Desde hace unos cuantos años la Medicina Traslacional es un objetivo común perseguido tanto por investigadores de ciencia básica como por médicos en la aplicación clínica. Reducir el tiempo entre un descubrimiento y su utilización en los pacientes es un objetivo que resulta cada vez más imperioso. Con el fin de estudiar los mejores caminos para conseguir que los pacientes puedan beneficiarse cuanto antes de los muy importantes progresos, tanto en la prevención, en el diagnóstico, como en el manejo terapéutico de las distintas patologías, se ha celebrado un encuentro de investigadores clínicos, gestores y juristas de reconocido prestigio, en Santiago de Compostela, en el Curso organizado por la UIMP, en colaboración con el Instituto Roche, y el patrocinio de la Fundación Caixa Galicia. Una de las rutas para que la Medicina Traslacional sea el estudio de los biomarcadores por lo que el curso tenía como título “Biomarcadores y Medicina Traslacional”. “Los nuevos parámetros cambiaran la forma de diagnosticar y la medicina en general. Y de hecho, los sistemas sanitarios de los países desarrollados ya han comenzado a incorporar estas tecnologías”, subrayó Jaime del Barrio, director del Instituto Roche. Los biomarcadores pueden ser moléculas, como la glucosa, el colesterol y las transaminasas u otras medidas como la velocidad de sedimentación de la sangre o parámetros como el hematocrito que nos sirvan para indicar el estado de salud o el riesgo de padecer una enfermedad que tiene una persona. “Puede haber biomarcadores de cáncer, de infarto, de insuficiencia hepática renal y de hecho cualquier enfermedad podría identificarse a través de estos nuevos biomarcadores”, explico el científico José María Mato, director de CIC-bioGUNE de Bilbao. Teniendo en cuenta que la traslación de los nuevos conocimientos de los estudios básicos a la “cama del paciente” puede llevar hasta 20 años, la utilización de biomarcadores puede ser una manera de recortar drásticamente este tipo de carencia con el beneficio evidente para el paciente. En este campo entra de lleno el especial hincapié que se hizo en la necesidad de identificar de la forma más rápida posible los biomarcadores de una enfermedad. Porque a través de ello se facilitará la prevención y se estará en disposición de intervenir en su curación con mayor antelación. Pero, no solamente, se obtendrán beneficios en el campo de la prevención y diagnóstico, sino que el uso de los biomarcadores tendrá su campo de acción para identificar que un paciente está respondiendo bien o no a un tratamiento; “y aún más importante podremos detectar con bastante prontitud si están apareciendo efectos secundarios ante un tratamiento”, añadió el doctor Mato. Aunque está en sus tramos casi iniciales y los estudios de bases genéticas y moleculares, en el Encuentro de Santiago, se profundizó en las numerosas aplicaciones clínicas en las que ya se utilizan y en las que aún se usarán más. Marcadores genéticos en el diagnóstico hematológico, en el análisis genético de células neoplásicas, en los estudios de riesgos cardiovasculares, especialmente en personas no hospitalizadas, en el estudio de la respuesta farmacológica en enfermedades como la esquizofrenia o la depresión, en enfermedades crónicas con las que se podrá modificar la elección de terapias o de estrategias terapéuticas… Los factores de riesgo clásicos para la enfermedad cardiovascular –obesidad, tabaquismo, hipertensión arterial…- no siempre explican del todo el riesgo cardiovascular en un determinado paciente. De ahí el interés por la utilización de nuevos biomarcadores que identifiquen personas que presentan riesgo de padecer patologías cardiovasculares, acentuando en ellas las medidas preventivas. “Muchos biomarcadores han sido relacionados con riesgo cardiovascular en pacientes no hospitalizados, considerándose que la medición de biomarcadores simultáneos podría mejorar la estratificación del riesgo en estas personas”, añadió Alfonso Castro Beiras, Jede del Servicio de Cardiología del Hospital Juan Canalejo de A Coruña. En opinión de José María Mato, los biomarcadores se van a convertir en una herramienta imprescindible en el diagnóstico clínico. Pero como es fácil inferir, todo lo que atañe a nuestros genes y su posible conocimiento y manipulación abre inmediatamente otros campos de estudio no biomédicos, pero sí paralelos y complementarios: los aspectos socioeconómicos y de regulación legal de la investigación y uso de biomarcadores es un camino que marcha paralelo a la propia investigación y aplicación clínica. Por esto mismo, una parte importante del curso “biomarcadores y Medicina Traslacional” se dedicó a debatir las implicaciones legales y las posibles consecuencias socioeconómicas de aplicar a la medicina preventiva los conocimientos genéticos básicos. |