Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Asumir que los adolescentes son sexualmente activos, sea dentro o fuera del matrimonio, es fundamental para diseñar e implementar campañas de planificación familiar eficaces, indicó la demógrafa Nafissatou Diop. Durante décadas, la funcionaria ha establecido programas y ha realizado estudios sobre la salud reproductiva, VIH/sida y el desarrollo en África occidental. La experta asociada a la oficina de Dakar del Population Council (Consejo de Población), una organización no gubernamental internacional, tiene un doctorado en demografía y posgrados en socioeconomía del desarrollo y sociología.
La Agencia de Noticias Inter Press Service (IPS) dialogó con Diop en vísperas del “Día Mundial de la Población”, que se celebra hoy 11 de julio, sobre los obstáculos que se interponen ante la educación para la salud reproductiva. El mayor problema que dificulta los programas de planificación familiar lo constituyen las barreras socioculturales y la insatisfecha necesidad de abrir los programas y servicios de planificación familiar a los jóvenes, destacó en la entrevista.
En la mayoría de los países en desarrollo necesitamos reconocer que la oposición a los programas de planificación familiar es mayor cuando atienden a menores de 20 años, porque se supone que no tienen relaciones sexuales, que si las tienen es dentro del matrimonio, y que si están casados deben tener hijos. Por lo tanto, se argumenta que no hay motivos para que los programas de planificación familiar atiendan a los jóvenes.
Pero hay actividad sexual dentro y fuera del matrimonio, y las muchachas -aun las casadas- a veces no quieren tener hijos rápidamente. Algunas consideran que son jóvenes para eso o simplemente no quieren asumir la responsabilidad de tener un hijo.
En África subsahariana muchos matrimonios son forzados, sin amor ni compromiso emocional positivo. La mayoría de las muchachas que sufren esas condiciones no quieren tener hijos apenas se casan. Y hay muchas jóvenes que no están casadas y que son sexualmente activas, y es necesario protegerlas también.
Tenemos que darnos cuenta de que las personas tienen relaciones sexuales. La educación es buena, pero necesitamos afrontar la realidad: la población necesita otros métodos. Necesitamos planificación familiar porque no queremos embarazos no deseados.
Queremos que las personas tengan hijos cuando se sienta preparada para eso. Sentirse preparada significa tener madurez emocional y capacidad económica para criar a un hijo, lo que no siempre es el caso entre jóvenes que están estudiando.
Necesitamos planificación familiar porque no queremos que las niñas deserten de los centros de estudio por un embarazo. Es una lucha lograr que esas madres jóvenes vayan a clase. Esto es una causa de desigualdad: en caso de embarazo, la muchacha abandonará los estudios, pero el varón los seguirá.
También necesitamos planificación familiar porque muchos embarazos no deseados terminan en un aborto provocado. Y no queremos esto. El aborto es inseguro, particularmente en países donde es ilegal. Los abortos inseguros causan lesiones e incluso muertes.
El crecimiento de la población es un problema real. África sufrió siglos de esclavitud. Nuestra población se redujo mucho y hay sectores del público que creen necesario cierto reemplazo demográfico. Por lo tanto, el argumento de la población no puede usarse, porque muchos piensan en la población perdida al ser traficada a América.
Estos sectores también esgrimen casos como los de India y China, que tienen enormes poblaciones y crecimiento económico. Estos argumentos son más importantes para las personas que las causas de la mortalidad y la morbilidad materna. Debemos tener en cuenta esas posiciones para resolver el modo en que hablamos de planificación familiar. Mientras, las agencias estadounidenses enfocan esta situación desde una perspectiva diferente.
Los hombres se deben preocupar y participar en la planificación familiar, pero hasta ahora no he visto buenos programas que comprometan a los hombres. Se implementan pequeños proyectos piloto para interesar e incorporar a los hombres en los programas de lanificación familiar y de salud femenina, pero en su mayoría no funcionan.
El principal indicador para entenderlo es cuál es para el público la cantidad ideal de hijos. Los hombres dicen un número mayor que las mujeres. Si ellos quieren seis, ellas quieren cuatro. El problema es cómo aumentar la participación masculina. Ellos tienden a interesarse mucho en la economía. Los hombres buscan dinero. Y están muy interesados en el fútbol, y en el básquetbol, y en los deportes en general. No quieren ir a clínicas ni tomar clases. La cuestión es dónde abordarlos para sensibilizarlos y comunicarnos con ellos.
Los líderes religiosos podrían cumplir un rol. A menudo, las congregaciones, sean cristianas o musulmanas, están integradas por hombres. Estamos haciendo muchas actividades en ellas para lograr la participación masculina.
En los países de gran predominio cristiano, principalmente católico, nos enfrentamos con muchos problemas. Las comunidades protestantes y las musulmanas tienden a ser mucho más abiertas. El Islam está incluso más abierto a la planificación familiar y a la anticoncepción por la concepción coránica de la belleza de la mujer y de la salud.
Peor en países con grandes comunidades católicas, como Kenia y Ghana, la anticoncepción es tabú, y allí todavía estamos luchando con las iglesias. Hace poco el Papa visitó África y volvió a rechazar con fuerza el uso del condón. Queremos trabajar con la iglesia, pero no creemos que vayamos a obtener ninguna clase de concesión de su parte.
Lo interesante es que en otros países se ve a enfermeras católicas dando píldoras anticonceptivas, porque reconocen la importancia de la situación. Su primera regla es preservar la vida, y al dar esa píldora o ese condón la cumplen.
Es importante crear conciencia y aumentar el financiamiento para la planificación familiar. En los últimos 20 años estos programas se debilitaron y desfinanciaron. También aspiramos a que los sectores marginados de la población sean tenidos en cuenta en nuestros programas, particularmente en los del Fondo de Población de las Naciones Unidas (UNFPA). Realmente necesitamos detectar a los grupos vulnerables, determinar sus necesidades y darles respuesta, concluyo la experta.


Fuente: Naciones Unidas, julio  10/2009 (IPS)