La programación y frecuencia de las mamografías para detectar el cáncer de mama es una decisión que debe personalizarse para cada mujer, según factores como la edad y la densidad de los senos, según informa la revista Annals of Internal Medicine. Una programación para todas las mujeres según la edad no es el mejor método, afirmó el autor principal del estudio, el Dr. John Schousboe, de Park Nicollet Health Services, de Minneapolis (Estados Unidos). "Cuando las mujeres deciden con qué frecuencia hacerse una mamografía, es adecuado que la decisión se base en lo elevado del riesgo", comentó el Dr. Schousboe. Entre los factores a tener en cuenta, además de la edad, están la densidad de los senos de la mujer, los antecedentes de las biopsias del seno, los antecedentes familiares de cáncer de mama y la evaluación de los beneficios y riesgos potenciales de la prueba, enumeró Schousboe. Se cree que unos senos más densos conllevan un mayor riesgo de cáncer de mama. Los hallazgos desafían las directrices basadas en la edad de grupos, como las de la American Cancer Society y el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos de Estados Unidos, y podrían reiniciar el debate sobre la evaluación del cáncer de mama. En 2009, el Grupo de Trabajo de Servicios Preventivos aconsejó que la decisión de iniciar evaluaciones regulares cada dos años antes de los 50 debe ser discutida con el médico de la mujer. Recomienda la evaluación cada dos años para las mujeres entre los 50 y los 74 años. Sin embargo, la American Cancer Society y otras organizaciones siguen respaldando sus recomendaciones de que las mujeres comiencen a hacerse una mamografía anual a partir de los 40 años. En la nueva investigación, el Dr. Schousboe y su equipo evaluaron datos sobre mujeres, de Surveillance Epidemiology and End Results (SEER), del Instituto Nacional del Cáncer de Estados Unidos. Desarrollaron un modelo para comparar los costes y los beneficios de salud de por vida de las mujeres evaluadas anualmente, cada dos años, cada tres a cuatro años, o nunca. Los resultados aplican a la población general, no a las mujeres que portan mutaciones genéticas conocidas como BRCA1 o 2, que aumentan el riesgo de cáncer de mama. Concluyeron que la evaluación cada segundo año de los 40 a los 49 años podía resultar beneficiosa para las mujeres con niveles de riesgo superiores al promedio. Una mamografía cada tres a cuatro años resultó beneficiosa para las mujeres de 50 a 79 años, con una densidad baja de los senos y sin otros factores de riesgo, según hallaron. Y las mamografías anuales no fueron beneficiosas para ningún grupo, sin importar la edad ni la densidad de los senos, dijeron. Si una mujer desea dar seguimiento a los cuatro factores de riesgo, es importante que se haga una mamografía inicial a los 40 años para establecer su densidad mamaria, apuntó el Dr. Schousboe. Para llegar a sus conclusiones, el equipo tomó en cuenta los cuatro factores de riesgo. Asumieron que todas las mujeres en el modelo estaban sanas al principio, pero podían avanzar a seis categorías distintas, que iban desde seguir sanas hasta morir por cáncer de mama u otras causas. Luego, calcularon cuántas mamografías adicionales se necesitarían para evitar una muerte por cáncer de mama entre las que se hacían mamografías cada tres a cuatro años en comparación con quienes no se la hacían nunca, y cada dos años en comparación con quienes se las hacían cada tres a cuatro años. También calcularon el costo de cada programación de mamografías por cada año de vida ajustado por la calidad, una medida estadística, y tomaron en cuenta el impacto que una lectura "falsa positiva" tendría en la calidad de vida de una mujer. Annals of Internal Medicine 2011;155:10-20 |