Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Alemania se sumó hoy al grupo de países europeos que prohíben el cultivo de maíz transgénico por temor a los riesgos que pueda encerrar para el medio ambiente y la salud humana.
La ministra de Asuntos Agropecuarios y de Defensa del Consumidor, Ilse Aigner, anunció en Berlín la decisión de no autorizar el cultivo de semillas del maíz Mon 810, del gigante agropecuario Monsanto. La empresa estadounidense protestó por la medida y no descarta presentar una multimillonaria demanda contra el estado alemán, según declaró Andreas Thierfelder, el portavoz de Monsanto en Alemania.
La decisión fue festejada por agrupaciones ambientalistas, el partido Los Verdes y la conservadora Unión Socialcristiana (CSU), pero criticada por liberales y la ministra de Ciencia e Investigación, Annette Schavan, cristianodemócrata.
El gobierno en Berlín tiene motivos justificados para considerar que la versión Mon 810 "representa un peligro para el medio ambiente" y por lo tanto Alemania invocaba el recurso preventivo de salvaguarda de la Unión Europea, dijo la ministra del área. No se trata de una decisión política, agregó, sino de una medida basada en razones científicas y apoyado en estudios efectuados en Luxemburgo que indican que esta variedad de maíz manipulado genéticamente presenta riesgos para algunas especies de mariposas, escarabajos y organismos acuáticos.
La Comisión Europea, por su parte, anunció en Bruselas que analizará la prohibición en Alemania para decidir una posible reacción. El Ejecutivo europeo puede apelar la decisión tomada a nivel nacional.
En el pasado, la comisión ya había apelado una prohibición similar de Austria y Hungría, aunque en marzo los ministros de Medio Ambiente de los 27 países miembros rechazaron la iniciativa del organismo comunitario.
El maíz transgénico Mon 810, que en Estados Unidos se comercializa con el nombre YieldGard, fue alterado en su estructura genética para producir una proteína como insecticida y así repeler algunos insectos lepidópteros.
Organizaciones ambientalistas temen que el cultivo del maíz modificado genéticamente pueda tener un grave impacto en el medio ambiente, como generar resistencia en los insectos y afectar de forma negativa al organismo humano.
Los detractores del maíz transgénico argumentan que el alcance de los riesgos sanitarios es desconocido por no existir estudios de largo plazo al respecto.
El Mon 810 es cultivado en algunos países de la Unión Europea, Japón, Canadá, Sudáfrica y Argentina, país éste último en el que es empleado para la alimentación humana y como pienso para animales.
En la Unión Europea está prohibido en seis países, entre ellos Francia y Grecia. Fue permitido en 1998 por la Autoridad Europea para la Seguridad Alimentaria (AESA) después que no se encontraran efectos negativos en ratas que habían sido alimentadas durante 90 días con esa variedad.
Según datos de la organización ecologista Greenpeace, España es el único país de la UE que cultiva transgénicos a gran escala. En el 2008 se cultivaron en suelo español unas 80 000 hectáreas de maíz modificado con genes de bacterias, según Greenpeace.
En Alemania fue especialmente fuerte la presión para prohibir el Mon 810 por parte del estado de Baviera, una importante zona agropecuaria del país, con un fuerte lobby entre los productores agrícolas. También se oponía al maíz manipulado la federación de productores agropecuarios, que aboga por un veto generalizado contra todos los productos transgénicos hasta tanto no existan estudios fundados sobre las posibles consecuencias de su utilización.


Fuente: Berlín, abril  14/2009 (DPA)