Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Los niños con defectos coronarios podrían recibir en un futuro nuevas válvulas cardíacas completamente ajustadas y construidas a partir de las células madre de la sangre de sus cordones umbilicales.

En la actualidad, los niños que nacen con válvulas cardíacas defectuosas que no pueden ser reparadas quirúrgicamente se encuentran supeditados a los recambios procedentes de tejidos animales, a la compatibilidad de los órganos donados por humanos o a los recambios artificiales. Soluciones, por tanto, que si bien salvan sus vidas, si bien temporalmente dado que no crecen ni cambian su forma a medida que el niño se desarrolla.

En consecuencia, y obviando los inconvenientes más graves –caso, por ejemplo, del anquilosamiento típico de los tejidos animales–, los niños requerirán, cuando menos, 2 intervenciones quirúrgicas para que las válvulas puedan ser reemplazadas. De ahí la necesidad de profundizar en la ingeniería tisular de las válvulas cardíacas, caso de la investigación con células madre sanguíneas, de la médula ósea o del fluido amniótico.

Es el caso del estudio presentado en el marco de las Sesiones Científicas 2008 de la Asociación Americana del Corazón (AHA) que se están celebrando en la ciudad de Nueva Orleáns (Estados Unidos). En el mismo, los investigadores utilizaron células madre (células CD133+) provenientes de la sangre de un cordón umbilical previamente congelado para su conservación.

Tras 12 semanas, las células originaron la estructura de 8 válvulas coronarias que, construidas en un material biodegradable, crecieron en un laboratorio. Como explicó el Dr. Ralf Sodian, del Hospital Universitario de Munich (Alemania) e investigador principal del estudio, “la microscopía electrónica reveló que las células habían formado una lámina tisular. Y los exámenes biomédicos mostraron que no sólo habían sobrevivido y crecido, sino que habían producido elementos importantes de la matriz extracelular y que contenían desmina, laminina, alfa-actina y CD31, VWF y VE-caderina”.

En definitiva, “hemos logrado desarrollar tejido cardiovascular humano en un laboratorio”, concluyó el Dr. Sodian, quien a su vez resaltó la necesidad de “continuar investigando para identificar el material óptimo estructural y para conocer cómo condicionar las válvulas en el laboratorio para que funcionen una vez implantadas”.