Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Académicos de la Facultad de Química (FQ) de la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) descubrieron un mecanismo de comunicación entre los sistemas nervioso e inmune, lo que abre la posibilidad de usar nuevos fármacos en padecimientos crónicos como artritis reumatoide (AR) y arteriosclerosis.
María Guadalupe Reyes García, del Laboratorio de Inmunología del Departamento de Biología de la FQ, identificó un nuevo receptor de membrana entre todos los que el sistema inmune utiliza para recibir los mensajes del cerebro.
En un comunicado, la científica de la UNAM aclaró que no es posible pensar que el cuerpo sea un conjunto de entidades independientes.
Se pensaba “que hay un sistema nervioso que permite la relación con el medio externo y reaccionar ante él; un sistema hormonal que controla sueño, crecimiento o reproducción, y un sistema inmune que nos protege contra patógenos, como si estuvieran separados”, indicó.
Lo cierto es que todas esas funciones se interrelacionan y para hacerlo necesitan comunicarse, igual que los humanos, mediante la emisión de señales que son recibidas, y quien las acepta genera una respuesta.
Dicho proceso es bidireccional, se da mediante diferentes moléculas que actúan como “palabras”. Pero éstas no llegan a cualquier receptor o célula, sino sólo a algunos específicos, detalló.
Algunas de ellas, como el ácido gamma-aminobutírico (GABA), parecían ser exclusivas de la comunicación entre células del sistema nervioso.
Pero el trabajo de doctorado de Reyes García revela que los macrófagos del sistema inmune también pueden recibir mensajes del sistema nervioso a través del GABA.
Bajo la dirección de Fernando García Tamayo -con apoyo de la Dirección General de Asuntos del Personal Académico y la colaboración de académicos de las facultades de Medicina y de Estudios Superiores Zaragoza- Reyes García demostró que ese receptor de las neuronas del sistema nervioso también se encuentra en macrófagos.
Por lo general los macrófagos son responsables de las reacciones inflamatorias de defensa, pero en algunos casos quedan sin dominio y provocan enfermedades crónico-degenerativas, como la artritis.
Por ello, el control que ejerce el cerebro sobre la inflamación es importante; el problema es que los resultados no siempre son satisfactorios.
Cada vez que la mente se encuentra desordenada o alterada se puede perder la capacidad de balancear las respuestas.