Investigadores del Vall d’Hebron Institut de Recerca (VHIR) están liderando un estudio sin precedentes que demuestra que es posible modificar la composición de la flora intestinal trasplantándola y que los cambios generados se mantengan, más allá de lo esperado, hasta tres meses después del trasplante. La posibilidad de validar tratamientos que puedan hacer variaciones en la composición de la flora supondría un antes y un después en aquellas enfermedades en las que hay evidencia científica de que la flora intestinal juega un papel determinante. Esta investigación, publicada en la revista Genome Research, establece que es posible la introducción de nuevas especies en la flora intestinal habitual simplemente ingiriéndolas y postula que no es necesario eliminar previamente parte de la flora existente mediante antibióticos, como se creía. Aunque el trabajo se ha realizado en ratones, las implicaciones futuras para la salud humana se suponen de gran importancia. Puerta abierta a nuevos tratamientos Poder restablecer la flora perdida o incorporar la flora necesaria para mantener el fino equilibrio entre la mucosa intestinal y el exterior podría ser la clave para diseñar nuevos tratamientos contra la enfermedad inflamatoria intestinal. “Los intentos realizados hasta ahora mediante el uso de antibióticos, prebióticos o probióticos no habían conseguido efectos persistentes a medio-largo plazo. Pero con los resultados de este estudio abrimos un nuevo horizonte. El trasplante de flora intestinal y la bacterio-terapia podría ser de gran ayuda en futuros tratamientos”, comenta la doctora Chaysavanh Manichanh, también investigadora del VHIR y primera firmante del estudio. El estudio, en el que han colaborado investigadores de la Universitat Pompeu Fabra de Barcelona y de la Universidad de Colorado demuestra, por primera vez, que la composición de la flora intestinal puede ser modificada. También prueba que es posible la introducción de nuevas especies en la flora intestinal procedentes de un donante. El estudio aporta un dato más: al contrario de lo que se creía, la introducción de nuevas especies no necesita que previamente se eliminen bacterias existentes mediante antibióticos. “Esto supone una ventaja si se plantea este trasplante como un tratamiento para intervenir a nivel de la flora intestinal, pues la administración de antibióticos produce grandes efectos a largo plazo sobre el resto de la flora que no se revierten con facilidad”, prosigue la doctora Manichanh. A su vez, el estudio ha determinado que la administración de estos antibióticos pre-trasplante no facilita una mejor adaptación de la flora introducida. Genome Research (August 24, 2010), doi: 10.1101/gr.107987.110 |