Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos
En la actualidad, el 35% de la población adulta española presenta hipertensión arterial (HTA) y los expertos estiman que en el año 2025 esta cifra podría aumentar un 24% en los países desarrollados, y hasta un 80% en aquellos en vías de desarrollo, según anuncia la Sociedad Española de Hipertensión-Liga Española para la Lucha contra la Hipertensión Arterial (SEH-LELHA). En un comunicado esta sociedad señala que el control de los pacientes hipertensos en España continúa siendo deficiente (15%), si se compara con las cifras que se alcanzan en países como Estados Unidos (31%). Una situación en la que, según el Dr. Luis Miguel Ruilope, presidente de la SEH-LELHA, los médicos de atención primaria juegan un papel fundamental. ";Sería deseable fomentar en los sistemas de gestión en atención primaria aspectos como la formulación de consejos preventivos, una mejor detección de los pacientes y mayor perseverancia en el control, evitando así la inercia clínica";, afirma este especialista. Mientras, según el Dr. Antonio Sarria, director de la Agencia de Evaluación de Tecnologías Sanitarias del Instituto de Salud Carlos III, ";la realidad de las enfermedades crónicas en España obliga a las administraciones a reorientar su posición, con el fin de adaptarse a la nueva realidad que plantean profesionales y pacientes";. Además, considera que ";es innegable que hay que continuar trabajando para mejorar el nivel de control de los pacientes hipertensos";. Dada la envergadura de esta enfermedad en la población general, tanto en términos sanitarios como económicos, 20 entidades científicas españolas, entre las que se encuentra la SEH-LELHA, se han reunido en Madrid para elaborar la Declaración sobre estrategias de futuro en política sanitaria para prevenir y controlar la hipertensión arterial, que tiene como objetivo que la hipertensión llegue a considerarse ";un verdadero problema"; de salud pública en las políticas sanitarias. Tiene como prioridad el control de la hipertensión en la gestión de procesos asistenciales; potenciar la autonomía y capacidad de los profesionales sanitarios en la prevención y control de la hipertensión arterial; mejorar el cumplimiento terapéutico por parte del paciente, y generar evidencia que permita cuantificar los costes y beneficios de las medidas dirigidas a controlarla, incluyendo la reducción de incidencias cardiovasculares. |