Una de cada cuatro embolias pulmonares se produce durante la convalecencia. Esta es una de las principales conclusiones expuestas en la III Reunión de la Sección de Hemostasia, Medicina Transfusional y Fluidoterapia Perioperatoria de la SEDAR (Sociedad Española de Anestesiología y Reanimación) celebrada recientemente en Madrid. En concreto, “una de cada cuatro embolias pulmonares aparece en pacientes médicos y la mitad de las muertes por embolia pulmonar aparece también en éstos. Por este motivo, es tan importante reconocer a los pacientes encamados con más riesgo de contraer la enfermedad, y luchar contra ella con los fármacos más eficaces y seguros de los que podemos disponer”, aseguró el doctor Manuel Monreal, Jefe de Sección de Medicina Interna en el hospital universitario Germans Trias i Pujol de Badalona. El término de paciente médico se refiere a la persona que debe permanecer en cama durante “más de tres días”. “Sabemos que el encamamiento supone un riesgo de contraer una trombosis venosa y una embolia en el pulmón” si bien matizó que “en nuestra experiencia con más de 30.000 pacientes con trombosis venosa y/o embolia pulmonar hemos aprendido que no todas las embolias tienen la misma gravedad”, informó el doctor Monreal y especificó que “la que aparece en pacientes médicos es mucho más grave, porque produce la muerte mucho más a menudo ya que la propia enfermedad que obliga al encamamiento sitúa al paciente en una situación de fragilidad que le impide luchar contra la embolia y superarla”. El especialista señaló que la embolia pulmonar es una enfermedad frecuente, grave y prevenible: “frecuente porque uno de cada 100 pacientes ingresados en hospitales españoles se van de alta con el diagnóstico de embolia pulmonar y/o trombosis venosa profunda, y grave porque produce la muerte en un 6% de los casos”. Asimismo destacó que “es prevenible porque en situaciones de riesgo podemos tratarles con anticoagulantes y disminuir así el riesgo”. La situaciones de riesgo más frecuentes son las operaciones quirúrgicas, especialmente las de cadera o rodilla, el embarazo, los viajes largos en avión y las inmovilizaciones prolongadas, ya sea una inmovilización por una férula o yeso, o bien un encamamiento superior a 3 días. |