Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

No hay fármacos efectivos para tratar la demencia y los médicos deben hacerlo mediante ensayo y a veces cometen errores, indicaron las nuevas guías sobre la condición, difundidas esta semana en Estados Unidos.
Un panel de expertos estadounidenses que trató de elaborar las guías de tratamiento, se sorprendió al no hallar buenas opciones terapéuticas para los pacientes con demencia y ninguna forma de determinar qué medicamento sería el mejor en determinados casos. “No existe una cura para la demencia y muchos fármacos (...) se prescriben sin evidencia de su efectividad”, explicó el autor del estudio, el doctor Amir Qaseem, del Colegio Médico Estadounidense, quien agregó, [que] “los beneficios del tratamiento son leves”.
El equipo dirigido por Qaseem, de la Academia Estadounidense de Médicos de Familia, revisó los resultados de 96 estudios sobre cinco fármacos aprobados para tratar la demencia. Cuatro son inhibidores de la colinesterasa; Aricept, de Pfizer y Eisai Co; galantamina, comercializada como Razadyne, Reminyl y Nivalin; rivastigmina, que vende Novartis bajo el nombre Exelone; tacrina, que es efectiva para tratar el Alzheimer como Cognex. El quinto medicamento, memantina, es un neuropéptido, agente modificador que comercializa Forest Laboratories como Namenda.
Estos fármacos pueden demorar el avance de los síntomas de la demencia, que puede adoptar distintas formas. En general, ninguno de ellos es muy efectivo, aunque Qaseem comentó que algunos pacientes pueden obtener algún beneficio. “Todos los pacientes presentan diferentes características”, dijo el investigador, agregó además que si los médicos prueban un fármaco detrás de otro puede pasar semanas y hasta meses, pero al final pueden desparecer todos los efectos.
En la revista Annals of Internal Medicine, el equipo detalló que buscó evidencia en la literatura publicada sobre la mejoría que producen los medicamentos en la cognición, conducta, ánimo y calidad de vida de los pacientes. Los autores concluyeron que los médicos deberían concentrarse en la tolerancia, los efectos secundarios, la comodidad del uso y el costo en lugar de tratar de encontrar el fármaco más efectivo para cada paciente.
“Médicos, pacientes y familiares buscan de manera desesperada información sobre cómo tratar la enfermedad”, dijo Qaseem. “Es muy desalentador hallar que tenemos que trabajar con estos cinco fármacos sobre los que casi no hay evidencia de efectividad. Si se considera que dentro de 50 años, uno de cada 45 estadounidenses padecerá Alzheimer, lo que es un gran problema”, expresó el experto.
Según el panel de especialistas, los fármacos disponibles se deben probar entre sí, así como sus combinaciones.
“Se necesitan más estudios porque la evidencia disponible de los efectos sobre la calidad de vida aportados por los fabricantes es contradictoria y la importancia clínica de muchos de esos resultados es cuestionable”, dijo el doctor Kenneth Schellhase, integrante del panel.
Los Institutos Nacionales de Salud de Estados Unidos estiman que en ese país 2,4 millones de personas padecen Alzheimer y que 1 millón tiene algún otro tipo de demencia, aunque las organizaciones civiles colocan esa cifra en los 5 millones.
Annals of Internal Medicine: http://www.annals.org/