La influenza pandémica H1N1 envió a 722 personas a unidades de terapia intensiva (UTI) durante los meses de invierno en Australia y Nueva Zelanda, una cifra muy superior a la de la gripe estacional, reveló un estudio publicado este viernes. Muchos de los pacientes hospitalizados en UTI fueron bebés, mujeres embarazadas o personas obesas, añadió la investigación. “Normalmente, solo veríamos quizá 30 o 40 pacientes en terapia intensiva con gripe, realmente es muy raro ingresar a cuidados intensivos por influenza”, dijo uno de los investigadores, Ian Seppelt, de la Escuela de Medicina de Sidney. “Pero este año observamos una cantidad grande de personas jóvenes que enfermaron gravemente y necesitaron recursos de terapia intensiva”, dijo Seppelt a Reuters. Los expertos, que publicaron sus hallazgos en New England Journal of Medicine, esperan que su estudio pueda ayudar a los países del hemisferio norte a prepararse para la esperada segunda ola de infecciones con la cepa pandémica H1N1. “Podemos brindar ciertas indicaciones sobre qué esperar en términos de números y requerimiento de recursos. Lo que vimos fue realmente un mayor estrés en el sistema de cuidados intensivos (…) El 20 por ciento de las camas de UTI fueron necesitadas por pacientes con H1N1″, añadió Seppelt. El estudio cubrió el período de junio a agosto, que corresponde al invierno austral. Mientras que las embarazadas representan sólo el 1% de la población general en Australia y Nueva Zelanda, 66 de los 722 pacientes en UTI, es decir el 9,1%, eran gestantes. De la misma forma, si bien el 5,3% de la población australiana tiene un índice de masa corporal (IMC) superior a 35 y es considerado obeso, el 28,6% de los pacientes con H1N1 ingresados a UTI tenían un IMC de más de 35 puntos. En tanto, alrededor de un 13% de las personas de la población general tiene asma u otra enfermedad pulmonar crónica, pero el 32,7% de las personas internadas en terapia intensiva presentaban estas condiciones subyacentes. “Esos pacientes estuvieron sobre-representados (…) esto es bastante desproporcionado”, dijo Seppelt. La investigación, que reunió información de 187 centros de UTI en Australia y Nueva Zelanda, también destacó otros detalles interesantes. “Nuestros datos indican que el mayor efecto sobre los recursos de las UTI en una región dada se producen aproximadamente de cuatro a seis semanas después del primer ingreso confirmado a UTI en invierno y la carga de trabajo extra dura varias semanas”, escribió el equipo. Julian Tang, consultor y virólogo del Hospital Universitario Nacional de Singapur, que no participó del estudio, dijo que la segunda ola de H1N1 afectaría a más personas porque ninguna de ellas tendría inmunidad a este virus pandémico. “Pese a la muy baja tasa de mortalidad de este virus, la mayor cantidad de infecciones sintomáticas causaría cierta carga adicional sobre los servicios de atención médica”, dijo Tang a Reuters. “La vacunación extendida reduciría el número de estos casos sintomáticos y, por lo tanto, disminuiría las consecuencias sociales y económicas de esto”, agregó el experto. |