Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Utilizar un tratamiento agresivo para reducir los niveles de colesterol y las cifras de presión arterial más allá de los objetivos recomendados puede prevenir –y posiblemente revertir- la aterosclerosis en pacientes con diabetes tipo 2.
 
Es lo que concluye un estudio publicado en el último número de ¨JAMA¨. Se trata del SANDS (Stop Atherosclerosis in Native Diabetics Study), un ensayo clínico de tres años de duración con 499 participantes, el primero en que se han comparado dos objetivos de tratamiento para el colesterol LDL y las cifras de presión arterial sistólica, factores de riesgo claves de enfermedad cardíaca, en pacientes con diabetes.
 
Para la Dra. Elizabeth G. Nabel, directora del Instituto Nacional del Pulmón, Corazón y Sangre (NHLBI) de Estados Unidos, ¨el estudio proporciona buenas noticias a los adultos con diabetes tipo 2. Estos pacientes tienen entre dos y cuatro veces más probabilidades que las personas sin diabetes de morir por causa cardíaca. Por primera vez tenemos evidencia de que la reducción agresiva del colesterol LDL y la presión arterial pueden revertir realmente el daño en las arterias que presentan los adultos diabéticos de mediana edad¨.
 
La mitad de los participantes recibió tratamiento para que redujeran sus niveles de colesterol LDL por debajo de 100 mg/dl y la presión arterial sistólica por debajo de 130 mm Hg. A la otra mitad se les disminuyó el nivel de colesterol LDL por debajo de 70 mg/dl y la presión sistólica por debajo de 115 mm Hg. Todos los participantes eran nativos americanos mayores de 40 años con diabetes, hipercolesterolemia e hipertensión, pero sin historia de infarto de miocardio ni evidencia de enfermedad cardíaca.
 
Durante los tres años del estudio, los participantes fueron examinados un mes después de su inclusión y periódicamente cada tres meses, para evaluar su colesterol y presión arterial, así como su estado de salud general. A lo largo de la investigación recibieron fármacos cuyas dosis y combinaciones se fueron ajustando con el fin de que alcanzaran los objetivos terapéuticos deseados en ambos grupos.
 
Mediante ultrasonografía se midió el grosor de la arteria carótida, como indicador de la aterosclerosis. También se evaluó el tamaño y función del ventrículo izquierdo.
 
De media, ambos grupos alcanzaron los objetivos terapéuticos marcados. La incidencia de infartos de miocardio y otros episodios cardiovasculares fueron similares en ambos grupos y menores de lo esperado. El grosor medio de la arteria carótida entre los pacientes tratados de manera más agresiva fue significativamente menor que en el grupo de tratamiento convencional. En este último grupo, el grosor de la carótida aumentó ligeramente desde el inicio del estudio, mientras que en el grupo que recibió tratamiento agresivo disminuyó, lo que indica una reversión parcial de la aterosclerosis.
 
JAMA. 2008;299(14):1678-1689