El temblor, inestabilidad postural y la rigidez son los síntomas que alertan de que algo no va bien en las neuronas de un paciente. Pero cuando aparecen, la persona, tal y como explica Gurutz Linazasoro, director del Centro de Investigación de la Policlínica Guipúzcoa, ya ha perdido el 50 por ciento de las neuronas dopaminérgicas. Y con ellas, buena parte de su capacidad para producir dopamina, el neurotransmisor que hace llegar desde el cerebro las órdenes para que los movimientos humanos sean rápidos y precisos. Sin embargo, existen otros trastornos no motores relacionados con la enfermedad que aparecen casi al principio y que podrían ayudar a realizar un diagnóstico precoz. “El 90 por ciento de las personas con Parkinson describe en consulta que, antes del temblor, padecían alteraciones del olfato y el 50 por ciento asegura que padecía depresión, insomnio y otros trastornos del sueño”, explica Jaime Kulisevsky, jefe clínico del Servicio de Neurología del Hospital de la Santa Creu i Sant Pau de Barcelona. Otros de los síntomas ocultos que podrían servir como “marcadores precoces de riesgo” de padecer esta enfermedad neurodegenerativa, la segunda más frecuente tras el Alzheimer, hacen referencia a los trastornos del alma. “Así, el 45 por ciento de estos pacientes padecen ansiedad y déficits de atención y memoria; el 55 hipotensión ortostática, urgencia miccional, disfunción sexual, estreñimiento; y hasta el 40 por ciento recuerda que experimentaba el síndrome de “piernas inquietas”, además de un importante aumento de la salivación”, explica Kulisevski que ha participado, junto a Linazasoro y el doctor López del Val, en el IV Seminario Lundbeck sobre Parkinson celebrado en Sevilla bajo el título “Temblor: la punta del iceberg”. López del Val, jefe de Servicio de Neurología del Hospital Clínico de Zaragoza, incidió en los otros síntomas de la enfermedad que pueden servir de alerta a la hora de hacer un diagnóstico de Parkinson. “Más de la mitad de estos enfermos tienen dificultad para tragar y muchos sufren alteraciones en la articulación de sus palabras, alucinaciones visuales, disminuyen el tamaño de la letra, tienen dificultad para realizar movimientos finos, padecen dolores en piernas y brazos, un exceso de sudoración y dermatitis seborreica” Kulisevski reconoce que «el principal factor de riesgo en población normal para tener demencia», hasta el punto de que, en un seguimiento de 20 años a un colectivo de pacientes, «hasta el 83 por ciento tendrá una demencia asociada al Parkinson, aunque cuanto más joven sea la persona diagnosticada, menor será su probabilidad de evolucionar a demencia”. Nanomedicina y biomarcadores En el Seminario de Lundbeck sobre Parkinson, el doctor Linazasoro se refirió a los tratamientos a futuro y se mostró esperanzado por el papel que jugará la nanomedicina para “atajar la enfermedad en su origen”. Este especialista reconoció que la terapia con células madre todavía debe mejorar su eficacia, “hoy por hoy no es una técnica que esté funcionando” y alertó sobre el fraude de algunos trasplantes de células madre que se están realizando en algunos países europeos y que se anuncian por Internet. En opinión de Linazasoro, la mejor solución vendría por la posibilidad de lograr células dopaminérgicas, las que producen la dopamina, la sustancia que les falta a los enfermos de Parkinson”. Este especialista coincidió con López del Val, del Clínico de Zaragoza, al señalar que se avanzaría notablemente en la lucha contra esta enfermedad, que afecta a más de 100.000 pacientes en el Estado, si se dispusiera de biomarcadores. “Desgraciadamente no disponemos de un análisis, una prueba radiológica que nos indique que en un paciente padece la dolencia”. |