Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

La Oficina contra la Droga y el Crimen de Naciones Unidas mantiene su posición contraria a la legalización del cannabis. "El cannabis no es una droga inocua, como suelen sostener los partidarios de su legalización", defendió en París Philip Emafo, presidente de la ODC, en la presentación del informe anual sobre las drogas en el mundo.



El cannabis es la droga más producida y utilizada, y si bien han aumentado (un 40% entre 1998 y 2001) las cantidades aprehendidas, esto es un sinónimo de que también ha aumentado su consumo.



Su uso "afecta al funcionamiento del cerebro" y su "conusmo ilícito" está asociado también a "infartos de miocardio, enfermedades pulmonares y cáncer", señala el documento.



El informe de la también conocida como Junta Internacional de Fiscalización de Estupefacientes (JIFE), pidió "consenso" a los gobiernos en la lucha mundial contra las drogas.



Del texto, que estudia el período comprendido entre 2001 y 2002, se extrae que frente a las "tendencias positivas" en la reducción de los mercados mundiales de cocaína y heroína, la situación es confusa en cuanto a las drogas sintéticas y "relativamente negativa" en lo referente al cannabis.



Colombia, que produce las tres cuartas partes de la cocaína mundial, y Afganistán, que genera la mayoría de la heroína consumida, son dos de los mayores focos problemáticos señalados por esta organización. Unos 15 millones de personas en el mundo son toxicómanos de cada una de estas drogas.



La JIFE es un organización internacional que tiene como cometido "procurar que los gobiernos cumplan las disposiciones de los tratados sobre fiscalización de drogas y ayudarles en ese empeño". En este sentido, el informe presentado da un aviso a España para que controle la producción de opiáceos para el alivio del dolor. Este mercado "podría descontrolarse debido al actual exceso de la oferta sobre la demanda", según la JIFE.



"Los gobiernos que permiten el cultivo lícito de opiáceos deberían reducir la cantidad producida, y países como Australia, España, Francia y Hungría no deberían dejar que las fuerzas del mercado determinen los acontecimientos, sino actuar de conformidad con las convenciones de fiscalización internacional de drogas", mantiene el texto.



El informe presta una especial atención a la relación entre la producción de drogas y la economía en los países en desarrollo. La conclusión principal es que la lucha contra las drogas "es un requisito indispensable para el desarrollo".



"El desarrollo económico, a largo plazo, de un país no es posible sin un sistema eficaz de fiscalización de drogas", señala el documento. "Las drogas ilegales desestabilizan la economía de los países, el Estado y la sociedad en su conjunto", añade. La investigación desmiente que los agricultores de países subdesarrollados se beneficien de la producción de drogas. "La abrumadora mayoría de las ganancias devengadas por las drogas ilegales se perciben en los países en que esas drogas se venden y consumen y no en aquellos en que se cultivan", explica.



Sólo el 1% del gasto de un toxicómano va a parar a manos del agricultor que ha sembrado la planta de la que se extrae la droga. Esta producción representa entre el 10% y el 15% del PIB e países como Afganistán y el 2% de Colombia.



El informe publicado enciende la señal de alarma sobre las drogas sintéticas, como el éxtasis, de las que dice que "podrían convertirse en las principales drogas ilícitas del futuro". El modo de lucha contra esta nueva generación de sustancias ilegales pasa por "impedir que las sustancias químicas necesarias para fabricar drogas sintéticas lleguen a los laboratorios clandestinos" donde se producen. Las sustancias necesarias son fácilmente adquiribles en muchos países y su coste es relativamente moderado. Existe un proyecto, denominado Prisma, que se propone "cortar el suministro de precursores químicos e identificar y detener a los traficantes".



Las drogas sintéticas de tipo anfetamínico son drogas que estimulan el sistema nervioso central. Los tipos más comunes son la anfetamina, la metanfetamina y el éxtasis (MDMA), que se fabrican a partir de compuestos químicos en laboratorios clandestinos.



En Europa Central y del Este (Holanda, Bélgica y Polonia, principalmente) anida el mayor centro de producción mundial de estas drogas, aunque su centro de gravedad se desplaza hacia nuevas zonas como Sudáfrica u Oriente Medio, añade el informe.