La OMS advirtió el pasado viernes de que no existe ninguna evidencia de que los cigarrillos electrónicos sean seguros ni de que ayuden a los fumadores a abandonar el hábito. Estos cigarrillos se fabricaron por primera vez en China y se venden, principalmente a través de internet, a países como Brasil, Reino Unido, Canadá o Israel. A estas alturas han conseguido cierta popularidad, a pesar de que no han sido autorizados. El cigarrillo electrónico consiste en un tubo metálico con una cámara que contiene nicotina líquida en un cartucho recargable. Los usuarios inhalan una pequeña cantidad de nicotina en sus pulmones, pero probablemente también otras sustancias tóxicas, dado que se trata de productos que no han sido evaluados por las autoridades reguladoras, y aún no se han llevado a cabo ensayos clínicos y pruebas de toxicología. "Si los fabricantes y distribuidores del cigarrillo electrónico quieren ayudar a los fumadores a abandonar al hábito, deberían actuar dentro del adecuado marco regulador, que implicará realizar estudios clínicos y toxicológicos rigurosos", señala Douglas Betcher, director de la Iniciativa Libre de Tabaco de la OMS. Hasta este mismo año, la organización no había sido consciente del uso extendido de este producto en el mundo, debido a su aparición repentina en el mercado y su propagación por distintos países en muy poco tiempo. |