Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos
Medio siglo después de los descubrimientos del Nobel Arvid Carlsson sobre la dopamina, que dio lugar a un tratamiento de referencia para la enfermedad de Parkinson, los investigadores, a falta de un remedio para curarla, siguen en busca de armas para paliar sus síntomas. ´Creo que el desarrollo de medicamentos tiene un gran futuro, pero hay que dar muestras de paciencia¨, declaró el profesor Carlsson, con motivo del Séptimo Foro Internacional sobre la enfermedad de Parkinson, celebrado recientemente en París. El mal de Parkinson es una enfermedad neurodegenerativa como el Alzheimer y afecta entre el 1 y 2% de la población mayor de 65 años y entre el 3 y el 4% de los mayores de 75 años. Sus principales síntomas son el temblor en reposo, la rigidez muscular y la lentitud de movimientos. La L-Dopa, medicamento destinado a corregir la falta de dopamina en el cerebro, sigue siendo el tratamiento más utilizado. Los médicos continúan sin saber cómo parar o al menos poner freno al proceso destructivo de las neuronas que producen este neurotransmisor indispensable para el control de los movimientos. La L-Dopa tiene efectos secundarios serios, como las diskinesias (movimientos incontrolados e involuntarios), debido a que la administración de esta molécula no está bajo control, al contrario de la dopamina liberada por el cerebro de forma natural. El profesor Carlsson deposita muchas esperanzas en el desarrollo de moléculas capaces de mejorar los tratamientos sustitutivos de la carencia de dopamina, de medicamentos ´estabilizantes¨ con efectos más regulados (agonistas dopaminérgicos estabilizadores). Otra de las pistas apunta a la corrección de los síntomas mediante neurotransmisores diferentes a la dopamina. A modo de ejemplo, el profesor francés Olivier Rascol cita el impacto de la serotonina en el estado anímico. En cuanto a la estimulación eléctrica de las estructuras cerebrales, esta solo es aconsejable para ¨las variantes dopamina-dependientes puras¨ de la enfermedad (menos del 15%). ";Esta técnica quirúrgica es aplicable a pocos pacientes aunque da buenos resultados, reporta entre un 60 y 65% de mejoría, señaló el profesor francés Yves Agid. Pese a que sus ventajas persisten en el tiempo, el método conlleva posibles ¨efectos secundarios terribles¨, cognitivos y psiquiátricos, como cambios en el comportamiento, hipersexualidad, adicciones o insomnio. El verdadero desafío para los investigadores sigue siendo descubrir cómo se puede bloquear o al menos minimimzar la progresión de la enfermedad. ¨Nos encontramos en una etapa intermedia¨ con medicamentos que dan resultados negativos o poco concluyentes, explicó Rascol. Las células madre y la terapia génica son otras vías que ya se están explorando. Fuente: París, marzo 14/2008 (AFP) |