Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos
Científicos han observado que el enfriamiento del cuerpo después de un ataque cardíaco puede limitar los daños al cerebro e investigan nuevas técnicas para reducir la temperatura de este órgano sin afectar otras funciones del organismo, según se publicó en New Scientist. Los expertos piensan que enfriar el cerebro 4 grados centígrados puede reducir el metabolismo de las células cerebrales y limitar el suministro de oxígeno en momentos cruciales que hay problemas de riego sanguíneo. En el pasado, se inducía la hipotermia terapéutica al aplicar paquetes de hielo o mantas refrigerantes a todo el cuerpo o inyectar en las venas una solución salina fría, pero el enfriamiento puede elevar el riesgo de infección y neumonía. Bridget Harris, estudiante de medicina de la Universidad de Edimburgo (Inglaterra), inventó un casco refrigerante que puede inducir una ligera hipertermia. La innovación desarrollada con la ayuda de la compañía de tecnología médica KCI, de San Antonio (Estados Unidos), aprovecha la densa red de vasos sanguíneos en el cuero cabelludo que transportan la sangre al cerebro. El método consiste en dos capas de nailon que se ajustan a la cabeza y la más próxima a la piel tiene pequeñas perforaciones. Cuando se sopla aire frío entre las capas, las perforaciones permiten que el aire penetre en la piel a intervalos regulares, con lo que se enfrían los vasos sanguíneos. En las pruebas realizadas con voluntarios, esta especie de capucha enfrió el cerebro a un grado centígrado en una hora, lo que se aproximó a lo conseguido con los métodos tradicionales de refrigeración de todo el cuerpo. Con el objetivo de producir un cambio más rápido en la temperatura del cerebro, se han desarrollado distintas técnicas para enfriar la sangre antes de que llegue al cerebro. Por ejemplo, en la nariz: la cavidad nasal está llena de vasos sanguíneos que calientan el aire que entra a través de esos orificios, explicó Allan Rozenberg, de la empresa BeneChill de San Diego, California. Las arterias que llevan la sangre al cerebro pasan cerca de esa red de capilares, por lo que si se enfría la cavidad nasal, se reduce la temperatura de la sangre que llega al órgano. Además, se ha desarrollado un sistema denominado RhinoChill, que pulveriza gotas de perfluorocarbono en las profundidades de la cavidad nasal mediante dos tubos insertados en los orificios nasales. Se eligió el perfluorocarbono porque se evapora de manera rápida, lo que enfría las paredes de la cavidad nasal y la llegada de constante de oxígeno acelera aún más la evaporación. Estudios en animales indican que con este mecanismo se puede enfriar el cerebro hasta 2.4 grados centígrados en una hora. En la actualidad, se realizan dos pruebas clínicas en personas que han sufrido un paro cardíaco o una apoplejía, pero los voluntarios sanos en los que se probaron prototipos que utilizaron una solución salina enfriada respondieron de manera positiva. Otra posibilidad es enfriar la sangre procedente de los pulmones, ya que las arterias carótidas van directamente a la cabeza. Este procedimiento lo intenta el equipo del Argonne National Laboratory de Illinois (Estados Unidos). Los científicos introducen una pequeña masa helada por un tubo que se inserta en la tráquea y el hielo puede enfriar el cerebro en 4 grados centígrados -límite máximo pasado el cual pueden producirse daños- en menos de quince minutos. Cuando se consegue la temperatura deseada en el cerebro, el hielo se reabsorbe por el tubo en un proceso similar al empleado para extraer agua de los pulmones de alguien que ha estado a punto de ahogarse. El equipo investiga si el hielo puede aplicarse a los riñones y al corazón durante una intervención delicada para prevenir el daño a los órganos cuando se suspende el flujo sanguíneo para la una cirugía. Fuente: Londres, enero 7/2009 (EFE) |