Una vacuna oral colocada en una bacteria hallada en los productos lácteos como la leche y el queso protegió a un grupo de ratones del ántrax -enfermedad infecciosa aguda causada por una bacteria grampositiva que se llama Bacillus anthracis que forma esporas-, lo que sugiere que sería posible reemplazar las inyecciones por píldoras para inmunizar a los humanos, indicaron investigadores. “Normalmente no se pueden comer las vacunas porque el proceso digestivo en el estómago las destruye, motivo por el cual se administran con agujas”, dijo Todd Klaenhammer, experto de la North Carolina State University, en E |