológico, al remplazar lazos de unión importantes para su desempeño como individuo pensante. Sostienen que las amistades creadas en la red parecen ser más limitadas que las respaldadas por una proximidad física, situación a la que son más vulnerables personas con dificultades para establecer una relación directa y que se sienten "protegidas" por la lejanía virtual.

Incluso algunos especialistas en estudios psicológicos han alertado que la adicción a la web puede compararse con comportamientos y conductas dependientes al juego, sexo o trabajo. Por ser Internet una herramienta de comunicación interpersonal, en este ámbito el mundo virtual puede convertirse en un sustituto de la vida real para las personas con déficit de personalidad, carencia de habilidades sociales, timidez o algún otro tipo de complejo.

Según un estudio de Young y Rodgers realizado en 1998 sobre el uso patológico de Internet, se advierten varios mecanismos psicológicos que llevan a la formación de este hábito o adicción. En este esquema, el análisis incluye aplicaciones adictivas como las conversaciones (chats) que permiten al usuario la interacción y que a su vez le proveen un reforzamiento de apoyo y realización social, así como la creación de un personaje.

Un mecanismo que también influye en la ciberadicción es definido como el apoyo social que provee un espacio amigable al individuo y que le permite sentirse en intimidad con los demás miembros, alentado por la desinhibición inicial que se muestra en la red y relacionado con el anonimato que proporciona la comunicación web. "Estos grupos llenan la necesidad de apoyo que tenga la persona en situaciones estresantes de enfermedad, jubilación o divorcio", señala el documento.

Otro mecanismo para la adicción se define como la "satisfacción sexual", pues los expertos indican que hay multitud de espacios de diálogo virtual que han sido diseñados para la interacción erótica, desde los más clásicos basados en texto a los más novedosos que incorporan video en tiempo real. En estos lugares, explican, los ciberadictos se sienten libres de ataduras por el anonimato y a plenitud por el sentimiento de practicar "sexo seguro", además de la aceptación no condicionada al aspecto físico.

Los estudios aseguran que un factor determinante que incide en el hábito de recurrir al ciberespacio es la creación de una personalidad ficticia, que permite modificar las propias características físicas que en el mundo real son inamovibles.

"Es una forma de reinventarse a sí mismo, de cubrir necesidades psicológicas no afrontadas, enmascarando la inseguridad interpersonal", subraya el estudio.

Mencionan que Internet puede sacar a la luz aspectos de la personalidad ocultos o reprimidos, como la agresividad. Lo importante, advierten, es que "una vez sacados a la luz, se debe aprender a incorporarlos a la propia personalidad y no limitar ese papel al ciberespacio".

Muchos ciberadictos expresan placer de percibir la pérdida de ataduras, un sentimiento de desinhibición y de que el tiempo se detiene o pasa muy rápido, además de una sensación de reconocimiento y poder, sobre todo en aquellos ávidos de participar en juegos o incluso apuestas en línea.

En opinión de expertos en la materia, la red permite cubrir dos necesidades básicas del individuo actual: la estimulación solitaria (búsqueda de información, imágenes, sonidos, juegos) y la búsqueda de interacción social.

Pero como para todo problema hay una solución, desde mediados de los noventa, existen centros de atención y rehabilitación para los ciberadictos, ubicados en algunos países europeos como España y Alemania, además de los establecidos en Estados Unidos. De acuerdo con la información general que presentan estos centros, se establece un diagnóstico de cada "ciberpaciente", a fin de conformar un tratamiento particular para su bienestar en combinación con técnicas, seminarios y grupos de apoyo.

Estos centros promueven la idea de proyectar en el ciberadicto un panorama en el que el uso de la tecnología sea balanceado, teniendo siempre como prioridad su bienestar personal y proyecciones de vida. Algunas de estas "clínicas" ofrecen programas iniciales desde diez semanas de terapia, además de atención inmediata en caso de emergencia, así como consultas telefónicas confidenciales y, en otros casos, tal vez no muy congruentes, conversaciones (chats) de apoyo en línea.

Pero todos los expertos concluyen que la adicción de Internet, en la mayoría de los casos, es un comportamiento irregular derivado de otro de tipo de malestares físicos o psicológicos como trastornos de la personalidad, depresión y ansiedad.