Nada puede hacer sentir a una persona más sola que tratar de dejar de fumar pero, en realidad, quienes abandonan el hábito lo hacen en grupo, según un estudio de investigadores estadounidenses publicado en New England Journal of Medicine. El mismo equipo de expertos que reveló que la obesidad sería socialmente contagiosa ha encontrado patrones similares entre los fumadores, y las personas influyen claramente en sus redes sociales y familiares cuando abandonan el cigarrillo. De hecho, las personas más aisladas son las que siguen siendo más adictas, dado que se han apartado de sus redes personales. El doctor Nicholas Christakis, de la Escuela de Medicina de Harvard en Boston, y el doctor James Fowler, de la University of California en San Diego, analizaron a 12.067 personas que habían formado parte durante los últimos 32 años del estudio Framingham, una investigación sobre la salud y los hábitos de casi un pueblo entero en Massachusetts. ¨Hallamos que cuando se analizan redes sociales amplias, personas que no se conocen, dejan de fumar al mismo tiempo, indicó Christakis en un comunicado. Lo que parece suceder es que las personas abandonan el tabaco en masa¨. Fumar se está volviendo cada vez menos común en Estados Unidos. En 1965, el 42 por ciento de la población consumía tabaco, según los Centros para el Control y la Prevención de Enfermedades (CDC). Esa cifra ha disminuido en la actualidad a alrededor del 20 por ciento. Cuando comenzó el estudio Framingham, cerca del 37 por ciento de los adultos fumaba. ¨Cuando se observa la red completa en estos 30 años, se ve que el tamaño medio de cada grupo particular de fumadores sigue siendo casi igual¨, señaló Fowler. ¨Lo que sucede es que hay cada vez un número menor de esos grupos a medida que pasa el tiempo¨, añadió el investigador. Cuando los científicos observaron las características de quiénes abandonaban el hábito tabaquico y el momento en que lo hacían, notaron que había cierto efecto de ¨cascada¨. Christakis dio un ejemplo con tres fumadores: A, B y C. A y B eran amigos y B y C también, pero A y C no se conocían. Si C dejaba de fumar, las probabilidad de A de abandonar el hábito aumenta en un 30 por ciento, más allá de que B también dejara el cigarrillo. La influencia entre los esposos también era notable, cuando alguno de ellos dejaba de fumar, su marido o su mujer era un 67 por ciento menos propenso a continuar con el tabaquismo. Quienes abandonaban el cigarrillo influían además en sus hermanos y hermanas y en sus amigos. Incluso los compañeros de trabajo que dejaban de fumar resultaron una buena influencia para el resto de los fumadores. El mismo equipo de investigadores realizó hallazgos similares sobre la obesidad el año pasado, al demostrar que las personas aumentan de peso cuando sus amigos lo hacen, aunque vivan en distintas ciudades. |