Revista de Ciencias Médicas de Cienfuegos

Un grupo de investigadores dice que ha identificado un gen defectuoso que al parecer estimula la manía depresiva o desorden bipolar, un descubrimiento que podría llevar a nuevos tratamientos. El informe fue publicado el lunes por la revista Molecular Psychiatry en su último número. Los científicos, encabezados por John Kelsoe, de la Universidad de California en San Diego, explican que en particular una mutación del gen es tres veces más frecuente entre los pacientes de depresión maníaca que entre el resto de las personas. Los expertos esperan que el hallazgo permita descubrir las razones por las cuales algunas personas son más susceptibles de contraer esta enfermedad y pueda contribuir al desarrollo de nuevos tratamientos. Aunque existen tratamientos contra la enfermedad, se calcula que entre un tercio y la mitad del millón de personas que padece este mal en el mundo no responden a ellos.

El equipo encabezado por Kelsoe se centró en el gen conocido como GRK3, que controla la receptividad del cerebro a los mensajes químicos, las emisiones de dopamina con los que las neuronas se comunican. Un defecto en este gen podría causar una sensibilidad excesiva a la dopamina (sustancia química del cerebro), lo que produciría las alteraciones extremas en el estado de ánimo -euforia y tristeza excesivas- que caracterizan la depresión maníaca, según los científicos. Estos examinaron muestras del ácido desoxirribonucleico (ADN) de más de 400 familias que padecen el mal y encontraron hasta seis mutaciones en la región promotora -el "interruptor" de un gen, que determina el funcionamiento- del GRK3. En concreto, encontraron que una de estas mutaciones, conocida como P-5, es tres veces más común entre los maníacos depresivos que entre los individuos sanos.

"El P-5 está en la región del GRK3 que controla cuándo el gen funciona y cuándo no. Un defecto en el P-5 afecta la regulación del gen, que puede empezar a funcionar cuando no debe, o 018apagarse019 cuando no toca", explican los autores del informe. Aunque estudios anteriores habían establecido ya que la genética juega un papel a la hora de desarrollar esta enfermedad, el estudio encabezado por Kelsoe es el primero que apunta hacia un gen determinado como origen del mal.